La provincia de Buenos Aires abre un instituto de diabetes para educar a los pacientes. El mismo servirá para investigar nuevos tratamientos y educar al diabético y su grupo familiar en el manejo de esta enfermedad. La diabetes afecta a más del 9 por ciento de los bonaerenses.
El mayor peligro para los diabéticos tipo 1 es no tomar conciencia de que son “enfermos lábiles”: un descenso brusco e inesperado del azúcar en sangre puede derivar en cuadros severos, como pérdida de conciencia y convulsiones.
Para diseñar estrategias que permitan prever esas variaciones y educar a los afectados en el manejo de su diabetes, el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires abrirá este viernes, en el hospital “Eva Perón” de San Martín, el Instituto de Investigaciones en Diabetes “Alberto Conbi”.
Además, en ese ámbito “se investigarán nuevos procedimientos de curación y de mejoramiento en la calidad de vida de los diabéticos”, explicó el especialista Adrián Abalovich, médico e investigador del Eva Perón.
La última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo reveló que en el Gran Buenos Aires el 9,4 por ciento de la población es diabética y se estima que 1 de cada 20 afectados tiene el tipo 1 de la enfermedad, que se caracteriza por ser insulinodependiente y aparecer en la infancia o en la adolescencia.
MONITOREO PERMANENTE
En ese hospital provincial ya comenzaron a implementar un aparato de monitoreo permanente que, mediante un sonido, le avisa al paciente que su azúcar en sangre ha comenzado a descender. De este modo le da tiempo para que se inyecte insulina antes de llegar a un cuadro severo.
La diabetes tipo 1 se caracteriza porque el páncreas deja de producir insulina. Sin ella, el azúcar de los alimentos no puede ingresar en las células y convertirse en energía. Por lo tanto, queda en la sangre y el organismo se ve impedido de aprovecharla, lo que provoca un desorden metabólico por demás peligroso.
“El diagnóstico de una diabetes tipo 1 provoca una revolución en la familia porque se trata de una enfermedad para toda la vida que surge en la infancia y requiere educación de todo el grupo familiar y controles permanentes”, explicó Carlos Weschler, jefe del servicio de Nutrición del hospital Eva Perón.
Para el especialista, uno de los peligros más frecuentes que enfrentan estos pacientes es la llamada “hipoglucemia sin percepción”. “Normalmente cuando baja la glucosa se da una secuencia de síntomas que arranca con mareos, sudoración, temblor y recién luego aparecen los trastornos del sistema nervioso central con confusión y convulsiones”, explicó Weschler.
El problema, agregó, es que con el correr del tiempo, los afectados pueden no experimentar los primeros signos de hipoglucemia y sufrir una descompensación repentina, que no les da tiempo de aplicarse la insulina necesaria.
“Esto es sumamente peligroso porque puede ocurrir mientras la persona conduce, está en la calle o viaja en un transporte público, de modo que además queda expuesta a accidentes”, agregó Weschler, y enfatizó que para evitar esos riesgos es clave aprender a controlarse ya sea con tiras reactivas o con los nuevos aparatos de monitoreo permanente.
Por todo esto, agregó Abalovich, “la educación del diabético y su grupo familiar será una de las funciones más relevantes del nuevo Instituto de Diabetes”.