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27 de diciembre de 2024
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Riesgos de analgésicos en personas con asma
1 de julio de 2006
En Argentina hay más de 3 millones de personas con asma y muchas desconocen los riesgos que conllevan los analgésicos para su enfermedad.

De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto de Alergia e Inmunología de Entre Ríos y publicado en los Resúmenes de la Asociación de Alergia e Inmunología Clínica de la Argentina, más del 10 por ciento de los pacientes asmáticos nuevos que consultaron al médico durante los últimos 10 años presentaron una historia de reacciones por medicamentos. De ese total, un 43,76 por ciento fue provocada por analgésicos.

Los principales medicamentos causantes de los cuadros de intolerancia fueron principalmente la aspirina (33 por ciento) y la dipirona (27,6 por ciento). La intolerancia a estas drogas fue manifestada a través de cuadros clínicos respiratorios como el asma de evolución crónica severa, la rinitis, los pólipos, la sinusitis intermitente evolucionando a crónica, además de vómitos, diarrea, dolor abdominal, reacción en la piel, urticaria/angioedema y anafilaxia (reacción general del organismo ante el contacto con un alergeno (proteína que produce alergia).

No obstante, en cuanto al paracetamol, fueron descriptas menos reacciones de intolerancia en pacientes con asma y su uso resulta seguro si no se superan los 1000 mg al día.

Ante estos datos, Anahí Yañez, directora Médica de la Fundación Cidea (Centro de Investigación de enfermedades alérgicas y respiratorias) destacó la importancia de que “el paciente evite la automedicación”.

“Para las personas asmáticas, determinados analgésicos como la aspirina o la dipirona, pueden ocasionarles cuadros clínicos serios. Por eso es necesario, que ante cualquier duda, el paciente consulte a su médico, quien le recomendará la mejor opción de tratamiento”, puntualizó Yánez.

El asma es un trastorno inflamatorio crónico de las vías aéreas, cuyos síntomas principales son sibilancias, falta de aire, opresión torácica y tos, en especial por la noche y/o por la mañana temprano. Estos síntomas se asocian habitualmente con limitación del flujo de aire, extensa pero variable, que es reversible, por lo menos en parte, ya sea espontáneamente o con tratamiento. Esta enfermedad se produce por la broncobstrucción y la inflamación de la vía aérea. Actualmente la enfermedad se cobra 1 de cada 250 muertes que ocurren en el planeta. El asma no es bronquitis ni enfisema.

El asma debe ser controlada para mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen, permitiéndole desarrollar sus actividades normalmente.

El control del asma requiere un enfoque combinado: es preciso educar a los pacientes para que manejen su enfermedad, y es indispensable seleccionar los medicamentos adecuados.

Un paciente que pueda identificar y evitar los factores desencadenantes, que tenga un buen manejo de sus crisis asmáticas y que siga el tratamiento según las indicaciones del profesional, podrá lograr un buen manejo de su enfermedad.

A largo plazo, los síntomas crónicos serán mínimos (idealmente ausentes), no será necesaria ninguna visita de emergencia u hospitalización, y no habrá limitación en las actividades que realiza el paciente, incluido el ejercicio físico.