Con el dudoso privilegio de estar liderando los porcentajes de obesidad en niños menores de 5 años en países de América Latina –con el 7,3% de prevalencia según la Base de Datos Global sobre Crecimiento Infantil y Malnutrición de la Organización Mundial de la Salud (OMS)–, la Argentina suma preocupaciones frente a uno de los mayores desafíos de la salud pública en este siglo: la epidemia de enfermedades crónicas que relacionan la hipertensión arterial, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la insuficiencia renales y la propensión al stroke y el deterioro cognitivo precoz.
“Son enfermedades de la era moderna, una gran enfermedad social que viene creciendo desde hace unas pocas décadas, donde el crecimiento del tejido adiposo desencadena un aumento de una hormona vasoconstrictora llamada angiotensina, y todo este proceso se potencia con el sobrepeso”, explica Hernán Gómez Llambí, presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).
No aumentar de peso, bajar de peso si es necesario y realizar ejercicio físico regularmente son las consignas sobre las que esta sociedad científica busca concientizar a toda la población en este próximo lunes 17 de mayo, en que la Liga Mundial para la Hipertensión celebra el Día Mundial de la Hipertensión Arterial, bajo el lema “Peso saludable, presión saludable”.
A su vez la cardióloga Mónica Díaz, directora del Consejo Argentino de Hipertensión Arterial y miembro de la SAHA, remarcó el hecho de que “los pacientes obesos tienen más riesgo de ser hipertensos y de tener menos controlados los factores de riesgo cardiovascular”, y que en este sentido “hay que prestar mucha atención en los chicos, porque suelen tener cifras de presión más altas que los chicos delgados” y esto puede ser un predictor de hipertensión en la edad adulta.
“Cuando se baja de peso, bajan los valores de presión arterial”, remarca la doctora Dïaz, que considera que no se trata solamente de compromiso personal: para esto se requiere, insiste, de más atención por parte del Estado a través de políticas de salud pública, “y de parte de la industria de los alimentos, de generar productos con menos azúcar, menos sal y menos grasas saturadas”.
La hipertensión arterial es el incremento frecuente y sostenido de la presión por encima de sus valores normales de 140 mmHg (para la presión diastólica) y 90 mmHg (para la sistólica). El doctor Horacio Carbajal, miembro de la Comisión Directiva de la SAHA, señaló que si bien en la Argentina no existen estudios que sean epidemiológicamente representativos a nivel de toda la población, varios de los relevamientos médicos parciales realizados desde 1995 en adelante arrojaron cifras de prevalencia de hipertensión arterial que oscilaban entre un 30 y un 40 por ciento entre la población mayor de edad.
La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en el año 2005 comunicó una prevalencia del 34,4% en mayores de 18 años, “pero el diagnóstico se efectuó por autorreferencia y sólo en quienes habían tenido mediciones de la presión, por lo que la exactitud de estos valores no podría ser comparable a la de una muestra poblacional”, aclaró el especialista.
En cuatro ciudades de la región pampeana (Oncativo, Deán Funes, Pehuajó y Venado
Tuerto) se realizó un estudio1 en el que se halló que un 58% de las personas obesas son, además, hipertensas.
La Liga Mundial de la Hipertensión afirma que para disminuir los factores de riesgo relacionados con la hipertensión no se trata de establecer sólo una dieta, sino un estilo de vida: aumentar el consumo de frutas y vegetales, reducir la ingesta de queso, papas fritas, panceta, salsas, alimentos en conserva, comidas “chatarra”, tortas y pizzas.
Y sobre todo, comer con menos sal. Pero también practicar ejercicios físicos (puede bastar con una buena caminata diaria de 40 minutos) y dejar de fumar si es que uno lo hace.