La gran mayoría de los estigmas que la cultura le atribuye a la masturbación son falsos, o bien derivan de antiguos tabúes de origen religioso. Lo cierto es que, dentro de ciertos límites, este hábito normal a cualquier edad podría ayudar a superar disfunciones sexuales, a rescatar la vida sexual de las parejas de un eventual naufragio y hasta a prevenir cáncer de próstata.
La investigación seria y el creciente conocimiento científico de la vida sexual van modificando la visión negativa para con una práctica que ancestralmente tuvo y tiene muy mala “prensa”: la masturbación.
En general, la sociedad solo parece “autorizarla” en la adolescencia, épocas en las cuales aún no se ha regularizado una vida sexual de pareja. Así, suele considerarse que el varón que la practica a edad más avanzada sufriría una suerte de “regresión” a la pubertad.
Esta creencia es absolutamente falsa, al igual que la mitología relacionada con una supuesta “cantidad fija de cartuchos”, según la cual el hombre que se masturba estaría desperdiciando su capacidad para mantener relaciones sexuales.
“Todo lo contrario, explica el médico urólogo Fabián Gómez (MN 135992), asesor científico del Boston Medical Group, alianza internacional de centros médicos dedicados a la investigación y tratamiento de las disfunciones sexuales del varón: “el criterio general en medicina dice que la función hace al órgano y que si no se utilizan tienden a perder su función; y los órganos sexuales no son la excepción”, agrega.
“La erección ejercita la función eréctil –remarca el especialista–, y debido a la fisiología particular del pene, cuantas más erecciones se produzcan habrá una mayor oxigenación de los tejidos. Así, si un hombre ha tenido muchas erecciones en su vida –sean cuales fueren las causas de las mismas-, mejor será su función eréctil”.
Y en este sentido, no importa la causa de la erección.
En resumen, la masturbación masculina puede ayudar a mantener la función sexual del varón, e incluso a mejorarla a través del autoconocimiento del cuerpo.
Es una práctica totalmente gratuita e íntima cuyos supuestos inconvenientes proceden casi exclusivamente de una cultura represiva o de anatemas de tipo religioso, que pueden llegar a ser respetables para quien desee imponérselos a sí mismo, pero que no tienen razón de ser a la hora de considerar lo que es saludable y lo que no.
Buscando el momento justo
Uno de los problemas sexuales más comunes es la eyaculación precoz, que se produce cuando la eyaculación aparece demasiado rápido, de modo que cada relación sexual se convierte en una nueva frustración; máxime si todo ocurre tan rápido que ni siquiera se puede lograr la penetración.
En estos casos, la masturbación puede ser una herramienta de ayuda: “Practicada regularmente y mediante ejercicios de start-stop –“iniciar-parar”–, puede ayudarlos a desarrollar un mejor control de la eyaculación. Sin embargo, estos suelen ser solo “paliativos”, y lo recomendable ante un cuadro de eyaculación precoz es visitar a un especialista”, aclara el dr. Gómez.
Por supuesto que para poder valerse de este recurso es necesario desembarazarse de los prejuicios morales con que la persona pueda asociar al acto de masturbarse, y que según el doctor Gómez, “se deben exclusivamente a cuestiones de carácter sociocultural y religioso”.
Ejemplo de la “condena” que pesa sobre este acto es el término “onanismo”, con el que se conoce al hábito de auto excitarse: procede de Onán, personaje bíblico del Génesis que resulta castigado con la muerte por “verter en tierra” su semen en lugar de fecundar a su esposa.
“Cuando se logra despojar a la masturbación de toda connotación moral, se ve que el único límite es el respeto por el otro, ya que es un acto absolutamente privado, en tanto se lo practica en el ámbito de la intimidad”.
El “manual” de la buena convivencia
Durante la plenitud y la madurez es frecuente que al hombre le cueste admitir la masturbación como parte normal de su sexualidad. “Es como si sintieran una contradicción entre la masturbación y su vida sexual de pareja”, reflexiona Gómez, “como si hubiese un mandato que dice que el hombre que mantiene relaciones sexuales ya no debería masturbarse; y que hacerlo implicaría dejar en evidencia un supuesto déficit de su vida sexual y –llevando al extremo esta suerte de “lógica-ilógica”– que todo esto lo haría menos viril”.
Incluso entre las mujeres puede existir, como resabio de una cultura machista que también las afecta a su manera, una visión negativa del marido “masturbador”: como si esa fuese una categoría capaz de definir a una persona, o como si tal actitud implicara en sí misma una supuesta “infidelidad”.
Pero en realidad pasa justamente lo contrario: la masturbación puede ayudar a sobrellevar algunos inconvenientes que se presentan en muchos matrimonios: “A veces en la pareja hay distintos ritmos sexuales, y mientras algunos pueden estar satisfechos con una relación por semana; otros necesitan más y otros menos”.
Las vicisitudes de la rutina –el trabajo, los hijos, el cansancio– hacen que sea difícil que los momentos de ambos coincidan para el encuentro sexual, y ante este panorama la posibilidad de autosatisfacerse sin culpa puede disminuir notablemente la percepción de insatisfacción.
Esto no evita, desde luego, la necesidad de mantener satisfecha a la pareja y de seguir poniendo lo mejor de sí en la relación y en la convivencia, pero deja mucho menos espacio para la insatisfacción que habitualmente se esgrime como causa para buscar relaciones fuera de la pareja: “Los tigres hambrientos son doblemente feroces”, apunta a modo de broma el Asesor
Científico del Boston Medical Group.
Otro mito alrededor de la masturbación es que agota físicamente al que la practica.
Al respecto, del dr. Fabián Gómez aclara que “el gasto de energía que produce la eyaculación es mínimo, especialmente en el caso de la masturbación, ya que la única causa por la que alguien puede sentirse cansado después de la actividad sexual sería todo el esfuerzo físico que uno desarrolla durante la relación. Pero atribuir el cansancio o la falta de rendimiento de una persona al hecho de que supuestamente ‘se masturba’ no tiene ninguna razón de ser”. Puede aducirse, sin embargo, que es posible que la persona experimente un efecto desgastante si lo hace con una frecuencia inusitada, varias veces por día, por ejemplo. Pero eso, replica el especialista, sería como argumentar que es malo lavarse las manos, porque hay quienes en su obsesión lo hacen unas quince veces por día. De la misma manera, “si una persona se masturba varias veces por día, su problema no es la masturbación, sino esa compulsión que lo lleva a repetir ese acto sin control con tanta frecuencia, y que tendrá que ser tratado por un médico o un psicólogo”.
Otras mitologías sobre los efectos supuestamente negativos de la masturbación masculina entran de lleno en el terreno de la leyenda, y carecen de toda verosimilitud. Como aquellas que aseguran que “hace perder neuronas o la vista”. Esta y otras historias han recorrido ya un largo camino, y será muy difícil sacarlas de circulación completamente aunque están en franca extinción.
¿Un efecto protector?
A partir del resultado de una serie de estudios llevados a cabo en el Centro Epidemiológico de Cáncer de Melbourne (Australia) con 1.079 pacientes entre 1994 y 1998, el doctor Graham Giles anunciaba que mantener una frecuencia de más de 5 eyaculaciones semanales entre los 20 y los 50 años reducía significativamente las chances de sufrir tumores de próstata, el tipo de cáncer más frecuente entre los hombres.
De esta manera, al parecer masturbarse podría ayudar a prevenir esta enfermad. Más adelante, la doctora Polyxeni Dimitripolou, científica de la Universidad de Nottingham (Gran Bretaña), publicaba en la revista médica British Journal of Urology que similar efecto protector se registraba entre los hombres de más de 50 años que mantenían una frecuencia de al menos 10 eyaculaciones mensuales.
Desde ese punto de vista, era mejor mantener una buena frecuencia sexual en la madurez –aunque fuera mediante la autosatisfacción– que tener mucho sexo en la juventud y luego olvidarse del tema.
“Creemos que faltan estudios más amplios y más concluyentes como para poder asegurar que masturbarse previene el cáncer de próstata y explicar cuál sería la causa de este fenómeno –explica el médico urólogo–. Hay estudios que aseguran que este efecto protector existe efectivamente, pero creemos que aún no se lo puede considerar como una verdad indiscutible”, finaliza el especialista del Boston Medical Group.