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27 de diciembre de 2024
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Por Leonardo Coscia
La paternidad y el desempeño sexual masculino
La llegada de un hijo, sobre todo en padres primerizos, suele alterar la sexualidad de la pareja. En muchas oportunidades, esos cambios, conciente o inconcientemente, traen aparejadas disfunciones sexuales en los hombres.
10 de octubre de 2013
Convertirse en padres es sin duda uno de los momentos más emocionantes y esperados en la vida de una pareja. Y aunque son muchas más las cosas buenas y agradables que las complicaciones, lo cierto es que la llegada de un hijo altera para siempre la rutina y la vida de una pareja. La felicidad y la emoción de ser padres es incomparable con otras sensaciones; pero algunos efectos no deseados pueden aparecer en lo que refiere a la vida sexual.

Martín F. tiene 36 años y nunca había tenido problemas sexuales con su esposa, ni con otras mujeres anteriormente. Decidió realizar una consulta preocupado por reiterados episodios para mantener la erección al momento de la intimidad con su mujer en el último año: “No entiendo qué me pasa: encima que tenemos pocas chances de estar juntos no puedo aprovecharlas porque no consigo mantener la erección”, explicó.

Indagando acerca del origen de sus problemas, Martín F. notó que el comienzo de sus problemas coincidía con el mes en que se transformó en padre.

Al respecto, el Dr. Fabián Gómez, médico urólogo (MN 135992) y asesor científico para Argentina del Boston Medical Group destaca que “si bien la relación entre una cosa y otra no es directa, e incluso pueden no estar emparentadas, el de Martín F. es un típico caso en el cual lo psicológico se mezcla directamente con lo físico, ya que la llegada de un hijo siempre genera alteraciones en la vida sexual de la pareja y en cada uno de ellos por separado”.

Algunos cambios que se producen con la llegada de un hijo
El hombre pierde el “lugar principal” en la casa, que ahora debe compartir con su hijo.

La disponibilidad para tener relaciones sexuales con la pareja, y la duración de las mismas, pasan a ser absolutamente regidas por el bebé. Incluso si encuentran un momento muchas veces deben hacerse “en silencio” para escuchar un posible llanto.
La libido de la mujer pasa a estar más focalizada en su hijo que en su marido.

El tiempo que demanda el cuidado de un bebé muchas veces deja muy cansados a ambos, principalmente a la madre, y eso por lo general resta “ganas” de tener relaciones.

Es frecuente que aún cuando la pareja encuentra “el” momento, este se vea interrumpido por el llanto del bebé.

La suma de todos estos factores en muchas oportunidades genera que el hombre se sienta desplazado, lo cual puede originar algún tipo de disfunción sexual. “Si bien desde el Boston Medical Group consideramos que más del 90% de las patologías son de origen orgánico, no se puede separar lo orgánico de lo emocional.

En casos en los cuales lo psicológico pareciera ser el desencadenante de la disfunción, es importante destacar que aunque el disparador sea emocional, si no se trata la patología se transformará en orgánica y se agravará si no se trata a tiempo”.

El testimonio de Juan M., casado y flamante padre a los 30 años, es elocuente: “las pocas veces que encontramos momentos para tener relaciones ella está más pendiente de si la nena llora o no que de lo que está pasando en la cama. Esto genera que, sin quererlo, siempre pierda la erección o eyacule muy rápido. Esta situación se agravó y últimamente ya no podíamos tener relaciones satisfactorias”.

El Dr. Gómez explica al respecto que “estas situaciones suceden porque la función hace al órgano. Es decir, la erección es un sistema de flujos sanguíneos que necesita el órgano para erectarse: cuanto más se lo utilice más se lo estará ejercitando y más firmes y mejores serán las erecciones. Si se pasa mucho tiempo sin tener relaciones, sucede lo contrario. En todos los casos recomiendo siempre acudir a un especialista, ya que cuanto menor sea el tiempo en que se trata la disfunción, más fácil será solucionarla”, finaliza Gómez.