La fama creciente de los arándanos –un fruto muy pequeño, pero que concentra unas propiedades nutritivas pocas veces vistas en un solo alimento– se basa sobre todo en las propiedades antioxidantes de unos componentes llamados polifenoles.
La fama creciente de los arándanos –un fruto muy pequeño, pero que concentra unas propiedades nutritivas pocas veces vistas en un solo alimento– se basa sobre todo en las propiedades antioxidantes de unos componentes llamados polifenoles.
Los antioxidantes, en general, retardan la formación de los “radicales libres”, residuos metabólicos que tienen mucho que ver con los procesos de envejecimiento del organismo, y los arándanos son una fuente particularmente rica de estos compuestos, según una suerte de “ránking” de alimentos con mayor poder antioxidante elaborada por el propio Departamento de Agricultura Estadounidense (USDA).
Pero más recientemente se descubrió que entre esos polifenoles existe uno particular llamado proantocianidina, en el que se identificó una propiedad sorprendente, como es la de ayudar a inhibir la acción de las fimbrias, unas vellosidades de las que se valen bacterias como la Escherichia coli para adherirse y colonizar los tejidos en el interior del cuerpo humano.
Esta capacidad de la E. coli de adherirse mediante sus fimbrias a las paredes de la vejiga es la responsable de aproximadamente el 80% de las infecciones urinarias en las mujeres, según aseguró el doctor Amado Bechara, Jefe de Unidad de la División de Urología del Hospital “Carlos Durand” de la Ciudad de Buenos Aires y profesor de Urología de la Universidad de Buenos Aires.
Por lo tanto, el mencionado componente del arándano lo convierte en un eficaz –y natural– aliado para prevenir infecciones urinarias, y para colaborar en el tratamiento de las mujeres que sufren este problema a repetición.
Como se sabe, las características anatómicas de la mujer y, en especial, la vecindad entre la mucosa vaginal y la vejiga, hace que las cistitis y otras infecciones del tracto urogenital se vuelvan mucho más frecuentes en ellas que en los varones.
“Lo que está demostrado en diversos estudios científicos y en la práctica clínica es que en las mujeres con infecciones urinarias a repetición, el consumo sistemático del arándano aumenta el tiempo libre entre infecciones”, explica el especialista.
El Consenso intersociedades para el manejo de la infección del tracto urinario, publicado conjuntamente por la Sociedad Argentina de Urología (SAU), la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y la Sociedad de Ginecología Y Obstetricia de Buenos Aires (SOGIBA), entre otras entidades médicas, da cuenta de dos estudios que certifican que el consumo de jugo de arándano “puede reducir el número de infecciones urinarias en un período de 12 meses en mujeres”.
La recomendación de “consumir diariamente productos de arándano, dando como mínimo 36 miligramos diarios de proantocianidina A (el componente activo)”, especialmente aquellos componentes que hayan demostrado tener bioactividad en la orina, fue incorporada en la edición de este año (2013) de las Guías sobre Infecciones Urológicas, elaboradas por la Asociación Europea de Urología (EAU).
Menos antibióticos
El doctor Bechara comentó además, que si bien en las pacientes con infecciones a repetición una medida de profilaxis es suministrar antibióticos a dosis bajas, esta situación puede colaborar con el fenómeno de resistencia a los antibióticos: cuando el ambiente –o el organismo, que es el “ambiente” de las bacterias potencialmente patógenas– se habitúa a la presencia de estas sustancias, comienza a ser ocupado por microorganismos más adaptados, resistentes a ese antibiótico, y el efecto del exceso de profilaxis puede volverse justamente el opuesto al que se buscaba.
“El efecto protector del arándano puede ayudarnos a disminuir la necesidad de usar antibióticos como profilaxis, con lo cual disminuimos los costos y los riesgos para la paciente”, asegura el doctor Bechara.
Un importante estudio1 publicado en 2007 en la revista de la Asociación Estadounidense de Urología (AUA) reveló que entre las mujeres que consumieron diariamente una dosis polvo de extracto de arándano, la presencia de escherichia en la vagina se había reducido en 10 veces, y en más de 4 veces en la vejiga.
Esta misma propiedad inhibidora del desarrollo de bacterias ha sido comprobada no sólo para el caso de las infecciones urinarias en las mujeres, sino además en diversos tramos del aparato digestivo. Así parece ser, por ejemplo, con las infecciones por Helicobacter pylori en la mucosa gástrica, que son factor de riesgo para gastritis, úlceras gastroduodenales y otras enfermedades del tracto digestivo.
Otra de las medidas útiles que el especialista suele aconsejar a las pacientes que sufren infecciones a repetición es la de beber abundante agua, ya que “la bacteria demora unos 20 minutos en reproducirse luego de que se adhiere a la pared de la vejiga, y orinar más frecuentemente ayuda a expulsarlas dándoles menos oportunidad de proliferar en el organismo”.
El rol de la vitamina C
La vitamina C o ácido ascórbico, vital como refuerzo de las defensas del organismo, tiene la particularidad de ser hidrosoluble (es decir: se disuelve en agua). A diferencia de otras vitaminas como la A, D o E, que no se disuelven en agua y son liposolubles (y por lo tanto, se acumulan en el organismo), el exceso de vitamina C no tiene posibilidad de ser perjudicial para el organismo y se elimina inmediatamente a través de la orina.
Y su presencia, a su vez, hace más ácida a la orina, lo cual constituye un obstáculo más para que las bacterias potencialmente patógenas proliferen en el tracto vaginal y en las vías urinarias.
A raíz de esa cualidad, el especialista urólogo destacó el papel de esta vitamina como complemento de la función antibacteriana de la proantocianidina en el tracto urogenital, ya que los componentes del jugo de arándano, según se comprobó en estudios clínicos tanto como in vitro, no es bacteriostático por sí solo.
La incorporación de los nutrientes del arándano puede darse a través de la dieta, mediante la ingesta de unos 20 arándanos por día, bebiendo jugo de arándanos, o mediante nutracéuticos (suplementos dietarios) que aseguren la integridad y la biodisponibilidad de todos los componentes. En este sentido, es el proceso de liofilización –mediante la deshidratación y la compactación en frío del extracto natural del fruto– el que asegura que las propiedades del arándano se mantengan inalteradas.
El arándano parece reducir la duración de las infecciones urinarias, ayudando a aliviar los síntomas que la acompañan como dolor y picazón. Además de reducir la cantidad de infecciones, su consumo aliviaría la necesidad de usar antibióticos, lo que afectaría positivamente al gran problema de la resistencia microbiana que tanto preocupa a la salud pública.