Las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD) son el pilar fundamental de la funcionalidad de las personas. Por ello, alentar a los adultos mayores a realizarlas por sí solos es prioritario. Estimular a quienes presentan algún tipo de dificultad, alguna discapacidad o están en rehabilitación conforma uno de los objetivos primordiales de la Terapia Ocupacional, y algo sobre lo cual las personas que los acompañan pueden ayudar.
(*) Por Miriam Cohn y la Terapista Ocupacional Cristyn González, del Servicio de Terapia Ocupacional de Hirsch, Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación
Rara vez nos detenemos a pensar en cómo hacemos para abrir una puerta, vestirnos, o dar cuerda a un reloj. Por lo general, no reparamos en las habilidades que se requieren para hacer esas actividades, hasta el momento en que se ve limitada nuestra capacidad para llevarlas a cabo.
Es por esto que decimos que para saber cuál es la ayuda que debe recibir quien atraviesa por esa situación –temporaria o permanente-, lo principal que tenemos que hacer es entender cuál es la dificultad.
Para conseguirlo muchas veces debemos analizar la actividad desmembrándola en los distintos pasos o acciones que la componen, y de esa manera, podremos comprender y ayudar mejor a quien lo precisa.
Aquí les damos algunos consejos para que ambos, ayudante y ayudado, estén más relajados en sus tareas diarias:
Alimentación: por lo general es la actividad en la que se conserva independencia por más tiempo.
Si las dificultades son de índole cognitivo, según el grado de compromiso podremos guiar la tarea con indicaciones verbales, estimular a que la realicen por imitación o guiarlo para el inicio del movimiento. Si, por ejemplo, hay limitaciones de movilidad y aparecen dificultades para el manejo de los utensilios hay que pensar en simplificar la tarea.
Utilizar platos con bordes, platos que mantienen la temperatura, tazas con asas cómodas, cubiertos con mangos engrosados, incrementar la consistencia de las comidas, etc. Si la persona requiere asistencia para comer, sentarse frente a ésta y respetar el ritmo con el que traga la comida.
Vestido: según cual sea la dificultad en el acto de vestirse será la ayuda que deberemos ofrecer. Si hay compromiso cognitivo podemos dar indicaciones verbales, organizar la tarea por pasos o dejar la ropa preparada en el orden en que debe ponérsela. Simplificar el tipo de vestimenta también es una acción recomendable. Si hay limitaciones motoras concretas existen técnicas específicas y adaptaciones útiles, como por ejemplo el colocador de medias.
Higiene El baño debería tener dimensiones adecuadas para que la persona pueda moverse de manera cómoda y segura, y sólo en el caso de que sea necesario ayudarla a realizar sus actividades más íntimas. Es importante evitar los factores de riesgo de caída o accidente, como por ejemplo tener extremo cuidado con los pisos mojados.
También, si no lo tiene aún, evalué la colocación de elementos de seguridad tales como barrales y antideslizantes. Al momento de bañarse, controle la temperatura del agua para que no queme y que resulte agradable.
También es importante la temperatura del ambiente: si hace frío no dan ganas de desvestirse, y esto puede generar un problema. Minimice las causas que pueden provocar rechazo al acto de bañarse, y anticipe las acciones a realizar. Si le va lavar la cara, por ejemplo, avíselo y no lo tome por sorpresa. Mantener una rutina en el horario y la forma de bañar puede facilitar la tarea, y trate de que la persona haga por su cuenta todos los pasos que pueda, siendo lo menos invasivo y lo más respetuoso posible.
Arreglo personal: los elementos de aseo a la vista estimularán el uso de los mismos. Pero si consideramos peligroso su uso en forma espontánea y autoválida, es aconsejable dejarlos guardados en el botiquín o placard y que no estén a la vista. Esto es válido para otro tipo de actividades también.
Uso del servicio: con la vejez o con determinadas enfermedades es frecuente que aparezca la urgencia miccional (apenas se siente la necesidad de orinar, no se es capaz de retener), o la incontinencia. Para minimizar los efectos de éstas es aconsejable llevar a la persona al baño con frecuencia anticipándose a la necesidad, es decir, armar una rutina. Si la persona usa pañales tenga en cuenta que igual el acto de evacuar es íntimo y privado, y que para cuidar la piel y el bienestar los pañales deben cambiarse con frecuencia.