Las relaciones sexuales estables van cambiando con el correr del tiempo: en algunos casos para mejor, con modificaciones dinámicas positivas, y en otros se van produciendo desencuentros que pueden dificultar la relación sexual de la pareja
Las relaciones sexuales estables van cambiando con el correr del tiempo: en algunos casos para mejor, con modificaciones dinámicas positivas, y en otros se van produciendo desencuentros que pueden dificultar la relación sexual de la pareja ¿Qué sucede cuando uno de los dos pierde el interés en el sexo, o peor, cuando uno de los dos nota que al otro en realidad nunca le interesó demasiado?
“En el caso de los hombres, cuando esta situación se presenta o se hace evidente esto puede derivar en disfunción eréctil”, explica el dr. Néstor Daffinoti, médico sexólogo y asesor del Boston Medical Group para Argentina.
Agrega además que “dentro de las múltiples causas que pueden provocar la disfunción –sean farmacológicas, orgánicas, y/o psicoemocionales- existen juntas o separadas de las anteriores las “causas compartidas” por ambos integrantes de la pareja estable”.
Nada como el principio
Cuando una pareja inicia su vida sexual en la mayor parte de los casos lo hace aportando cada uno su propia historia y sus propias expectativas. Así es que poco a poco integran un vínculo satisfactorio y recíproco en lo sexual que junto a los otros puntos de encuentro entre ambos los conduce a la relación estable.
Con el correr de los años comienzan las modificaciones de la relación según las nuevas expectativas de cada uno en particular y de los dos en común. Conviven, tal vez se transforman en matrimonio, luego llegan los hijos, pasan a ser una familia y enfrentan juntos los proyectos y la economía. La familia se hará entonces parte de las relaciones sociales compartidas de la pareja y de las que mantenga cada uno por separado, lo cual trae aparejados inevitablemente cambios en todos los aspectos de la relación.
Paralelamente, el tiempo transcurrido puede traer consigo la aparición de enfermedades (algunas con real incidencia en la disfunción eréctil del hombre) y modificaciones en los ciclos y equilibrios hormonales de la mujer que pueden alterar su desempeño sexual.
Con todos estos cambios poco queda de la relación sexual inicial, y mientras algunas parejas mejoran y se sienten más satisfechas, en otras el encuentro se deteriora y hasta se constituye como el área de conflicto principal de toda la relación vinculante.
Distintos comportamientos para un mismo problema
Algunas mujeres “disimulan” estas cuestiones para que todo lo “otro” de la relación se mantenga, y a veces consiguen este objetivo accediendo cada tanto a mantener relaciones sexuales pero sin desearlo. En otros casos no ocultan su desinterés sexual y lo “justifican” con distintas causas orgánicas: que fueron recientemente madres, que están embarazadas, que están amamantando, que les llegó la menopausia, etcétera.
Es el caso de Julio B., quien se acercó a realizar una consulta porque empezó a tener problemas para mantener una erección en las pocas oportunidades en las cuales su señora accedía a tener sexo.
“Encontramos que el problema era que las constantes “excusas” de su pareja derivaron en un problema para él y le resultaba imposible mantener o conseguir una erección. Por supuesto que hay infinidad de casos inversos, en los cuales es el hombre el que no tiene ganas e inventa excusas, y son muchos los que vienen acompañados de sus parejas a realizar la consulta“, explica Daffinoti.
Al respecto, el especialista explica que “a veces la edad o los procesos biológicos naturales de la mujer terminan siendo una excusa perfecta para su falta de deseo. Esto es algo peligroso para el hombre, ya que puede repercutir negativamente formándose un círculo vicioso que termina con la disfunción eréctil producida en buena medida por el desinterés mostrado por su pareja”.
Ante este panorama hay muchos hombres que deciden automedicarse y terminan empeorando la situación. En otros casos se “prueba afuera”, con resultados inciertos y peligrosos. Pero muchos otros no hacen nada porque les da miedo, o bien porque quieren mantenerse fieles a sus parejas. A pesar de que uno de cada tres hombres tenga o haya tenido algún problema sexual, ante la aparición del mismo es común que lo nieguen atribuyéndoselo al cansancio, a que “es la primera vez que me pasa” o simplemente a que tuvieron un mal día.
Sin embargo, si la situación persiste hay que hacerse ver: ”Según nuestras estadísticas el promedio desde que aparece la disfunción hasta que el hombre acepta tratarse es de cuatro años”, apunta el especialista del Boston Medical Group. “Es imprescindible entender que dejar pasar el tiempo solo empeora la situación, ya que como toda enfermedad, cuanto antes se la ataque más fácil será combatirla y solucionar la patología”, finaliza Daffinoti.