Por Leonardo Coscia
SPI: una frecuente alteración del sueño
14 de noviembre de 2008
Con una incidencia tres veces mayor que la epilepsia y cinco veces mayor que el parkinson, el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) es una enfermedad en notable crecimiento y, por afectar considerablemente la calidad de vida, su detección y tratamiento requiere gran importancia.
Se manifiesta a través de sensaciones de hormigueo en piernas, pantorrillas y pies, las cuales comienzan en el estado de reposo, puntualmente al momento de dormir. La sensación del SPI culmina sólo cuando la persona se pone de pie y comienza a caminar nuevamente. En casos extremos, el hormigueo puede comenzar cuando la persona se encuentra sentada.
Para el doctor Gonzalo Gómez Arévalo, médico neurólogo, Jefe de la Unidad de movimientos anormales del Instituto de neurociencias Fundación Favaloro, “"La sensación de malestar es descripta por los pacientes como el correr de burbujas en las venas o un hormigueo que dificulta el dormir, descanso y fundamentalmente, la calidad de vida. Ante un cuadro de este tipo, es necesario concurrir al médico especialista para recibir la medicación adecuada,”.
Luego de identificados los síntomas, un tratamiento clínico es fundamental. Recientemente, un nuevo fármaco, agonista dopaminérgico no ergolínico, a base de ropinirol permite a los pacientes con esta enfermedad, moderada a severa, recuperar prácticamente su patrón de sueño, mejorando calidad y cantidad de sueño, aliviando rápidamente los síntomas con una eficacia sostenida a largo plazo. Los tratamientos más habitualmente utilizados para esta enfermedad son los denominados agentes dopaminérgicos, los cuales muchas veces son utilizados para la enfermedad de parkinson.
El SPI es un desorden neurológico que produce una necesidad imperiosa de mover las piernas, acompañada de sensaciones desagradables. Al momento de manifestarse, impacta directamente en el buen descanso y dormir. A pesar de este molesto síntoma, es la falta de conciliación del sueño lo que más afecta a las personas que lo padecen.
La enfermedad puede producirse por dos tipos de factores: primarios o idiopáticos (hereditarios): afectan a la mayoría de las personas que padecen de SPI. Y los factores secundarios, asociados a neuropatías, anemias y enfermedad de parkinson.
En muchos casos, debido a que la enfermedad puede interpretarse erróneamente como un simple estado de ansiedad, al no poder dormir la persona y presentar alteraciones en el humor, la medicación y tratamiento erróneo con antidepresivos, empeora aun más la enfermedad.
Se estima que el 80 % de los pacientes con SPI presenta movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño y que el 60 % se despierta 3 o más veces durante la noche. El sueño promedio de estas personas es de cinco horas diarias. Suele ser habitual que las personas que sufren este cuadro busquen todo tipo de alivios momentáneos para sus síntomas, tales como: mover rápidamente las piernas, caminar, o simplemente darse una ducha de agua fría.
Para el Dr. Gómez Arévalo, “la incidencia del SPI es mayor de lo que generalmente se conoce. Se estima que un 2.5 % de la población la padece y, en casos extremos, este número puede ascender a un 15 %. Estas personas, por la particularidad de los síntomas, ven comprometida su calidad de vida”.
Los síntomas, a su vez, también pueden aparecer durante el tiempo en que la persona logra dormirse, presentándose a través de descargas periódicas. Aun así, es importante diferenciar los movimientos de piernas durante la noche, de un diagnóstico de SPI.
Algunos síntomas pueden ser evidencia de un cuadro de SPI, tales como:
- Necesidad imperiosa de mover las piernas
- Alivio momentáneo al mover las piernas
- Inicio o empeoramiento de los síntomas durante el período de inactividad o descanso.
- Inicio o empeoramiento de los síntomas durante la tarde o la noche.
En atención primaria, el 10 % de los pacientes que reportan alteraciones de sueño tiene un diagnóstico clínico de SPI.
El ropinirol está actualmente indicado para el tratamiento de SPI idiopático/primario, recuperando prácticamente el patrón de sueño de los pacientes, mejorando su calidad y cantidad de sueño y aliviando rápidamente los síntomas con una eficacia sostenida a largo plazo.