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27 de diciembre de 2024
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Ansiedad Social: cómo afrontar este trastorno
Hablar en público, dar exámenes, asistir a reuniones sociales, concretar citas con potenciales parejas, son algunos de los miedos más recurrentes. Mediante la psicoeducación, la reestructuración cognitiva, la exposición y el juego, se brindan a los participantes nuevas habilidades sociales.
4 de abril de 2013
Las personas que padecen de ansiedad o fobia social se caracterizan por el temor desproporcionado al juicio que los demás tienen sobre ellos.

Eso los lleva a evitar situaciones generadoras de ansiedad: hablar en público, dar exámenes, asistir a reuniones sociales y concretar citas con potenciales parejas son algunos de los ejemplos.

Patricia Gubbay, directora de Hémera, Centro de estudios del estrés y la ansiedad, destacó que debido a esta evitación, "esas situaciones se vuelven cada vez más difíciles de afrontar y el circuito del miedo se retroalimenta".

Gubbay remarcó que "todo esto provoca en los individuos gran frustración, una importante baja en la autoestima y una reducción de su grado de libertad. Se vuelven temerosos y decodifican el mundo desde este lugar, desde esta perspectiva de creencias y condicionamientos".

"Las sensaciones que aparecen en el cuerpo cuando el miedo es intenso, son muy difíciles de tolerar. El corazón comienza a latir cada vez más rápido, la sensación de falta de aire, la sudoración, el enrojecimiento de las mejillas, la aparición de manchas coloradas en el cuello y el escote y a veces hasta mareos y temblequeo en las piernas, son los síntomas que se desencadenan cada vez que se debe afrontar alguna situación social. Las pensamientos que invaden la mente son del estilo de: qué van a pensar de mi, van a pensar que soy un idiota, un inútil, un tonto, no sirvo para nada, etc", explicó la especialista.

La experta destacó que "aislarse, esconderse, poner excusas, sufrir en silencio son solo algunas de las conductas que eligen estas personas para escapar del calvario".

Sin embargo aclaró que "hay algunos que deciden afrontar aquello que les causa temor pero con un costo emocional muy alto. Si tienen que presentarse a un examen oral o tienen que hablar en una reunión de trabajo lo hacen sobreponiéndose al pánico que les causa pensar que se van a quedar paralizados sin ser capaces de pronunciar una sílaba o que todos se van a dar cuenta de lo que les pasa y se van a reír de ellos a carcajadas delante de ellos o a sus espaldas".

Diferencias entre fóbicos

Gubbay destacó que "no todos los fóbicos sociales son iguales. Hay algunos que no se animan a hablar en público o sea no pueden dar exámenes orales. Prefieren no presentarse o pararse frente a una pregunta del profesor y decir que no estudiaron cuando en realidad están evitando las sensaciones que aparecerán si se quedan algún tiempo en la escena".

"Otros tienen miedo a relacionarse con el sexo opuesto. No van a fiestas ni a bares ni a reuniones donde haya gente desconocida. Como consecuencia no tienen pareja y miran a sus pares pensando que nunca van a poder tener, ni sentir lo que ellos tienen y sienten", comentó.

La especialista señaló que muchos arrastran el problema "desde la infancia otros empiezan a registrar el problema en la adolescencia".

"La adolescencia se les pasa y los primeros años de la juventud también. Cuando están por llegar a los 30 muchos toman conciencia que de seguir así no van a poder ser parte de nada, que van a estar condenados a la soledad y al sufrimiento o a lo sumo van a seguir con relaciones virtuales a través de la computadora, que son las únicas que pueden entablar sin que aparezcan los síntomas. Muchos participan de foros donde hablan con otros que tiene el mismo problema. Es una manera de no sentirse solos, ni prisioneros del destino", agregó.

Talleres de Ansiedad Social
Afortunadamente hoy en día pueden informarse y buscar ayuda a través de Internet. Muchos buscan ayuda profesional y la encuentran. Pero todavía falta la peor parte. Tienen que llamar concertar una entrevista y más tarde cuando llegue el día de la cita no echarse atrás y asistir. Todo ese proceso está plagado de idas y vueltas que muchas veces se logran superar.