Impacta sobre todas las actividades. La sexualidad no está exenta y son muchos los inconvenientes que surgen en la cama cuando los problemas de otros ámbitos empiezan afectar al rendimiento o el deseo
En la sociedad actual -en las grandes ciudades- en la cual todos parecen vivir apurados y prácticamente no hay tiempo para nada, el estrés repercute en todas las actividades del hombre.
La sexualidad no está exenta y son muchos los inconvenientes que surgen en la cama cuando –consciente o inconscientemente- los problemas de otros ámbitos empiezan afectar al rendimiento o al deseo.
El sexólogo Néstor Daffinoti, destacó que el hecho de vivir “acelerados” nos exige cumplir con horarios estrictos, viajar en medios de transporte repletos de gente, padecer atascamientos de tránsito, cumplir con las exigencias en el trabajo y otras obligaciones cotidianas.
En ese sentido, Daffinoti, que también es asesor del Boston Medical Group en Argentina, afirmó que nos enfrentamos a una era en la cual hasta el descanso se “disfruta” apurado y las “vacaciones de fin de semana” suelen transformarse en caóticas cuando al volver tenemos gigantes atascamientos vehiculares.
“Estas situaciones inciden negativamente en todas las relaciones humanas y, dentro de ellas, afecta a las parejas en un alto porcentaje. Así, aparecen situaciones en la vida sexual de los integrantes antes desconocidas y en el caso del hombre es común que comience con disfunciones que se manifiestan en problemas de erección, eyaculación precoz y falta de deseo”, explicó el especialista.
Por supuesto estos “cambios” no pasan desapercibidos para la mujer, que se ve “arrastrada” por dicha situación en la cual lo que le ocurre a uno incide irremediablemente en el otro. La pareja a esta altura está “invadida” por el estrés social.
Incluso, como marca el sexólogo, “en algunos casos se produce un círculo vicioso en el que se recriminan recíprocamente injustificadas culpas de cada uno, pudiendo llevar a la relación a terrenos impredecibles de los cuales es probable que no haya retorno”.
Para evitar este tipo de situaciones lo que debe hacer el hombre es reconocer la existencia de un problema. Si bien las causas más frecuentes de los problemas sexuales son orgánicas -diabetes, hipertensión, enfermedades vasculares, alcohol, tabaquismo y algunos medicamentos, entre otras- pueden estar asociadas a otras psicológicas y deberán ser diagnosticados y tratadas por especialistas.
A pesar de que uno de cada tres hombres tenga o haya tenido algún problema sexual a lo largo de su vida, ante la aparición del mismo es común que lo nieguen atribuyéndoselo al estrés, al cansancio, a que “es la primera vez que me pasa” o simplemente a que tuvieron un mal día. Sin embargo, si la situación persiste hay que hacerse ver: “Según nuestras estadísticas el promedio desde que aparece la disfunción hasta que el hombre acepta tratarse es de cuatro años”, apunta el especialista del Boston Medical Group.
“Es imprescindible entender que dejar pasar el tiempo solo empeora la situación, ya que como toda enfermedad, cuanto antes se la ataque más fácil será combatirla y solucionar la patología”, concluyó Daffinoti.