Un inicio de clases saludable
El Ministerio de Salud acerca a los padres información sobre las vacunas del Calendario Nacional de Vacunación que deben aplicarse los chicos para estar protegidos. Además, propone realizar controles de salud en la vista y la audición para que comiencen la escuela en buenas condiciones.
16 de febrero de 2012
Tener los esquemas de vacunación al día para evitar enfermedades como el sarampión, la rubéola y las paperas, y hacerles a los chicos controles oftalmológicos y odontológicos son claves para garantizar el buen rendimiento escolar. A pocos días del inicio de clases, especialistas en inmunizaciones y salud comunitaria del Ministerio de Salud de la Nación, a cargo de Juan Manzur, realizaron una serie de recomendaciones para que los padres controlen la salud de los chicos antes de empezar el año lectivo.
La escuela –como todo ámbito de reunión de personas donde se comparten muchas horas–, suele ser un lugar factible de transmisión de enfermedades. Es por eso que reviste gran importancia que los niños tengan completos los esquemas de inmunización que indica el Calendario Nacional de Vacunación. Carla Vizzotti, jefa del Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles explicó que “los chicos que empiezan primer grado deben aplicarse tres vacunas: la Sabin, la Triple Viral y la Triple Bacteriana, ya que son el refuerzo necesario para que el organismo genere defensas contra siete enfermedades que pueden producir, en algunos casos, secuelas graves”.
Con las tres vacunas indicadas para el ingreso escolar, los chicos adquieren inmunidad contra la poliomielitis, el sarampión, la rubéola, las paperas (parotiditis), la difteria, la tos convulsa y el tétanos. Al respecto, la especialista indicó que “estas vacunas son gratuitas y obligatorias, y están disponibles en todos los hospitales y centros de salud del país”, a la vez que agregó que “hay que tener en cuenta que aplicarse las vacunas implica un comportamiento solidario, ya que a través de ellas se garantiza que queden protegidos no sólo los chicos que las reciben, sino todo su entorno, sus compañeros de grado, sus hermanitos y hasta aquellas personas que no pueden aplicarse las vacunas por problemas de salud”.
Cabe destacar que la administración de las mismas puede realizarse simultáneamente ya que no se altera la producción de defensas y tampoco generan reacciones adversas. En ese sentido, Vizzoti aclaró que “inclusive si un chico tiene fiebre, está recibiendo antibióticos, está resfriado o tiene diarrea leve, puede y debe vacunarse igual”.
A los 11, refuerzos para todos y VPH para las nenas
Pero no sólo deben inmunizarse los niños que comienzan primer grado. A los 11 años, es otra etapa de la vida en que los chicos deben recibir vacunas de refuerzo para mantener una buena prevención, y en el caso de las niñas, comenzar con la aplicación de las tres dosis de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) –incorporada al Calendario Nacional de Vacunación en 2011 por la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner–, que las protege contra el cáncer de cuello de útero.
Según lo indicado en el calendario oficial, todos los chicos y chicas de 11 años deben aplicarse un refuerzo de la Triple Bacteriana Acelular para garantizar la inmunidad contra la difteria, la tos convulsa y el tétanos.
En el caso de las niñas, esta edad es la elegida por los expertos en inmunizaciones para que se apliquen la vacuna contra el VPH. El esquema completo para que las niñas adquieran inmunidad contra este virus –causante de más del 90 por ciento de los casos de cáncer de cuello de útero–, consiste en la aplicación de tres dosis, la primera al momento cero, la segunda al mes y la tercera a los seis meses de la primera dosis.
Con respecto a la inmunización contra la Hepatitis B y la Triple Viral, es necesario chequear en el carnet de vacunación si fueron recibidas las dosis anteriores y, en caso de no tenerlas, se debe consultar al médico para completar el esquema de vacunación.
Controles médicos
Además de chequear que los chicos tengan las vacunas que corresponden, la cartera sanitaria recomienda a los padres que realicen consultas médicas con pediatras, otorrinolaringólogos, oftalmólogos y odontólogos con el fin de controlar la capacidad auditiva, la visión y la salud bucal de los niños.
La detección precoz de disminución visual en los chicos y su corrección oportuna resultan indispensables a la hora de minimizar el impacto que produce ésta patología en el rendimiento e integración escolar del niño y su desarrollo socioafectivo. “El ojo del niño, a diferencia del adulto, se caracteriza por variar sus parámetros de normalidad según la edad de cada chico, por eso se recomienda realizar un control oftalmológico anual para valorar, entre otras cosas, la agudeza visual”, manifestó Silvia Báez Rocha, directora de Medicina Comunitaria del Ministerio de Salud.
En cuanto a la audición, Báez Rocha —quién además tiene bajo su área el Programa de Sanidad Escolar (PROSANE) –, sostuvo que “si los padres creen que su hijo tiene pérdida auditiva o está sordo, deben pedirle al pediatra que le haga una prueba de la audición lo antes posible. Los signos y síntomas son diferentes en cada niño”.
Demorar la detección de estos problemas puede generar “que los chicos no se comuniquen en forma clara y no hagan lo que se les indica interpretándose erróneamente como una falta de atención, pero en realidad puede ser el resultado de una pérdida auditiva parcial o total”, detalló la funcionaria.
Cabe consignar que el 85,7 de los niños poseían cobertura de vacunación correcta al ingresar a la escuela en 2011, según datos de un estudio realizado por el PROSANE, programa del Ministerio de Salud de la Nación, en el que fueron evaluados 55.000 alumnos pertenecientes a 360 establecimientos educativos del todo el país. El mismo sondeo mostró que respecto de los problemas de salud, sólo el 5,9 por ciento de ellos usaba lentes, el 2,8 por ciento padecía algún grado de hipoacusia y el 6 por ciento tenía algún trastorno de fonación.
En relación a la salud bucal, la investigación indicó que al 58 por ciento de los estudiantes se les había aplicado flúor y el 13,4 por ciento padecía mal alineamiento de los dientes superiores e inferiores. Del total de los niños estudiados, el 30,7 por ciento fueron derivados a especialistas; el 16, 6 por ciento a odontología; el 3,5 por ciento a oftalmología; el 2,9 por ciento a nutricionistas; y el 2,8 por ciento a pediatría.