Para poder ver claramente, un pequeño músculo circular modifica la refracción del cristalino en el ojo. Pero con los años inevitablemente la visión se deteriora, el cristalino pierde flexibilidad y la consecuencia es la presbicia.
La presbicia –estado fisiológico normal que aparece poco a poco con la edad- no distingue entre miopes o hipermétropes. Afecta incluso a personas que nunca habían experimentado problemas de visión deteriorando notablemente la calidad de la visión de cerca.
Usualmente la presbicia se corrige con la prescripción de anteojos, pero en los últimos años los adelantos de la ciencia han permitido mejorar las técnicas quirúrgicas y ofrecer nuevas herramientas al mundo de la oftalmología.
Durante 50 años los oftalmólogos recurrieron a lentes artificiales que se implantaban quirúrgicamente dentro del ojo en lugar del cristalino natural. Se utilizaban los cristalinos de plexiglás que son monofocales.
“Esta primera generación de lentes presentaba algunas desventajas ya que al tener sólo una distancia focal el paciente podía ver bien a distancia pero para leer el diario necesitaba anteojos” explicó Carlos Argento, profesor titular de oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y Director del Instituto de la Visión.
Por el contrario, las lentes intraoculares multifocales se constituyen actualmente en un excelente método para reemplazar el cristalino ya que permiten ver nítidamente tanto de cerca como de lejos.
Diminutas prótesis de última generación, que pueden ser de silicona o acrílico, rígidas o flexibles ayudan a solucionar dos problemas al mismo tiempo: eliminan las cataratas y permiten en la mayoría de los casos prescindir de los anteojos.
Estas nuevas lentes multifocales refractivas-difractivas están constituidas por anillos concéntricos y ofrecen al paciente una buena visión tanto lejana como cercana gracias al doble sistema óptico que presenta una zona refractiva y otra difractiva en la misma lente generando dos focos.
“El procedimiento demora aproximadamente 15 minutos y en la mayoría de los casos se realiza con anestesia local en gotas. Durante el mismo se remueve el cristalino natural e implantan lentes intraoculares sostenidos con pequeñas pinzas de acrílico a través de incisiones muy pequeñas -de 2 a 3 milímetros-, autosellantes. El paciente se retira del consultorio con la pupila dilatada, pero sin parche, y puede volver a sus actividades rapidamente” remarcó Argento.
Esta técnica resulta beneficiosa para aquellas personas cuya edad sea como mínimo 50 años y que acepten la cirugía bilateral y, según el especialisata, “las ventajas son evidentes para quienes presentan presbicia, hipermetropía y requieran independencia de los lentes”.
Las reacciones de rechazo son poco frecuentes y el nivel de satisfacción luego del implante es excelente. Por ello, cada vez más pacientes han decidido decirle adiós a sus anteojos