Por Leonardo Coscia
Insuciencia cardíaca: otra epidemia moderna
15 de febrero de 2007
Más del 2 por ciento de la población la padece, pero en el caso de las personas mayores de 80 años está cifra supera el 10 por ciento. En muchos casos no está diagnosticada, lo que indica que estas cifras pueden ser mayores.De acuerdo a los registros médicos estas cifras de personas que sufren de insuciencia cardíaca van creciendo día a día.
“En muchos casos la insuficiencia cardíaca no está diagnosticada ni identificada, lo que nos dice que estas cifras pueden ser aún mayores”, explica el cardiólogo Jorge Thierer del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). La medicina actual considera a la insuficiencia cardíaca como la nueva epidemia de este siglo.
Diferentes enfermedades cardíacas pueden llevar a esta condición: hipertensión arterial, enfermedades valvulares, infarto agudo de miocardio, mal de chagas, entre otras. Su característica esencial es la sensación de falta de aire a la hora de realizar esfuerzos (disnea) y la retención de líquidos, especialmente en miembros inferiores y abdomen (edema). A ellos se suman otras manifestaciones, que permiten finalmente hacer el diagnóstico.
“Además de las enfermedades citadas, el mero hecho de envejecer favorece la aparición del cuadro, de manera que más del 10 por ciento de las personas mayores de 80 años la padecen”, comenta Thierer. Otra prueba de lo frecuente de su aparición es que el diagnóstico de alta hospitalaria es el que más se repite después de los 65 años de edad.
Es clave entender que la insuficiencia cardíaca implica un pronóstico desfavorable, con una limitación en tareas de la vida diaria. Algunos casos requieren de internación para poder tratar apropiadamente el cuadro. “Cuando un paciente se interna corre un riesgo adicional de aproximadamente un 50 por ciento de requerir otra internación en el año siguiente”, explica el especialista.
El diagnóstico, en muchos casos es un modo de prevención. Hacer un diagnóstico adecuado de las condiciones que pueden favorecer su aparición es el primer paso de un tratamiento eficaz. “Desde este punto de vista, la consulta periódica, la detección de hipertensión y diabetes, el tratamiento temprano de las enfermedades de las válvulas y arterias del corazón sin duda puede prevenir muchos casos de insuficiencia cardíaca”, explica Thierer.
Existen diferentes herramientas de control médico para hacer frente al cuadro y mejorar la calidad de vida de los pacientes. En principio, un seguimiento estricto de lo que come para impedir que el exceso de sal y líquidos puedan empeorarlo. “El consejo no se limita a la dieta, sino que incluye además recomendaciones sobre la actividad física que se puede realizar”, explica el cardiólogo.
A esto se suman una serie de drogas de diferentes familias que por distintos mecanismos, alivian los síntomas y mejoran el pronóstico, su uso ha mejorado notablemente la expectativa de vida en los últimos 20 años. En casos más avanzados con pacientes con trastornos importantes de conducción del impulso eléctrico (que llevan a una contracción desordenada) se puede implantar un tipo especial de marcapasos para mejorarlos llamados rescincronizadores.
“En pacientes con arritmias potencialmente fatales y en algunos en los que se presume alto riesgo de las mismas se puede recurrir a la colocación de aparatos capaces de aplicar un choque cardíaco en el momento de la arritmia denominados cardiodesfibriladores y reducir así consecuencias fatales”, explica el médico.
En los cuadros con corazones muy dilatados, que ya no responden adecuadamente a la medicación pueden ser evaluados para diferentes alternativas de cirugía que permiten achicar el corazón, solucionar problemas valvulares, entre otros. Por último, resta la alternativa del transplante cardíaco para los casos en que las medidas citadas ya no son útiles y el resto de las condiciones del paciente lo permite.
La clave de esta patología es que sea tratada por médicos con experiencia y entrenamiento en el diagnóstico, dentro de las posibilidades que el tratamiento actual ofrece.