Por medio de esta iniciativa del Ministerio de Salud de la Nación se busca reemplazar algunos instrumentos médicos que contienen esta sustancia, como los termómetros y tensiómetros, por otros que no afectan a la salud humana ni al medio ambiente.
Mediante un comunicado dado a conocer recientemente bajo el título “Hacia una atención sanitaria sin mercurio en la Argentina”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció al país por la tarea que viene desarrollando activamente para eliminar gradualmente los aparatos de medición médicos que contienen mercurio, identificado por el organismo internacional como “uno de los diez principales productos químicos que pueden poner en peligro la salud humana”.
Adoptando la política del organismo internacional de definir un plan de minimización de exposición y reemplazo del mercurio en el sector salud por los riesgos de contaminación que representa, el Ministerio de Salud de la Nación, a cargo de Juan Manzur, resolvió instruir a los hospitales y centros de salud para que en las compras de insumos se adquieran termómetros y tensiómetros libres de este material. Además, se creó un grupo de trabajo para discutir la factibilidad de un plan nacional de restricción progresiva del uso del mercurio como insumo en equipos o en prácticas médicas y odontológicas.
Según el comunicado de la OMS –que se puede leer en su página web (http://www.who.int/features/2013/argentina-mercury-free/es/)–, el organismo internacional “ha trabajado activamente para alentar a todos sus Estados Miembros a eliminar gradualmente los aparatos médicos de medición que contienen mercurio. Desde 2008, la Argentina, Filipinas, India, Letonia, el Líbano, Senegal y Vietnam vienen participando en el Proyecto Mundial sobre Residuos Sanitarios emprendido por la OMS, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la coalición Salud sin Daño.
El proyecto aspira a mejorar la gestión de los residuos sanitarios y reducir al mínimo la liberación medioambiental de mercurio y otros contaminantes”.
Asimismo, se destaca que “la Argentina ha adoptado medidas especialmente enérgicas, en particular una iniciativa destinada a reducir el uso de amalgamas con mercurio en la atención odontológica reparadora”.
Sobre el particular, el subsecretario de Relaciones Sanitarias e Investigación, Jaime Lazovski, explicó que “la decisión se fundamenta en la necesidad de reducir los riesgos para la salud derivados de la contaminación y los peligros ambientales que genera esta sustancia”, a la vez que recordó que “el mercurio es un metal pesado de potencial alto impacto tóxico en ecosistemas y en la salud humana”.
El funcionario aclaró además que “la eliminación de mercurio en todas sus fuentes es una constante desde hace tiempo, ya que está comprobado que es una de las sustancias más peligrosas para la salud de la gente”. En ese sentido, Lazovski detalló que desde el Ministerio de Salud “se ha ido tratando de reemplazar este material de manera progresiva”, para lo cual se dictaron dos resoluciones que permitieron, en una primera instancia, poner el tema en la agenda sanitaria nacional; y en una segunda, comenzar a acotar la presencia de mercurio dentro de las instituciones sanitarias.
Por su parte, el director Nacional de Determinantes de la Salud e Investigación de la cartera sanitaria nacional, Ernesto De Titto, explicó que esta sustancia “no se podía prohibir directamente porque para eso había que tener alternativas viables. Si vamos a prohibir los termómetros, por ejemplo, tenemos que garantizar que los productos de reemplazo sean una alternativa real”, a la vez que señaló que “para eso se llevó adelante un proceso con el INTI y la ANMAT, lo que permitió generar la obligación de que los termómetros digitales tuvieran demostración de garantía de calidad y que fueran igual de buenos que los de mercurio”.
“De todas maneras, muchos actores del sistema de salud compraron la idea y por motus propio empezaron a alinearse con esta política de reemplazo del mercurio, sin necesidad de que fuera una orden”, agregó el funcionario.
Cabe señalar que en el informe de la OMS se destaca que el organismo “ha incluido el mercurio entre los diez productos químicos más peligrosos para la salud. Este metal puede tener efectos perjudiciales en los sistemas nervioso, digestivo e inmunitario, así como en los pulmones y los riñones; una exposición excesiva puede ser mortal. Además, el mercurio es muy dañino para el feto”.
“En enero de 2013, reconociendo esos riesgos, 147 gobiernos acordaron el proyecto de texto del Convenio de Minamata sobre el Mercurio, que tiene por objeto proteger la salud humana y el medio de las emisiones y liberaciones de mercurio y compuestos de mercurio”, continúa el texto.
El mercurio y sus efectos sobre la salud
El mercurio es un metal presente en forma natural en el ambiente y tiene varias formas químicas. El mercurio metálico es un líquido inodoro, de color blanco-plateado brillante, y al calentarlo se transforma en un gas inodoro e incoloro.
El mercurio se combina con otros elementos, por ejemplo cloro, azufre u oxígeno para formar compuestos de mercurio inorgánicos o sales, las que son generalmente polvos o cristales blancos. También se combina con carbono para formar compuestos de mercurio orgánicos. El más común, el metilmercurio, es producido principalmente por organismos microscópicos en el suelo y en el agua. Mientras mayor es la cantidad de mercurio en el medio ambiente, mayor es la cantidad de metilmercurio que estos organismos producen.
El mercurio metálico se usa en la producción de gas de cloro y soda cáustica y también se usa en termómetros, amalgamas dentales y pilas. Las sales de mercurio se usan en soluciones antisépticas y puede encontrarse en cremas. Años atrás se lo empleaba como parte de diversos medicamentos y preservadores, práctica que ya se ha abandonado.
Los efectos de la exposición a cualquier sustancia tóxica dependen de la dosis, la duración, la manera en que la persona fue expuesta, sus hábitos y características personales, y de la presencia de otras sustancias químicas.
El metilmercurio y los vapores de mercurio metálico son más nocivos que otras formas, ya que una mayor cantidad de estas formas de mercurio llega al cerebro. La exposición a altos niveles de mercurio metálico, inorgánico u orgánico, puede dañar en forma permanente los riñones, el cerebro y al feto.
El sistema nervioso, por ejemplo, es muy susceptible a todas las formas de mercurio. Los efectos sobre la función cerebral pueden manifestarse como irritabilidad, timidez, temblores, alteraciones a la vista o la audición y problemas de la memoria.
La exposición por corto tiempo a altos niveles de vapores de mercurio metálico puede causar lesiones al pulmón, náusea, vómitos, diarrea, aumento de la presión sanguínea o del pulso, sarpullidos e irritación a los ojos.