Por Leonardo Coscia
8 de cada 100 niños podrían ser hipertensos
4 de noviembre de 2010
Hasta hace pocos años se consideraba que la hipertensión arterial en los niños y adolescentes se daba casi exclusivamente como consecuencia de alguna otra patología asociada, mayormente de origen renal o vascular.
Hoy los especialistas coinciden en que cada día se ven más casos de hipertensión arterial primaria o esencial (sin otras causas) en niños y, sobre todo, en adolescentes. Y si bien la hipertensión arterial a edad temprana no tiene las mismas consecuencias que en la edad adulta, las causas sí parecen ser las mismas: sobrepeso y obesidad, hábitos de vida sedentarios, unidos desde luego a la predisposición genética.
“Lo más probable es que los adultos que hoy son hipertensos hayan comenzado a serlo en su infancia, y que en su momento nadie les haya tomado la presión arterial”, explica la doctora Rosa Simsolo, médica especialista del consultorio de Hipertensión Arterial del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la ciudad de Buenos Aires –el primer consultorio de hipertensión pediátrica en el país, creado en 1981– y miembro de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).
“Cuando un niño o un adolescente desarrolla hipertensión arterial, hay un 70 por ciento o más de probabilidades de que sea hipertenso en la edad adulta”, agrega la especialista.
Según la SAHA, a la mitad de los niños argentinos entre 7 y 18 años nunca se les ha tomado la presión.
“Sin embargo, detectando la hipertensión o el colesterol alto a edades tempranas, se pueden implementar medidas preventivas y profilácticas para evitar el desarrollo de la hipertensión en el futuro”, sostiene.
La relación entre hipertensión arterial y obesidad está sobradamente comprobada. Los últimos datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) muestran lo que ocurre en las mujeres entre 10 y 49 años –un rango de edades muy amplio–: entre las que no tienen problemas de obesidad, el 60,7% tienen presión normal, mientras que sí son obesas, sólo el 27,5% tienen presión normal, y el 41% está en estado de pre-hipertensión o presión limítrofe, es decir: presión arterial sistólica entre 120 y 140 milímetros de mercurio. Un 31,5% de quienes tienen problemas de sobrepeso ya padece hipertensión arterial en ese rango de edades tempranas, cuando apenas un 8,4% de las mujeres con peso normal tienen ese problema.
Factores de riesgo y de prevención
La doctora Nora Bueno, jefa de Cardiología Pediátrica del Hospital Municipal de Córdoba y miembro de la SAHA, señala que los principales factores predictores de hipertensión arterial primaria son la herencia genética (los hijos de padres hipertensos tienen más riesgo de serlo) y el haber nacido con bajo peso.
“Desde luego, la obesidad y el sobrepeso son el factor principal, sumados a otros que se agregan en la adolescencia, como el hábito de fumar”. El otro factor de riesgo muy importante, que puede ser común a niños y adolescentes, son los hábitos de vida sedentarios.
Estadísticas realizadas en 2007 sobre población de adolescentes de colegios secundarios estadounidenses revelaron que un 4,5% de los mismos tienen hipertensión arterial.
Otro estudio, sobre un relevamiento de más de 14.000 historias clínicas de chicos entre 3 y 18 años y publicado en la prestigiosa revista Journal of the American Medical Association (JAMA) , arrojó resultados en el mismo rango. En la Argentina no hay cifras tan precisas, pero el fenómeno de la globalización, con sus estándares de alimentación y estilo de vida, hace que los números tiendan a ser similares en todas las sociedades urbanas.
Los especialistas de la SAHA advierten que es importante insistir con el control de la presión arterial en los consultorios pediátricos, lo cual hasta hace pocos años no era en absoluto habitual: “Detectando factores de riesgo en la niñez y la adolescencia, se pueden implementar medidas preventivas muy efectivas para evitar el desarrollo de hipertensión arterial en el futuro”, aseguró Simsolo.
El diagnóstico
“Si bien la prevalencia de hipertensión en niños y adolescentes es unas 30 veces menor que en los adultos, no dejan de ser cifras significativas” remarca el doctor Luis Pompozzi, pediatra clínico del equipo de Hipertensión del Hospital de Pediatría “Juan Garrahan” y miembro también de la SAHA.
En general la hipertensión arterial no da síntomas, y sólo es detectable mediante la toma de presión. Pompozzi aclara que la mayoría de las hipertensiones en niños se asocian con los mismos factores de riesgo controlables que la hipertensión en adultos, y que esto es tanto más frecuente cuanto más se acerca la edad del paciente a la adolescencia.
En cambio, explica, “cuanto menor es la edad del niño a la que se diagnostica hipertensión, más probable resulta que esta sea causada por alguna otra causa que hay que identificar, por lo que es fundamental hacer un correcto diagnóstico”. No obstante, no hay que asustarse de antemano: también existe hipertensión esencial (es decir, primaria) en niños a edades muy tempranas.
Simsolo agrega a esta problemática los índices de prehipertensión –es decir, valores elevados según las tablas de percentilos, pero que no llegan a ser considerados hipertensión– que arrojan los estudios mencionados; hasta un 3,5%, lo cual eleva la proporción de chicos en riesgo de hipertensión arterial hasta un 8 %.
“A pesar de que todas estas mediciones estaban tomadas, estos chicos nunca tuvieron formalmente diagnóstico de hipertensión o de prehipertensión –señala la doctora–. Afortunadamente hoy en los consultorios de pediatría se toma la presión arterial más que antes, pero también es necesario que los médicos pediatras presten atención a los valores que obtienen, especialmente a aquellos que sin llegar a ser de hipertensión están en valores limítrofes altos.”
A diferencia de las personas de edad adulta, donde existen valores estándar de presión arterial que se consideran normales o no en función del grado de riesgo que representan, los pediatras utilizan para evaluar la presión arterial una tabla de percentilos: una lista de valores de presión arterial que serían los normales de acuerdo con las diferencias de altura, peso y sexo del niño.
La doctora Bueno explica que en los niños con factores de riesgo previos (diabetes, insuficiencia renal crónica o hiperlipidemia), se considera hipertensos a los chicos cuyos valores están por encima del percentilo 90. “En los que no tienen factores de riesgo, tales como cardiopatías, diabetes tipo 1 o enfermedad renal, se toma como referencia el percentilo 95”, señala.
Hacia un cambio de hábitos
Las medidas de tratamiento de la hipertensión arterial dependen fundamentalmente de cual sea su origen y de los factores de riesgo, por lo que existen estrategias generales para su tratamiento pero deberían adaptarse para cada niño. Existen tratamientos farmacológicos específicos para la hipertensión arterial incluso a edades tempranas, pero cuando está descartado la existencia de una alteración específica de base, en general se los trata con medidas higiénico dietéticas; básicamente, bajar de peso, adecuar la dieta y adquirir hábitos de vida más saludables.
“Lo primero que se hace en casi todos los casos es reducir el consumo de grasas e incorporar o incrementar el consumo de frutas y verduras, promover la actividad física, evitar el sedentarismo”, indica Pompozzi.
En los chicos con obesidad, señala la doctora Bueno, “el sólo hecho de bajar de peso hace bajar los valores de presión”. En general, recuerda, hay que tener en cuenta que los requerimientos calóricos de los chicos en edad de crecimiento son diferentes que los de los adultos. Al igual que en el adulto, hay pacientes que son sensibles al consumo de sal aumentando la presión: “En esos caso –señala la médica del hospital cordobés– tratamos de que se reduzca la sal de la dieta”.
Pompozzi remarca que “es imposible pensar en este tipo de cambios si no se logra el compromiso de toda la familia en el tratamiento”. Según resume la doctora Simsolo, “la hipertensión arterial es una epidemia muy difícil de controlar en los adultos, por eso es tan importante poder comenzar desde chicos, concientizando para lograr hábitos de vida más saludables para evitar que cuando sean adultos tengan un mayor riesgo de sufrir hipertensión arterial”.
En la Argentina se estima que unos 7 millones de personas padecen hipertensión arterial, y sólo un 14% de ellas tiene sus valores tensionales controlados. Los especialistas esperan que el hábito de medir la presión a toda edad, incluyendo los niños y adolescentes, permitirá sin duda mejorar los niveles de control de esta silenciosa epidemia, que no da síntomas pero genera grandes riesgos para la salud.
Cómo se toma la presión a los chicos
La forma de medir la presión a un niño es ligeramente diferente a la de hacerlo en los adultos. Un video educativo de la SAHA (disponible en www.saha.org.ar) muestra que, en cuanto a instrumental, la única diferencia se da en el tamaño del manguito que rodea al brazo. Pero por la situación de ansiedad que es habitual en los chicos ante la consulta médica, lo que se indica es hacer una medición al inicio de la consulta y otra cuando esta finaliza, y efectuar el promedio entre ambas, que será finalmente el valor tenido en cuenta.
Tranquilo y con las ropas holgadas, el paciente debe sentarse con la espalda apoyada en el respaldo, si es pequeño puede estar en el regazo de un adulto. Luego extenderá el brazo sobre la mesa. Brazo, mango, instrumentos de medición y perita deben estar a la altura del corazón del paciente. Es importante que no esté agitado.
Con el mango cubriendo toda la circunferencia del brazo y el estetoscopio sobre la arteria adecuada, el médico o quien tome la presión inflará con la perita hasta que la columna de mercurio o la aguja alcance un valor elevado, y luego lo hará bajar con el tornillo de la perita.
La presión sistólica es el valor que marca el tensiómetro cuando se escucha el primer ruido, y la diastólica, el valor de presión registrado cuando la columna o la aguja se estabiliza y deja de escucharse el ruido con el estetoscopio.
“En general, para que el diagnóstico sea correcto, es necesario hacer tres tomas, y en tres oportunidades diferentes”, aclara la doctora Nora Bueno. En base a eso, se obtiene un promedio que será el valor tomado para el diagnóstico.