A partir de los 50 años, aproximadamente, un alto porcentaje de hombres presenta algún tipo de patología prostática
A partir de los 50 años, aproximadamente, un alto porcentaje de hombres presenta algún tipo de patología prostática. Según un mito muy arraigado en la sociedad, los tratamientos y operaciones para estas enfermedades derivarían en algún tipo de disfunción sexual. Sin embargo, hay más de mito que de realidad, como lo explica el Dr. Néstor Daffinoti, MN 43575, sexólogo, y asesor del Boston Medical Group en Argentina.
Matías M., de 53 años, comenzó a tener síntomas del prostatismo (dificultad para orinar) recientemente. Un amigo le recomendó visitar a un urólogo para tratar el problema y la respuesta fue tajante: “No quiero quedar impotente, así que no voy a tratarme ni de casualidad”. Como en este ejemplo real, es común creer que cuando comienzan los problemas de próstata también se producen disminuciones en la capacidad eréctil de los hombres. No es raro escuchar gente que no quiere operarse porque ello traería como consecuencia algún grado de disfunción o directamente la impotencia sexual.
Las enfermedades de próstata pueden ser varias y muy diferentes: desde la hiperplasia prostática (que es un agrandamiento benigno de la glándula por declinaciones de niveles hormonales) hasta enfermedades neoplásicas de la próstata, como ser puntualmente los “adenocarcinomas” u otras formas de malignidad. También existen infecciones prostáticas, litiasis, etc., pero estas se resuelven con tratamientos no quirúrgicos.
“La realidad es que ni padecer un agrandamiento prostático ni ser operado de próstata son sinónimos de disfunción eréctil”, destaca el Dr. Néstor Daffinoti, y agrega: “Lo que sí es cierto es que algunas medicaciones que se utilizan en el tratamiento de la hiperplasia prostática podrían, en algunos casos, disminuir el rendimiento sexual; pero afortunadamente existen tratamientos -tan o más eficaces- para superar este problema y sin esos inconvenientes.
Por otra parte, el asesor del Boston Medical Group señala que tampoco hay razones para temer a la cirugía en el caso de la hipertrofia prostática benigna, ya que ni por vía endoscópica ni a cielo abierto tiene por qué provocar disfunción sexual alguna, dado que la técnica quirúrgica pasa muy lejos de la posibilidad de lesiones de nervios que tengan que ver con la erección.
Si bien es cierto que sí podrían producir esterilidad (imposibilidad de procrear), no menos cierto es que en general se trata de pacientes que ya superaron largamente la etapa procreativa”.
Muy diferente es el caso de los tumores malignos de la próstata, que cuando se indica la vía quirúrgica (en general con muy buen pronóstico) sí pueden -en el abordaje de la glándula para extirparla- dañar estructuras nerviosas indispensables para la erección.
En ese caso sí es cierto que se corre un riesgo (del 20 al 25% de los casos) de que se pueda producir una impotencia postquirúrgica.
“Pero aún así, existen tratamientos en centros especializados que llevan al paciente a la solución del problema para poder seguir manteniendo su actividad sexual”, observa Daffinoti
Es aconsejable el control de la salud prostática periódicamente y con un especialista (urólogo), de manera que la prevención sea la mejor forma de defensa. “A veces, una consulta y posterior operación puede generar que, por ejemplo, hombres de más de 70 años -luego de operarse una hipertrofia prostática- realicen consultas porque se les ha reavivado el interés sexual”, finaliza Daffinoti.