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Por Leonardo Coscia
Hacia una anticoncepción permanente responsable
29 de agosto de 2006
Luego de la aprobación de la ley nacional que habilita el derecho de las personas a recurrir a métodos quirúrgicos de anticoncepción, la ligadura tubaria y la vasectomía completan la oferta de métodos anticonceptivos reafirmando los derechos sexuales y reproductivos de las personas.

Sin embargo, muchos médicos expresaron su preocupación por la posibilidad de que las personas recurran a dichos métodos permanentes sin demasiada reflexión, arrepintiéndose luego de haber tomado una decisión apresurada. “La estrategia idónea para prevenir esto es la administración correcta de un consentimiento informado, también contemplado por la ley; el cual garantice que la elección de estos métodos se verifique en el marco correcto y de la manera adecuada”, planteó Alicia Figueroa, miembro del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM).

Figueroa explicó que esta institución apoya la iniciativa parlamentaria para que tanto la ligadura tubaria como la vasectomía integren la oferta de los servicios públicos de planificación familiar pero destacó la necesidad de un espacio adecuado de consejería en anticoncepción mediante el cual las parejas conozcan otros métodos reversibles, no definitivos, de similar eficacia cuando se los utiliza correcta y conscientemente. “También es necesario el trabajo en la correcta perspectiva de género que promueva que tanto la mujer como el varón compartan la responsabilidad de cuidarse, los gastos y los recaudos que el método elegido determine”, explicó la especialista.

Por tal motivo, es indispensable entender profundamente qué significa el término “consentimiento informado”. Consentir se define como la autorización dada por el usuario para recibir un tratamiento de cualquier índole, sea este un medicamento o un procedimiento médico. Informado se refiere a que la autorización expresada anteriormente se entregue en ejercicio del libre albedrío y en pleno conocimiento de las características del tratamiento. Es decir sus posibles efectos adversos y complicaciones, las opciones o alternativas entre las que se puede elegir y finalmente las consecuencias tanto de recibir como de no recibir dicho tratamiento.

En este sentido, se debe seguir propiciando la educación e información científicamente correcta que derribe los mitos que se construyen alrededor de los métodos anticonceptivos temporales, es decir aquellos de fácil reversibilidad.

Según una encuesta realizada por CELSAM, en Argentina el 4 por ciento de las mujeres en edad fértil tiene practicada una ligadura tubaria. El 15 por ciento de ellas recurrió a este como primer método anticonceptivo, tras una historia de muchos embarazos y la imposibilidad de elegir libre e informadamente otras opciones para reducir el número de hijos. Entre el 25 y el 35por ciento de los embarazos no deseados son producto de la falla en el método anticonceptivo utilizado. Siendo diferente el método que más falló según la edad de las encuestadas: en las adolescentes el 29 por de los embarazos por “accidente” refiere a errores en el uso del preservativo.

En las mujeres de entre 20 y 24 años, el 28 por ciento de los embarazos no intencionales se produjo con la práctica del método de retiro o coito interrumpido. En las mujeres de 25 años ó más el método que más falló fue el ritmo o cálculo de los días fértiles.

La eficacia de los métodos anticonceptivos se mide por el número de embarazos registrados cada 100 usuarios durante un año de práctica. Dicha eficacia se ve modificada en diferente medida por la forma de uso, correcta o incorrecta, y por la consistencia del uso, es decir, que se lo utilice siempre. La eficacia del preservativo usado de manera correcta y consistente es superior al 96 por ciento. Sin embargo la eficacia verificada en el uso incorrecto, que lamentablemente es muy frecuente, cae a un 84 por ciento ó menos. El error más frecuente, contrariamente a lo que las personas habitualmente suponen, no es su ruptura; si no la falta de uso porque la relación fue imprevista y no se disponía del preservativo, el uso sólo en los días que se suponen fértiles o el uso sólo al final de la relación.

Lo mismo ocurre con los llamados métodos naturales, donde el cálculo de los días fértiles practicado por las parejas nunca sigue los rigores que se deben tener en cuenta en estos casos, haciendo que la efectividad disminuya ampliamente. La práctica sexual conocida como coito interrumpido, tiene una efectividad baja para evitar un embarazo (según diferentes trabajos se puede esperar hasta un 75 por ciento de eficacia, aunque muchos autores la consideran menor). Esta baja efectividad se debe a que en forma coincidente con la excitación, aparece en el varón una lubricación constituida de líquido preseminal que ya contiene miles de espermatozoides por gota. Incluso métodos de altísima eficacia, como las pastillas anticonceptivas, pueden permitir un embarazo si no son tomadas correctamente, es decir, diariamente y respetando el horario.

Los olvidos durante la toma de los anticonceptivos orales le quitan a la mujer la posibilidad de disfrutar del 99.9 por ciento de eficacia que provee este método cuando se lo utiliza correctamente. Los llamados “descansos” en la toma de los anticonceptivos orales, que consisten en abandonar el método luego de haber tomado pastillas varios meses, son un mito que también conspira contra el éxito de la anticoncepción. Porque además de que resultan totalmente innecesarios y de que no aportan ningún beneficio, durante los meses de descanso la mujer se ve obligada a recurrir a otras prácticas anticonceptivas de menor eficacia o con las cuales no está familiarizada.

Entonces, ¿la ligadura y la vasectomía: pueden fallar? Estos dos métodos quirúrgicos gozan de una eficacia muy alta. La ligadura tubaria tiene una eficacia del 99.5 por ciento, siendo el embarazo el resultado de la recanalización de las trompas más frecuentes cuando las mismas se obturan con un clamp o broche que cuando se seccionan.

La vasectomía tiene una eficacia del 99.9 por ciento. Debe recordarse que su eficacia no es inmediata sino que se establece luego de los tres meses o las primeras 20 eyaculaciones, lo que ocurra primero. Esto se debe a los espermatozoides que continúan en las vesículas seminales y los conductos más allá de su ligadura.

Entonces, surge otra pregunta: ¿es mejor que el hombre se haga una vasectomía o que la mujer se haga una ligadura? Cada pareja debe decidir por sí misma qué método es mejor para ambos. Ambos métodos son muy efectivos y seguros para parejas que han decidido no tener más hijos. Pero en términos médicos la vasectomía es un procedimiento más sencillo que sólo requiere una anestesia local.