Por Leonardo Coscia
Más de 107 mil madres adolescentes por año
27 de julio de 2006
De los casi 740 mil nacimientos que se producen anualmente en la Argentina, 107 mil corresponden a madres adolescentes, menores de 19 años.
Los embarazos no deseados son un problema permanente en la sociedad actual. Y mucho más cuando se trata de niñas y adolescentes.
Y la falta de información es uno de los principales obstáculos con que se cuenta para superar este inconveniente, que en Argentina tiene como resultado 64 embarazos cada 1.000 adolescentes.
Sorteadas las disputas iniciales que cuestionaban la necesidad de garantizar por ley el derecho de los niños, niñas y adolescentes a recibir educación sexual en las escuelas, hoy parece más probable la sanción de una Ley de Educación Sexual que articule este derecho a partir del 2007.
Aunque como parte de la negociación entre los diferentes sectores, se corra el riesgo de finalmente promulgar una ley que tampoco sirva, ya sea por el hecho de que llegue demasiado tarde o que se tiña de tantas opciones de adaptación institucional que termine siendo inoperante.
“La edad de inicio de la instrucción y los contenidos son hoy los dos factores que decidirán la utilidad concreta de este proyecto educativo”, plantea la doctora Alicia Figueroa, Miembro del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM).
El planteo sobre la edad propicia para el inicio de la educación sexual formal suele discutirse en forma desarticulada de la pregunta fundamental: ¿A qué edad comienza la sexualidad?. La sexualidad es una parte de la vida que acompaña a la persona desde su nacimiento, definiéndose muchas veces al ser humano como un ser sexuado. Desde esta perspectiva es la familia, como sea que esté constituida, quien inicia el proceso de educación sexual del niño al nombrar las partes del cuerpo, responder preguntas sobre el origen de los bebés, mencionar las diferencias entre el cuerpo de las nenas y los nenes, etc.
Este proceso continuará e idealmente irá integrando otros contenidos a medida que el niño se desarrolle hasta la adolescencia, acompañando, respondiendo inquietudes, orientando e incorporando los valores que la familia adopta y practica. Pero esta forma de educación ideal es, en la realidad, poco frecuente.
Tanto en la encuesta del CELSAM sobre maternidad adolescente (realizada en el 2005) como en la de anticoncepción (realizada en el 2001), sólo 1 de cada 3 adolescentes mencionó haber recibido información de sus padres acerca de su sexualidad y la prevención de embarazos e infecciones. Es por ello que la educación sexual formal, instituida en el ámbito educativo, ya no es algo deseable sino totalmente indispensable. “La propuesta educativa debe, necesariamente, cumplir dos premisas: ser pedagógicamente adecuada y científicamente correcta”, comenta la doctora Figueroa.
En cada etapa del desarrollo deberían incluirse los temas apropiados; como por ejemplo, en el jardín de infantes debería hacerse énfasis en los principios de autonomía para prevenir el abuso sexual: “Mi cuerpo es mío y nadie tiene derecho a tocarlo; si alguien lo pretende hacer debo decir no y pedir ayuda”.
De esta manera, se corta el sentimiento de secreto y culpa que utilizan los abusadores para conseguir el silencio de sus víctimas, comenta la ginecóloga.
Luego deberían incorporarse los nombres correctos del cuerpo, su funcionamiento y desarrollo; el cuidado y respeto por el propio cuerpo y el del otro y coincidiendo con la pubertad las formas de cuidado y prevención en correcta perspectiva de género.
De esta manera se podría contribuir a un inicio sexual adecuado, oportuno, sin coerción ni violencia, acorde a los principios y valores que desde la familia y la escuela se fueron construyendo.
Cabe destacar que los países que asumieron el compromiso de impartir educación sexual sistemática en las escuelas desde el nivel inicial, muestran hoy tasas de embarazo adolescente de un dígito.
Italia es un ejemplo de ello, mientras en 1970 presentaba 27 embarazos cada 1.000 adolescentes, hoy tiene sólo 6.9. En Argentina se presentan 64 embarazos cada 1.000 adolescentes.
Otra de las cuestiones que suelen posponer la sanción de esta ley es la discusión sobre el contenido curricular de la educación sexual.
“Mientras que los sectores más conservadores proponen ofrecer la abstinencia sexual como única opción para los adolescentes, otros (con mayor perspectiva de derechos humanos) invocan la necesidad de dar instrucción completa: inculcando principios de respeto hacia el propio cuerpo y el cuerpo del otro, enseñando conductas de autocuidado y promoviendo la toma de decisiones reproductivas informadas y responsables. Esto último debería tenerse en cuenta, si se sabe que en la actualidad los adolescentes se inician sexualmente en promedio a los 15 años y fallan en cuidar su salud y prevenir embarazos”, explica la especialista.
Por otra parte, las políticas de “sólo abstinencia” han probado su baja efectividad en Estados Unidos, desde que en la década de los ‘80 se implementó esta modalidad de educación sexual en el 86 % de las escuelas públicas. Contrariamente a lo esperado, esta política de “sólo abstinencia” mantuvo la tasa de embarazo adolescente estable aunque aceleró el aumento de las infecciones de transmisión sexual.
Mientras en Europa, la educación sexual integral con amplia información sobre prevención logró bajar las tasas de embarazo adolescente. De acuerdo con la doctora, “privar a los adolescentes de esta protección, debido a la concepción particular que tenga cada institución sobre la actividad sexual durante la adolescencia, es violar los derechos humanos de los mismos”.
Algunas cifras para tener en cuenta: Según una encuesta realizada por el CELSAM en el año 2004 se obtuvieron los siguientes datos:
El 62% de las encuestadas inició sus relaciones sexuales durante la adolescencia: el 11% antes de los 15 años y el 51% entre los 16 y 19 años.
En la Argentina, sólo el 20% de los adolescentes utiliza un método anticonceptivo en su primera relación sexual.
El 70% de las chicas y el 50% de los varones se inician sexualmente bajo los efectos del alcohol.
1 de cada 5 adolescentes quedan embarazadas en el primer mes de iniciadas las relaciones sexuales.
Estas cifras indican que los adolescentes están muy poco informados sobre los temas relacionados con la salud sexual y reproductiva. “Debemos trabajar para brindarles la información adecuada, que los ayude a tomar decisiones informadas”, asegura la doctora Figueroa.