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Por Leonardo Coscia
Cómo afecta el Síndrome de Estrés Post Vacacional
20 de enero de 2011
El Síndrome de Estrés Post-Vacacional puede provocar tristeza, apatía, depresión, taquicardia, sensación de ahogo, tensión, dolores musculares y problemas de estómago. La población que está más expuesta son los adultos jóvenes de entre 25 y 40 años.

Patricia Gubbay de Hanono, directora de Hémera Centro de estudios del estrés y la ansiedad (www.hemera.com.ar / info@hemera.com.ar), definió al síndrome "como un estado patológico asociado a una serie de síntomas simultáneos, generalmente tres o más. De estrés post-vacacional como sus palabras lo indican es el estrés que aparece después de las vacaciones".

Gubbay de Hanono indicó que, aunque no está aceptada como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales, "se le está dando cada vez mayor importancia".

"Algunos autores piensan que ésta es simplemente una situación transitoria que desaparece cuando la persona transita el proceso de adaptación a la nueva situación. Por ejemplo volver al trabajo y las rutinas diarias en el caso de los adultos y en el caso de los niños volver a la escuela", indicó la especialista.

La directora de Hémera Centro de estudios del estrés y la ansiedad señaló que cuando el proceso de adaptación fracasa "se generan una serie de síntomas tanto físicos como psicológicos".

"Estos síntomas si perduran en el tiempo pueden repercutir en la calidad de vida de quien lo padece. El cuadro presenta problemas de insomnio, con una marcada somnolencia durante el día, falta de concentración, desidia con respecto a las tareas que se deben enfrentar y ansiedad. También pueden aparecer tristeza, apatía, depresión, taquicardia, sensación de ahogo, tensión, dolores musculares y problemas de estómago", añadió.

Según Gubbay de Hanono, la causa principal de este síndrome "es el cambio en el ritmo diario, la alteración del reloj biológico. Durante las vacaciones el ritmo de vida sufre un cambio significativo".

"En general nos acostamos más tarde y lo mismo ocurre con la hora de levantarnos. Hay un desorden total en nuestros hábitos y nuestra rutina. La alimentación varía como así también nuestra actividad social. La vuelta a la vida de todos los días significa un cambio brusco para nuestro organismo. Si a esto le agregamos la falta de motivación en el trabajo o en las actividades que se deben emprender al regreso, la vivencia subjetiva puede ser muy negativa. La combinación de ambas situaciones puede dar lugar al síndrome post- vacacional", explicó la experta.

Asimismo, comentó que la población que está más expuesta son los adultos jóvenes cuyas edades oscilan entre los 25 y los 40 años.

Humbelina Robles Ortega, una investigadora de la Universidad de Granada, dice que el 35% de los trabajadores españoles padecen del síndrome post- vacacional. Recomienda:

- Dividir el tiempo de las vacaciones. Es preferible salir de vacaciones dos veces de 15 días en lugar de una vez de 30 días.
- Volver unos días antes para tener tiempo de readaptarse a los nuevos hábitos de siempre, como acostarse temprano.
- Planear escapadas durante el año, no sólo durante el verano.

Si a la vuelta de las vacaciones nos encontramos con trabajo acumulado durante el tiempo de descanso es recomendable ordenar la agenda priorizando las tareas más urgentes dejando en segundo lugar aquellas que pueden postergarse sin provocar inconvenientes.

Si los síntomas descriptos al comienzo persisten en el tiempo, especialmente problemas de ansiedad e insomnio se debe consultar a un especialista. La ayuda farmacológica en algunos casos también resulta muy efectiva.

También afecta a niños
Gubbay de Hanono puso de relieve que "entre un 5 y un 8% de los niños sufren este síndrome. Los síntomas son tristeza, apatía, decaimiento, falta de concentración e irritabilidad. También pueden padecer problemas de insomnio, dolores de cabeza o de estómago".

"Para prevenir la aparición de éstos síntomas los padres deben ayudar a sus hijos a recuperar la rutina antes de empezar las clases. Es importante regular los horarios de acostarse y de levantarse. Hacer un repaso de los conceptos básicos aprendidos el año anterior. Preparar los útiles y el uniforme para comenzar las clases. Volver a aquellas rutinas necesarias para que el niño pueda sentirse seguro en afrontar los nuevos desafíos de su vida".

La especialista remarcó que "un clima amoroso dónde las necesidades físicas y psicológicas del niño sean tenidas en cuenta es siempre el mejor remedio para prevenir la aparición de cualquier patología".