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Por Leonardo Coscia
Niños y adolescentes pueden ser hipertensos
19 de mayo de 2011
En la niñez y la adolescencia la hipertensión (HTA) no representa un compromiso para la salud tan grave como en la edad adulta, en la que es la principal causa de ACV, uno de los más importantes factores de riesgo cardíaco, un factor de progresión de insuficiencia renal y un agente que deteriora las funciones cognitivas y causa trastornos del sueño y de la capacidad sexual. Pero la adquisición de buenos hábitos a edad más temprana –según confían los especialistas– constituye la mejor actitud para cuidarse y prevenir la enfermedad en la adultez.

“La modificación de los hábitos de vida como llevar una dieta con más vegetales y menos grasas saturadas, bajar el consumo de sal evitando los alimentos industrializados que la contienen en gran cantidad, bajar de peso o mantener un peso acorde a la talla y desarrollar algún tipo de actividad física, son beneficiosas en personas de todas las edades. Pero instalar estos hábitos en los chicos es la mejor medida de prevención”, señaló Daniel Piskorz, recientemente elegido Presidente de la SAHA.

Aún cuando no sean hipertensos, los niños hijos de padres hipertensos ya presentan una menor elasticidad en la pared de sus arterias, y su presión es ligeramente más elevada que la de los chicos sin antecedentes. En la adolescencia, si se agregan a la genética factores como la obesidad y el alto consumo de sal –impulsados por el exceso de “snacks” y comida chatarra–, junto a hábitos sedentarios y el abuso de sustancias tóxicas -el tabaco y el alcohol son las principales- aumentaría la tendencia a ser hipertenso.

A través de un estudio clínico de la población de menor edad en la localidad rural de María Ignacia Vela–reconocido por un jurado de nivel internacional con el Premio “J.C. Fasciolo” como Mejor Trabajo de Investigación Clínica en HTA durante el XVIII Congreso Argentino de la especialidad– se comprobó que en los chicos en edad escolar con sobrepeso u obesidad ya existen marcadores bioquímicos relacionados con el taponamiento de las arterias y el aumento de la presión arterial.

“Los estudios realizados enfatizan la importancia de controlar la presión y el peso desde edades tempranas y revelan una necesidad imperiosa de implementar programas oficiales destinados a modificar los hábitos de vida sedentarios desde la niñez”, señaló el doctor Alejandro Díaz, director del Proyecto Vela, que desde 2007 realizan médicos de la Universidad Nacional del Centro, el HIBA y el Hospital “Rodríguez Larreta”.

Si la HTA debe ser tratada farmacológicamente o no en los chicos y adolescentes es materia discutible entre los especialistas –siempre y cuando se sepa que se trata de HTA esencial y que no es causada por otros problemas orgánicos de gravedad. En tanto, los nuevos estudios certifican que es prevenible modificando ciertos hábitos, aún cuando haya predisposición genética, factor que no se puede modificar.

Una edad decisiva
Con respecto al factor genético, Sebastián Obregón, médico del Centro de HTA del Hospital Universitario Austral, e investigador principal de un estudio realizado en Pilar que evaluó el estado de las arterias en chicos con antecedentes familiares, señaló que “se sabía que los antecedentes familiares influyen, pero no se sabía a qué edad comienzan realmente los problemas de hipertensión en los chicos con predisposición”. Según los resultados, esta edad crítica se encuentra entre los 9 y los 12 años.

En este sentido, Obregón sostiene que “el gran problema epidemiológico que existe a la hora de hacer prevención es que a los chicos en general no se les toma la presión; lo normal es que se enteren de cuáles son sus valores recién en los exámenes pre-ocupacionales, cuando ya son mayores”.

El estudio -realizado en conjunto con la Universidad de Erasmus de Rotterdam (Holanda)– consistió en reunir un grupo de 72 niños sanos entre 4 y 12 años. Algunos de ellos tenían padres con HTA y otros no. A todos se les controló la presión mediante la tabla de percentilos (que determinan los valores normales de presión arterial según la talla, el peso y la edad) y la frecuencia cardíaca. Además, se evaluaron, mediante tecnología de diagnóstico por imágenes, otros parámetros que permiten conocer el estado de las arterias.

“En los chicos entre 9 y 12 años con padres hipertensos se comprobó un pequeño aumento de la presión arterial, aún dentro de los valores normales –aclara el doctor Obregón–, y se vio que sus arterias se empiezan a comportar como si estuvieran más rígidas que en los años previos. Estos chicos ya tienen una predisposición al deterioro de las arterias y, sin que estén enfermos, ya se puede hacer en estos chicos algunas maniobras de prevención como estimular el ejercicio físico o restringir el consumo de sal, para que esto no se transforme en un problema”.

Números que merecen atención
Otro estudio reciente, denominado ERICA (Estudio de los factores de Riesgo Cardiovascular en Adolescentes) y realizado por un grupo de trabajo integrado por profesionales del Distrito Sudeste de la SAHA, halló una prevalencia de HTA del 10,6% en una población de más de 1000 adolescentes, estudiantes secundarios de la localidad bonaerense de Batán. Esta cifra es significativamente superior a la de los estudios internacionales de referencia realizados, en 2007, en estudiantes secundarios estadounidenses1, que hablaban de un 4,5% de chicos hipertensos.

Los autores de este estudio –entre los que se encuentran los doctores Walter Abraham y Gustavo Blanco– encontraron una asociación estadísticamente significativa entre la HTA y el sobrepeso u obesidad, factores de riesgo que afectaban en total a más del 30% de los chicos participantes.

Según proyecciones de la SAHA basadas en estudios parciales realizados en diversas localidades argentinas, la HTA afecta a aproximadamente un tercio de la población adulta. Y las causas de esta prevalencia creciente, como se ve, no están ligadas sólo al envejecimiento de la población: la edad es efectivamente un factor de riesgo para el aumento de la presión, pero desde antes de la adolescencia ya se puede hacer mucho para prevenir.

¿Por qué es peligrosa la HTA?
Accidente cerebrovascular (ACV), arteriosclerosis, infarto de miocardio y otras afecciones cardiovasculares, insuficiencia renal, trastornos del sueño y/o deterioro cognitivo prematuro son algunas de las consecuencias que la HTA puede producirnos. Como en general no presenta síntomas, estas patologías suelen manifestarse sin aviso previo. Además, hoy se sabe que existe una relación directa entre la presión arterial elevada y la ocurrencia de estas enfermedades cardiovasculares y muerte, es decir cuanto más alta es la presión arterial mayor es la probabilidad de enfermar o morir. 

Por ello, los especialistas insisten en la importancia de la prevención de la Hipertensión Arterial. La primer medida que podemos tomar es conocer cuál es nuestra presión, por eso debemos medirla por lo menos, una vez al año.

Los factores que más influyen en el desarrollo de HTA son el sobrepeso (sobre todo la obesidad abdominal), una dieta rica en sal (no sólo la sal que se agrega a las comidas sino todos los alimentos industrializados que contienen en su composición sodio, incluso aquellos que son dulces) y la falta de actividad física diaria. Otro factor determinante es la carga genética.

Según la 2° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2009 (ENFR), realizada por el Ministerio de Salud de la Nación, el 53,4 por ciento de la población tiene sobrepeso y obesidad. Por lo tanto, también es necesario crear conciencia sobre la importancia que tiene controlar el peso, llevar una dieta restringida en sal y mantener una actividad física moderada y regular. Dichas acciones son sinónimo de Presión Arterial saludable y contribuyen fuertemente a la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Diversos estudios locales según informan las autoridades de la SAHA, entre el 29,7% y el 39,8% de la población adulta del país padece HTA, que se diagnostica con valores iguales o mayores a 140 mm Hg de presión arterial sistólica (máxima) y/o valores mayores o iguales a 90 mm Hg de presión arterial diastólica (mínima). En los niños la toma se realiza con mangos especiales acordes al diámetro de su brazo y se calcula en base a su edad, peso y talla.