El glioblastoma es el tumor cerebral más frecuente y agresivo. Tras su tratamiento inicial las recaídas son muy frecuentes y, hasta el momento, las opciones terapéuticas limitadas.
Luego de más de 10 años sin novedades en tratamientos para este tipo de cáncer, se aprobó recientemente en la Argentina el uso de Bevacizumab (Avastin®) para el glioblastoma en segunda línea; es decir, cuando el cáncer progresa después de otras terapias.
En los estudios presentados para su aprobación, Bevacizumab mostró que utilizado solo o en combinación con quimioterapia, mejoró la supervivencia libre de progresión de la enfermedad; favoreció la estabilización de las funciones neurocognitivas del paciente y permitió además reducir el uso de corticoides.
“Se trata de ventajas terapéuticas esenciales a la hora de combatir el glioblastoma recurrente, un tumor con muy mal pronóstico. Bevacizumab ya había demostrado mejorar la sobrevida libre de progresión pero los últimos datos presentados revelan que además puede tener un impacto beneficioso sobre el día a día de los pacientes”, afirmó el profesor James Vredenburgh, Director Médico del Centro Médico Universitario Duke, en Durham, Estados Unidos, de visita en la argentina para el lanzamiento.
“Muchas otras quimioterapias y agentes biológicos han sido probados en ensayos clínicos para el tratamiento del glioblastoma, pero ninguno ha demostrado beneficios claros. Y esto es lo que fue tan notable cuando empezamos a investigar a Bevacizumab, los pacientes por primera vez veían una mejora neurológica y cognitiva”, aseguró.
Los datos clínicos con Bevacizumab en segunda línea de tratamiento del glioblastoma demostraron una tasa de respuesta (la disminución del tumor en relación a una medición previa) que varía del 28 a más del 60%, mientras que los tratamientos disponibles hasta hoy no superaban al 10% en la tasa de respuesta.
“Sólo con Bevacizumab la tasa de respuesta fue de 28%, y nunca había habido un estudio con una tasa de respuesta superior al 10%. Más importante aún, la suma total de todos los datos sugirió un beneficio clínico importante para los pacientes con glioblastoma recurrente que habían fracasado al tratamiento estándar. Los beneficios se observaron en mejores tasas de respuesta, supervivencia libre de progresión, supervivencia global, disminución del uso de corticosteroides, función estable o mejora en las pruebas neuro-psiquiátricos y la capacidad funcional.
Los beneficios fueron vistos en una enfermedad devastadora, sin otras opciones terapéuticas” agregó el doctor Vredenburgh. Tanto la mejora en la función neurocognitiva como la reducción del uso de corticoides tienen un impacto importante en la calidad de vida de los pacientes.
La mayoría de los pacientes con glioblastoma son dependientes de estos medicamentos de soporte que presentan efectos adversos y que se utilizan para controlar síntomas como la alteración del conocimiento, la parálisis o la dificultad para mantener el equilibrio.
Los Glioblastomas Multiformes (GBM) son los tumores cerebrales primarios malignos más frecuentes, y cuando la cirugía no es una opción tienen un mal pronóstico. “Si bien no contamos con registros nacionales, sabemos que representan el 25% de todos los tumores cerebrales y el 55% de los tumores del grupo glioma. En la mayoría de los países de Europa y de América del Norte la incidencia es de aproximadamente dos a tres casos nuevos por cada 100 mil personas por año. Se presentan con una frecuencia levemente superior entre los hombres y pueden manifestarse a cualquier edad, pero afectan principalmente a los adultos con una incidencia mayor entre los 45 y 70 años”, explicó la doctora Blanca Diez, médica neuro-oncóloga del instituto FLENI.
Por su ubicación, la progresión de este tipo de cáncer se manifiesta con síntomas muy evidentes que tienen un impacto inmediato en el funcionamiento cognitivo de los pacientes. “Los síntomas dependen del área del Sistema Nervioso Central que se vea afectada. Puede causar dolores de cabeza, náuseas, vómitos, y convulsiones como consecuencia del aumento de la presión intracraneal; pueden aparecer también trastornos de conducta y disminución de fuerza de un lado del cuerpo” detalló la doctora Diez.
La sobrevida global media de los glioblastomas oscila entre los 12 y 15 meses, y la mayoría de los pacientes con estos tumores recaen y la sobrevida global media luego de la recaída con los tratamientos disponibles hasta esta novedad era de aproximadamente 6 a 7 meses.
Se trata de tumores altamente vascularizados y con una alta expresión del llamado “factor de crecimiento endotelial vascular” (VEGF por sus siglas en inglés). Allí reside la eficacia de bevacizumab, una terapia que actúa inhibiendo el VEGF, un mediador clave de la angiogénesis, proceso mediante el cual se crean nuevos vasos sanguíneos que permiten que el tumor se disemine.
Bevacizumab aporta una alternativa para el tratamiento del glioblastoma, opción con la que los pacientes no contaban cuando el cáncer recurría, en una indicación en la que desde hace más de 10 años que una única droga no muestra un cambio de rumbo en el tratamiento de la enfermedad. “Se están realizando dos importantes estudios fase III con Bevacizumab en el diagnóstico reciente de glioblastoma. En uno de los estudios el agregado de Bevacizumab en el tratamiento de glioblastoma recientemente diagnosticado sugirió una mejora en la supervivencia libre de progresión y global en comparación con los controles históricos. Bevacizumab nos ha enseñado sobre la biología del glioblastoma y esta mejor comprensión del problema seguramente dará lugar a mejoras en las terapias” concluyó Vredenburg.