Tener una e enfermedad crónica no es obstáculo para llevar una vida plena y productiva.
La enfermedad renal crónica (ERC) es una condición que daña los riñones de manera irreversible. Cuando la capacidad de funcionamiento de estos órganos es inferior al 10 %, es imprescindible realizar diálisis o recurrir a un trasplante renal. Las personas que están en diálisis deben cuidar, además, su
alimentación, medicación y muchos otros detalles que implican un cambio radical de vida.
"Escuchar el diagnóstico es muy difícil y la etapa de adhesión al tratamiento es conflictiva", explica la licenciada Laura Fornés, miembro del área de psicología de Diaverum, de la localidad de El Bolsón. "Hay tristeza, enojo, impotencia y también un duelo, por tener un órgano que ya no funciona como antes y una vida que
necesariamente va a cambiar".
La vida social, la pareja, la sexualidad y el trabajo se ven afectados. El estado anímico de los pacientes renales atraviesa distintos momentos, ligados a la evolución de la enfermedad, que también dependen de la edad, el entorno familiar y a los recursos personales con los que cuenta cada uno.
"Lo que nosotros tratamos de hacer es acompañarlos para que puedan trascender la enfermedad y centrarse en los positivo" –dice Laura Fornés -. "Si bien la ERC es una enfermedad complicada, los alentamos a que conserven el registro laboral, el social, el educativo. Cuando los pacientes establecen sus metas y objetivos,
encuentran sus propios recursos para resignificar el dolor y encontrar nuevas posibilidades. El arte también ayuda; a través del arte se puede trascender la enfermedad. Y cuando se despliegan estas capacidades, vemos que muchos pacientes nos dan lecciones de vida".