La prevalencia de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se está incrementando en todo el mundo, fundamentalmente a expensas del aumento en las mujeres. En los países desarrollados, la EPOC en la mujer es consecuencia, principalmente, de la exposición al humo de tabaco, y en los países en vías de desarrollo, a la inhalación de los productos de combustión de la biomasa.
El subdiagnóstico de la EPOC es más común en las mujeres ya que ha sido asociada principalmente al sexo masculino. En la mujer la enfermedad presenta aspectos diferenciales que son necesarios de considerar para poder diseñar estrategias terapéuticas exitosas. La mujer con Epoc presenta mayor disnea, elevada prevalencia de desnutrición, alta prevalencia de ansiedad y depresión y un patrón de distribución del enfisema diferente al de los varones.
El grado de tabaquismo en mujeres ha aumentado de forma exponencial en los últimos 30 años, alcanzando, y a veces superando, al de los varones, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Esto es aún más preocupante si se considera que el grado de tabaquismo en las adolescentes es mucho mayor que en sus pares masculinos.
De acuerdo a estudios epidemiológicos recientes realizados en Estados Unidos, el número de casos, ingresos hospitalarios y muertes causadas por EPOC es, por primera vez en la historia, mayor en mujeres que en varones. Tendencias similares se observan en Canadá, el Reino Unido, Finlandia y otros países desarrollados.
En las áreas rurales de los países en desarrollo, la exposición al humo de la combustión de la biomasa produce más EPOC que el propio tabaco. Esto ocurre especialmente en mujeres que cocinan en ambientes pobremente ventilados donde las concentraciones de partículas materiales en el aire ambiente están muy por encima de las recomendaciones establecidas.
La disnea es uno de los síntomas fundamentales de la EPOC, y es el síntoma por el que consultan los pacientes con mayor frecuencia. Según datos aportados por estudios recientes para el mismo grado de obstrucción bronquial, las mujeres refieren una disnea mayor. Otros síntomas frecuentes de la enfermedad que ayudan a considerar su diagnóstico son la tos y expectoración crónica.
La hiperreactividad bronquial es mucho más frecuente en el sexo femenino, tanto en mujeres sanas como en mujeres que presentan EPOC, esto significa un factor de riesgo para el desarrollo de la EPOC, para la aparición de síntomas (tos, expectoración o sibilancias) y para el declive de la función pulmonar.
En comparación con los varones, las mujeres tienen vías aéreas de diámetro más pequeño con paredes proporcionalmente más gruesas, y enfisema menos extenso, que se caracterizan por orificios más pequeños y de distribución predominantemente central.
En varones con EPOC la calidad de vida está directamente asociada a la disnea, la capacidad de ejercicio, el grado de obstrucción bronquial, el nivel de oxígeno arterial, la presencia de ansiedad y/o depresión y con la mortalidad. Los datos existentes indican que las mujeres, en comparación con los varones, presentan una mayor afectación de su calidad de vida relacionada con la salud y esto estaría relacionado con factores no fisiológicos, como la presencia de ansiedad o depresión, lo cual es altamente prevalente en el sexo femenino.
La ansiedad y la depresión causan un importante impacto en la EPOC, tanto por su estrecha relación con la presentación clínica de la enfermedad (influencia en la disnea y calidad de vida) como por su relación con el pronóstico. Estos trastornos son 3 veces más frecuentes en los pacientes con EPOC en comparación con la población general.
En mujeres con EPOC, la prevalencia de estos trastornos duplica a la de los varones, incluso en los estadios iníciales de la enfermedad. Las mujeres con EPOC también muestran un grado mayor de estrés psicológico y una sensación peor de control de los síntomas. Todos estos fenómenos se han asociado a un peor funcionamiento en las tareas sociales, una frecuencia mayor de exacerbaciones, estancias más prolongadas durante los ingresos y un incremento de la mortalidad.
En el caso de las mujeres fumadoras estás tienen mayor dificultad que los varones para abandonar el hábito tabáquico aunque las que lo logran tienen mayores beneficios que sus pares masculinos.
Los tratamientos de abandono del hábito tabáquico también deberían diseñarse específicamente para las mujeres, donde el importante papel que desempeña en ellas el peso y la imagen corporal tiene un impacto negativo en su posible éxito.
La alta prevalencia de ansiedad y depresión en las mujeres fumadoras con EPOC debería tenerse especialmente en cuenta en el momento de abordar el abandono del hábito tabáquico. Los estudios indican que a las mujeres fumadoras se les ofrece técnicas de deshabituación tabáquica con menor frecuencia que a los varones.
Por todo esto una mejor caracterización de la expresión clínica de la EPOC en la mujer permitiría identificar las diferencias que pudieran haber en la historia natural, expresión fisiológica y en el comportamiento clínico de la enfermedad; pudiendo establecer estrategias de tratamiento específicamente diseñadas para las mujeres con EPOC.