Es uno de los problemas sexuales más comunes entre los hombres. Aunque muchos la padecen, pocos se animan a hablar del tema y menos a reconocerlo; lo cual es un error, porque puede tener solución.
La eyaculación precoz, también conocida como “eyaculación rápida”, es la que se produce con una mínima estimulación sexual. En estos casos, lo que sucede es que el hombre eyacula antes, durante o casi inmediatamente después de la penetración, sin control y antes de desearlo, lo que trae como consecuencia la imposibilidad de continuar el coito durante el tiempo suficiente para satisfacer a la pareja.
Hay dos tipos de eyaculación precoz: la primaria, que es aquella que ha existido desde el inicio de la vida sexual del individuo, y en cuyos casos el hombre nunca ha podido controlar su eyaculación.
Y la secundaria es la otra variante, que aparece en un momento posterior en la vida del individuo. En estos casos el hombre ha sido capaz de controlar su eyaculación, pero por alguna circunstancia ya no le es posible hacerlo.
La eyaculación primaria genera que al producirse el primer gatillo eyaculatorio -generalmente al iniciar la penetración- se desencadene el reflejo sin contención alguna.
Remontándose a los orígenes de esta disfunción, el médico sexólogo Néstor Daffinoti, asesor del Boston Medical Group para Argentina, explicó que “la eyaculación precoz primaria se produce porque en los inicios de su vida sexual el individuo no logró un adiestramiento que le permitiera conocer los límites de hasta donde puede “frenar” o “demorar” el eyaculado.
Es decir, así como se “educan” reflejos como el llanto, también se debe educar el reflejo eyaculatorio, y la consecuencia de no hacerlo -por razones de ocultamiento familiar, sociocultural o religioso o por negación del problema- es que no sólo no se aprendió a controlarlo, sino que además lo apresuraron”.
Un problema dentro de otro
En muchos casos, quienes padecen disfunciones sexuales se niegan a admitirlo y creen que el problema se resolverá con el tiempo. Según las estadísticas que maneja Boston Medical Group de Argentina, desde que se asume que se tiene una disfunción –sea cual fuere- hasta que se decide a consultar con un especialista el hombre tarda en promedio unos cuatro años.
“Entre los pacientes que consultan, en Argentina tenemos un 60% que lo hacen por eyaculación precoz y un 40% por disfunción eréctil. Dentro del primer grupo, el 80% padecen el problema desde su adolescencia; con altibajos, pero desde ese entonces”, explica Daffinoti.
Lo que debe remarcarse es que la eyaculación no puede ni debe medirse con un cronómetro porque cada individuo tiene fisiologías diferentes. Lo importante es la satisfacción sexual de ambos en la pareja y no tanto medir los tiempos de duración: “Hay casos en que la eyaculación se produce ante el sólo roce físico, mientras que en otros no se llega siquiera a la penetración (eyaculación anteportas). También hay casos en los que hablamos de tiempos medidos en segundos y finalmente los que logran llegar a minutos pero no logran satisfacer de pareja”, explica el asesor del Boston Medical Group.
“En definitiva, lo que debe quedar claro es que los reflejos son respuestas involuntarias del organismo que no pueden anularse, pero sí controlarse y adecuarse en tiempo y forma consultando a un especialista”, concluyó Daffinoti.