Por Leonardo Coscia
El sida hace estragos en mujeres pobres
9 de agosto de 2006
El sida es implacable y no distingue víctimas. Hace años se convirtió en una epidemia y en Argentina, donde hay más de 130 mil infectados, ya no tiene como sus principales víctimas a los hombres homosexuales y los consumidores de drogas, sino que afecta cada vez más a las mujeres de los estratos pobres. Por lo tanto, los investigadores locales reclaman que el Gobierno invierta más dinero en controlar la eficacia de los tratamientos farmacológicos.
Un informe especial sobre Argentina divulgado por la revista Science, puso de relieve esta problemática cada vez más cotidiana y preocupante en Argentina.
De acuerdo con la publicación, en la última década el curso de la epidemia cambió drásticamente, ya que los consumidores que se inyectaban murieron de sida o dejaron de inyectarse porque empezaron a fumar la pasta base de la cocaína, conocida como "paco", que es mucho más barata.
"El patrón de consumo de drogas cambió mucho en la Argentina, producto de la crisis de 2001. Ahora, la tasa de infectados está prácticamente equiparada entre hombres y mujeres. Se observa una fuerte heterosexualización de la epidemia", explicó Claudio Bloch, titular del programa de HIV/sida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Hasta diciembre de 2005, había 130 mil infectados de HIV en el país, cifra equivalente al 0,6 por ciento de los adultos. Según estimaciones del Ministerio de Salud correspondientes a 2004, el 50,7 por ciento de los infectados contrajeron el virus a través de relaciones heterosexuales, mientras que sólo el 18 por ciento se infectó por sexo homosexual, y menos del 17 por ciento por uso de drogas inyectables. En Buenos Aires, apenas el 5 por ciento de las nuevas infecciones registradas entre 2003 y 2005 se debieron a esta última causa.
Según la prestigiosa publicación, Argentina fue uno de los primeros países de América Latina que ofrecieron fármacos antirretrovirales para aquellos que los precisaban, pero que el hecho no recibió el mismo reconocimiento mundial que se le dio a Brasil por lograr un compromiso parecido. Pedro Cahn, investigador a cargo de la Fundación Huésped y Jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Fernández de Buenos Aires, destacó, sin embargo, que Brasil tiene un programa nacional más coherente en muchos sentidos.
De acuerdo a cifras oficiales, en el país unos 30 mil infectados reciben tratamiento. El Gobierno asegura que los cócteles llegan a todos los enfermos avanzados. La transmisión madre-hijo, que se puede prevenir con fármacos, descendió al 3 por ciento, nivel comparable al de la ciudad de París.
De todos modos, tanto investigadores como pacientes coinciden al criticar el programa del Gobierno porque presenta falencias si se lo compara con los planes de países desarrollados: los hospitales no dan abasto con la atención y las farmacias muchas veces se quedan sin drogas.
En ese sentido, el médico e investigador Calos Zala, del Hospital Fernández, manifestó que es típico de Argentina que se realice “una buena acción, pero que nadie la esté controlando”. “No sólo es difícil para mucha gente saber cómo está su sistema inmune o qué niveles de HIV tiene en sangre. Tampoco se pone suficiente énfasis en estudiar la resistencia a las drogas y los problemas de salud que acarrean. Combatir el HIV implica mucho más que proveer de drogas antirretrovirales a los infectados. Damos medicación, pero nadie controla si es eficaz", advirtió.