Por Leonardo Coscia
La otra cara del Botox
28 de noviembre de 2008
Lejos del glamour y los brillos de las celebridades que se lo aplican por motivos estéticos, el Botox se utiliza como tratamiento de algunas enfermedades neurológicas desde 1989.
Es el tratamiento elegido en casos de distonías –como blefaroespasmo y la distonía cervical-, o en el espasmo hemifacial también se utiliza en la espasticidad en adultos y la parálisis cerebral en niños.
Numerosos estudios clínicos echan luz sobre su uso para combatir la migraña y las enfermedades urológicas como la vejiga hiperactiva.
Para entender de qué manera el mismo Botox, que se conoce popularmente por sus beneficios estéticos, se convierte poco a poco en un sostén médico para combatir y atenuar graves patologías, hay que hacer memoria. Las bondades estéticas del Botox se descubrieron casi por causalidad.
Con tal precedente, no resulta llamativo que sus aplicaciones todavía no hayan encontrado su techo.
En 1973, el oftalmólogo Alan Scott comenzó a utilizar y a probar la toxina botulínica tipo A como tratamiento para pacientes con estrabismo (ojos cruzados) y blefaroespasmo (parpadeo incontrolable de los ojos).
Con el pasar de los años y la experiencia clínica los médicos que utilizaban Botox, notaron que en las zonas tratadas desaparecían las arrugas.
Ese fue el punto de inflexión del producto. No obstante los estudios para sus aplicaciones terapéuticas siguieron en marchan, y lo siguen actualmente ampliando cada día sus aprobaciones médicas en todo el mundo.
¿Cómo y en qué casos funciona?
Botox es un producto útil para el tratamiento de enfermedades con contracción muscular anormal, que producen diversas dificultades como trastornos en la visión, en la marcha y en el uso de los brazos y las manos, lo cual, claramente, ocasiona la pérdida de habilidades necesarias para la vida cotidiana.
En algunos casos éstos presentan aumento de su masa (en los cuadros de espasticidad), o bien pueden tener contracciones reiteradas (causando distonías de acuerdo a la zona involucrada). “El Botox se inyecta en los músculos con el objeto de relajarlos, permitiendo que los pacientes recuperen sus funciones”.
Distonías
Se estima que una gran parte de la población padece distonías, pero muchos no lo saben. Esto se debe a que este tipo de manifestaciones en ocasiones son subestimadas, y por consiguiente el paciente no recibe el tratamiento adecuado. Es por ello que el diagnóstico clínico es clave para evitar complicaciones o también mejorarlo.
Para la distonía focal que es una afección un grupo muscular específico, que afecta a un grupo limitado de músculos, la aplicación de Botox demostró ser la primera opción de tratamiento seguro y efectivo. “Los resultados evidencian una mejoría en la calidad de vida del paciente ya que disminuye la frecuencia e intensidad del dolor y una disminución de la incapacidad funcional” comenta la Dra. Especialista en Neurología Arakaki Tomoko.
En los cuadros de distonías generalizadas, Botox resulta sumamente útil para aliviar los síntomas locales de los grupos musculares más comprometidos.
Parálisis cerebral infantil
“La parálisis cerebral puede presentar problemas motores en los miembros y tronco, retraso madurativo, síndromes convulsivos, problemas cognitivos y trastornos del tono muscular. El tratamiento interdisciplinario y la rehabilitación temprana ayudan a lograr importantes progresos en la maduración y la movilidad de los niños”, explica el médico Ortopedista Infantil Juan Manuel Roncoroni.
Así, el tratamiento combinado (Botox + Rehabilitación) en los pacientes espásticos, permite lograr una normalización en el tono muscular para promover el desarrollo de los reflejos posturales, mejorando el balance y la estabilidad, y recuperando la coordinación de la función motora. Los médicos recomiendan complementarlo con sesiones de rehabilitación, de kinesiología y equipamiento ortésico, ya que estas terapias juegan un papel crucial en la recuperación física del niño.
Espasticidad en adultos
La espasticidad puede tener origen en cuadros como traumatismos craneanos, lesiones medulares, parálisis cerebral, esclerosis múltiple y accidentes cerebrovasculares.
Estas patologías tienen algo en común: producen lesiones en el sistema nervioso central, lo que se presenta con el aumento del tono muscular en reposo y la contracción de los músculos al realizar el movimiento.
“Para los casos de espasticidad generalizada, las aplicaciones de Botox y tratamientos ortopédicos pueden combinarse con la medicación oral, que es el tratamiento de elección” afirma la Dra. Fisiatra Inés Viltre. De esta manera se logran mejoras en zonas específicas que hacen al bienestar del paciente.
“Al aplicar esta medicación en los músculos afectados, generalmente se facilita la tarea de rehabilitación, porque se disminuye la espasticidad y las contracturas musculares asociadas” comenta la Dra. Fisiatra Roxana Secundini. Además, en ocasiones, se mejora también la función motora, el equilibrio y la estabilidad. Otra ventaja del tratamiento con Botox es el efecto analgésico, es decir, que es capaz de aliviar el dolor actuando a través de diversos mecanismos.
Nuevos usos
Actualmente, se están llevando a cabo numerosos protocolos de investigación para ampliar las aplicaciones de este producto. Una de ellas es su uso para los cuadros de vejiga hiperactiva (de causas neurológicas o no), que se caracteriza por la urgencia y el aumento de la frecuencia de orinar, con o sin pérdida de la misma. Es así, como el uso localizado de Botox permite a los pacientes realizar las micciones en forma espontánea, sin el uso de cateterismos y sin la presencia de incontinencia, devolviéndole su independencia en las actividades diarias tanto profesionales como personales.
Otro de los estudios corroboró Botox funciona en el tratamiento de adultos que padecen migrañas crónicas, según los resultados de ensayos clínicos en etapa final.
Botox es la primera terapia que se investiga para el tratamiento de la migraña crónica, una condición que afecta a entre 1,2 y 3,6 millones de personas en Estados Unidos, según Allergan.