Por Leonardo Coscia
El Glaucoma y el peligro de la ceguera
1 de febrero de 2008
El glaucoma es la segunda causa más frecuente de ceguera en el mundo, después de la Catarata, esto la convierte en la primera causa de ceguera irreversible ya que los pacientes que padecen catarata pueden, mediante una microcirugía, recuperar la visión.
De acuerdo a estudios realizados en Estados Unidos se estima que en ese país por lo menos 2.25 millones de personas padecen glaucoma de las cuales entre 84.000 y 116.000 han llegado a la ceguera bilateral.
En la Argentina, hay pocos datos epidemiológicos sobre glaucoma. Se calcula que el 20% de las cegueras evitables son por causa de esta patología. Esto implicaría alrededor de entre 40.000 y 80.000 personas afectadas cada año. De estas al menos la mitad no estaría diagnosticada ni tratada. Esto se debe a que la consulta al médico por lo general se realiza en forma tardía ya que al comienzo de la enfermedad raramente hay síntomas.
De acuerdo al Dr. Fernando Martín Cataldi - especialista en esta patología del cuerpo médico de la Clínica de Ojos Dr Nano - la detección temprana es de suma importancia dado que la pérdida de la visión en la mayoría de los casos puede prevenirse siguiendo un tratamiento adecuado.
“El glaucoma es el nombre que recibe un grupo de trastornos oculares, en los que se observa la lesión del nervio óptico, que es la parte del ojo que transmite la información visual del ojo al cerebro”, explica el doctor Cataldi.
En un ojo sano, en la parte anterior del ojo hay un líquido transparente llamado el fluido intraocular o humor acuoso. Este fluido fabricado por el cuerpo ciliar provee de oxígeno y nutrientes al cristalino y a la cornea. El humor acuoso sale del ojo por medio de la pupila para luego ser absorbido hacia el torrente sanguíneo. Este sistema de drenaje, es un proceso constante y activo necesario para el buen funcionamiento del ojo.
“En la mayoría de los tipos de glaucoma, el sistema de drenaje del ojo se tapa y el fluido intraocular- humor acuoso- no puede drenar. Al acumularse, causa un aumento de presión en el interior del ojo dañando el nervio óptico con la pérdida consiguiente de campo visual. Hay además otra serie de factores intervinientes que pueden hacer que una persona pueda padecer glaucoma”, asegura Cataldi.
En cada caso, el daño se inicia en las partes periféricas del campo visual y, si no se trata progresa hasta producir una visión en túnel, y en última instancia, ceguera.
Por lo general, el glaucoma crónico o de ángulo abierto (la forma más común en nuestra población) no presenta síntomas molestos o dolorosos en su comienzo. Usualmente las personas no se dan cuenta de que padecen glaucoma hasta que el daño del nervio óptico es avanzado y sus consecuencias perceptibles. Los pacientes en general comienzan con síntomas cuando ya han perdido más del 80% del campo visual. Es posible que el paciente que sufre de glaucoma vea perfectamente, pueda leer o manejar sin problemas, mientras el glaucoma progresa afectando su vista. De hecho, es común la omisión del diagnostico cuando los pacientes adquieren anteojos de cerca sin realizar una consulta oftalmológica.
En otros tipos menos frecuentes de glaucoma en nuestra población, como el glaucoma de ángulo cerrado o glaucoma agudo, los síntomas pueden ser los siguientes: visión borrosa, dolor del globo ocular, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, aparición de halos de color alrededor de las luces brillantes y pérdida repentina de la visión.
El Dr. Cataldi comenta “el Glaucoma puede afectar a personas de todas las edades, desde bebés hasta adultos mayores. Sin embargo, tiene más incidencia en aquellas personas mayores de 40 años, aproximadamente al 2%. El factor de riesgo más importante en el desarrollo del Glaucoma sería la presión ocular elevada. Sin embargo, este sigue siendo un tema controvertido en el que se hipotetiza que los factores vasculares tendrían un rol importante. Esto se puede detectar en controles oftalmológicos de rutina. Además entran en el grupo con posibilidad de ser afectado los parientes de personas que padecen glaucoma, los diabéticos y las personas medicadas con corticoide en forma prolongada.”
Para diagnosticar esta enfermedad, el médico oftalmólogo evaluará durante la consulta diferentes parámetros entre ellos las características del nervio óptico (oftalmoscopía) y la presión intraocular (tonometría). Si el médico considera que ciertos signos pueden estar asociados con el glaucoma, solicitará estudios secundarios como campo visual computarizado, paquimetría (evalúa el espesor corneal) y estudios del nervio óptico.
En el tratamiento el objetivo es controlar la progresión del glaucoma previniendo la pérdida del campo visual y la visión. Habitualmente se utilizan desde medicamentos en forma de colirios, rayo láser, microcirugía y hasta en algunos casos, dependiendo de las circunstancias individuales de cada paciente, la colocación de un implante valvular que regule la presión. El campo visual o la visión perdida a consecuencia del glaucoma no puede ser restaurada. A la fecha, no existe cura para el glaucoma.
Sin embargo, con la detección temprana, tratamiento adecuado y una vigilancia cuidadosa, en general se puede controlar el glaucoma, conservando en la mayoría de los casos una visión útil durante toda la vida.