Los efectos de la música en la salud y el bienestar físico y mental del adulto mayor y en las personas que están en rehabilitación son explicables por procesos neurofisiológicos y también comprobables a simple vista, tal como sucede en el ciclo de conciertos programados por el Centro para Adultos Mayores y Rehabilitación Hirsch, donde el arte sonoro confirma su poder terapéutico.
Los efectos de la música en la salud y el bienestar físico y mental del adulto mayor y en las personas que están en rehabilitación son explicables por procesos neurofisiológicos y también comprobables a simple vista, tal como sucede en el ciclo de conciertos programados por el Centro para Adultos Mayores y Rehabilitación Hirsch, donde el arte sonoro confirma su poder terapéutico.
“Nos llevó a otro mundo; y hablo de otro mundo porque es algo que no ves con los ojos abiertos”, aseguró Ángel Gulman, joven y declarado melómano de 80 años, emocionado tras el concierto realizado el 21 de abril.
La música es un lenguaje y, como tal, requiere de una intensa actividad perceptiva a nivel mental. Y además requiere una intensa actividad perceptiva, que supone otras habilidades cognitivas específicas.
Cuando se lucha contra el enlentecimiento de la actividad neural que suele provocar la vejez, el ejercicio de las funciones mentales que provee la buena música puede ser invalorable.
Su evidente poder terapéutico ha dado lugar al desarrollo de una disciplina específica –la musicoterapia–; pero el estudio de los efectos de la música a nivel cerebral recién comienza.
Un reciente estudio dirigido por la neurocientífica Nina Kraus en la Universidad del Noroeste (Chicago, EE.UU.) demostró, por ejemplo, que el entrenamiento musical es capaz de activar mecanismos cognitivos que preservan al cerebro del enlentecimiento neuronal en la vejez.
En sucesivas pruebas de habilidades cognitivas, los adultos mayores con entrenamiento musical que habían participado del experimento no solamente mostraban mejores resultados que las personas de su misma edad sin entrenamiento musical, sino que además su rendimiento era comparable al de personas mucho más jóvenes (sin formación musical, desde luego).
Lo que se ve a simple vista es que la experiencia de la música reconforta y refuerza la convicción de que hay experiencias que siempre vale la pena vivir. Por esto es que Hirsch, Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación, decidió organizar su ciclo de conciertos “Música para el alma”, como una más de sus iniciativas para mejorar la calidad de vida de la comunidad.
Este ciclo musical, según palabras de Iván Spollansky, Director General de Hirsch, “es un espacio creado para compartir y disfrutar del enorme poder de la música, la que nos acompaña a lo largo de nuestra existencia. Nuestros residentes, sus familias, amigos, personal, voluntarios y otros residentes de instituciones amigas, se congregan en nuestra casa para nutrirse de la música, rememorar y recrear a través de los sonidos sus recuerdos y su historia de vida, bailar, aplaudir, vibrar al ritmo de la melodía”.
El 21 de abril se inició este ciclo con la Orquesta Sinfónica Municipal de Tres de Febrero, que interpretó obras de Gioachino Rossini, Johann Strauss y la Séptima Sinfonía de Ludwing van Beethoven.
La planificación incluye una serie de cinco conciertos anuales, que prosigue el sábado 2 de junio con el Cuarteto Cariló interpretando música de Wolfgang Amadeus Mozart y de Johannes Brahms.
La programación incluirá también música popular argentina, como obras de Atahualpa Yupanqui y Astor Piazzolla que interpretará el Dúo Argentino en la tercera de las fechas (7 de julio), y espectáculos al aire libre en la temporada de primavera.
Calidad en casa
La “metodología” de “Música para el alma”, explicó Spollansky fue acercar al Centro una serie de espectáculos de la más alta calidad, presentados por músicos distinguidos en el ámbito musical y artístico, “seleccionando cada temática en función de la diversidad buscada y tratando de abarcar un amplio abanico de opciones y estilos musicales, siempre pensando en su disfrute, su bienestar y su satisfacción”.
La musicóloga Mabel Mambretti de Alemann tuvo no poco que ver en la iniciativa. Mambretti preside la asociación Ars Nobilis, que organizó el primer concierto y que desde hace 16 años produce ciclos anuales de conciertos libres y gratuitos de música sinfónica, coral, vocal y solística; pero además, desde septiembre de 2011 su madre se cuenta entre los residentes de Hirsch, lo cual le generó a ella misma un fuerte vínculo con la institución: “Eso me ha dado oportunidad de ver cómo se vive allí, de trabar relación con la gente y conocer sus deseos y necesidades”.
Así lo cuenta: “Como siempre pensé que la música es una excelente medicina para el alma pero también para el cuerpo –continúa–, decidimos hacer un ciclo de conciertos aquí, como lo habíamos hecho en tantos otros lugares –Ars Nobilis ha organizado ciclos, entre otras sedes, en la Facultad de Derecho de la UBA, en el palacio legislativo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el Jockey Club, y en varias iglesias, como la de San Francisco que el 16 de junio celebra sus 400 años con un evento musical a cargo de esta asociación–. En nuestro primer concierto en Hirsch, ver los rostros de la gente, durante el evento y después, nos confirmó nuestras mejores expectativas”.
Al señor Gulman, el relato del último concierto lo lleva a rememorar su propia historia: “Me transporté, me sentí dentro de la Música. Fue extraordinario, todo el mundo salió más que satisfecho. Estuvo repleto, cada uno en su instrumento nos dio una dulzura increíble. Suelo ir a ver óperas, a escuchar música clásica, algo que en mi familia se hacía siempre, desde que era chico. La primera vez que llegué a mi casa y escuché un concierto era la Séptima Sinfonía de Beethoven, que hasta hoy recuerdo. Tenía 15 años nomás, pero lo recuerdo como si fuera hoy”.
La música tiene poder
Los investigadores estadounidenses de Chicago publicaron en la revista científica Neurobiology of Aging que, incluso a edades avanzadas, el entrenamiento musical intensivo es capaz de potenciar el procesamiento mental del lenguaje e incrementar la capacidad de comunicación, especialmente en ámbitos ruidosos, donde las personas mayores suelen tener problemas para decodificar las palabras.
En estudios anteriores, Kraus y su equipo del Auditorio Laboratorio de Neurociencias habían comprobado los efectos de la música en la plasticidad cerebral (la capacidad que tienen las neuronas de desarrollar nuevas redes y reorganizarse en sus funciones) a diferentes edades: resultó que puede reducir la pérdida de memoria, además de favorecer notablemente el desarrollo mental cuando se enseña en la niñez. En la Universidad de Zurich (Suiza) también existe un equipo de científicos trabajando sobre las posibilidades terapéuticas de la música a nivel neurofisiológico.
Otra faceta del poder terapéutico de la música pasa por la socialización, y a eso apunta también el ciclo de conciertos: “Queremos que participe de esto la mayor cantidad posible de residentes en Hirsch junto con sus familias, pero también gente de otras instituciones vecinas y de toda la comunidad, porque es una actividad abierta; esto realmente nos hace bien a todos”, señaló a su vez la licenciada Mercedes Olmedo, responsable de la Gerencia de Servicios Sociales.
El hecho de saber que contaban con una gran población melómana en la institución, asegura, facilitó mucho las cosas a la hora de hacer realidad el proyecto. “Me gustó, estuvo muy lindo –recuerda ahora sobre el primer concierto uno de ellos: Carlos Lowenstein, de 67 años–. Había mucha gente, estaba todo lleno, más los 40 músicos de la orquesta. Yo creo que les gustó a todos”.
Además de los estudios y disciplinas que avalan el poder terapéutico de la música, el sólo hecho de disfrutar es de por sí terapéutico. “Lo es por la música en sí, para quienes gustan de ella, pero también lo es porque con esto promovemos el encuentro de las familias y el intercambio generacional a través de una actividad compartida”, señala la licenciada Olmedo.
Por otra parte, se ha demostrado que el tipo de experiencias placenteras que se obtienen con la música favorecen la actividad de las dopaminas, sustancias que participan en la transmisión de los impulsos del sistema nervioso y que son las que escasean en enfermedades como la de Parkinson.
La iniciativa se vuelve aun más relevante si se tiene en cuenta que mucha de la gente que disfruta de estas actividades no tiene posibilidad, por razones médicas, de trasladarse a lugares donde se den conciertos u otro tipo de espectáculos.
El ámbito dedicado al primer concierto fue la sala mayor de Hirsch: “Impacta ver cómo gente que no ha salido de su lugar de residencia en el caso de los adultos mayores, o que está transitoriamente, como el caso de las personas que están en rehabilitación, se traslada a este lugar donde la música es un bálsamo para el alma, que la deja llena de satisfacción y de paz”, comentó por su parte Spollansky, quien agradeció especialmente a Mambretti y Ars Nobilis por el éxito de la primera fecha de este ciclo. El sábado 2 de junio, la música seguirá sonando y brindado deleite, satisfacción y salud entre los residentes de Hirsch, y entre aquellos que deseen acercarse –previo llamado, porque los cupos son limitados- a disfrutar de la buena música.