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Distonías: qué son y cómo pueden tratarse
30 de abril de 2010
En Argentina, alrededor de 40.000 personas padecen algún tipo de distonía. Existen varias formas y diversos tratamientos. La distonía es una enfermedad neurológica caracterizada por trastornos del movimiento. Se define como un síndrome de contracción involuntaria y sostenida de uno o varios grupos musculares, que provoca torceduras, posturas y/ o movimientos anormales, tales como sacudidas de cabeza o brazos, muchas veces dolorosas. Las regiones del cuerpo más susceptibles de ser afectadas son la cabeza, la cara, el tronco, los brazos y las piernas.

En muchos casos, las contracciones pueden ser severas, lo cual dificulta o incluso impide la realización de movimientos voluntarios como caminar, hablar, comer, entre otros.

“Muchas veces, los cuadros que presentan los pacientes son muy severos y suelen generar distintos tipos de discapacidad”, sostiene el Dr. Gonzalo Gómez Arévalo, jefe de la unidad de movimientos anormales del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

La distonías pueden ser en ocasiones confundidas o subdiagnosticadas; es probable que una parte de la población padezca distonía sin saberlo y, por ende, sin recibir el tratamiento adecuado. En muchos casos, un blefaroespasmo (contracción sostenida de los músculos de los párpados) se confunde con un problema oftalmológico, cuando en realidad es neurológico.

“La experiencia diaria en el consultorio médico muestra fuertes indicios de que la población de pacientes con distonía es mucho mayor de lo que se sospecha, que en ocasiones no se diagnostica como tal y que esto lleva a demoras en recibir un tratamiento adecuado”, expresó la Dra. Silvia García, directora de la clínica de control motor y programa de toxina botulínica del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

El diagnóstico de la distonía es clínico, ya que estas posturas y movimientos involuntarios son detectados al examinar al paciente. Por otra parte, también se deben indagar los antecedentes familiares de distonía en sus distintas modalidades: focal, segmentaria, generalizada. Esta información es relevante a la hora de decidir realizar una prueba genética. Una vez identificado el tipo de distonía, el neurólogo podrá indicar la mejor terapia según cada caso.

“La aplicación de BOTOX® ha demostrado ser la primera opción de tratamiento seguro y efectivo en distonías focales, aunque debe ser aplicado por profesionales entrenados en su uso”, enfatiza el Dr. Gómez Arévalo.

“Su eficacia reside en que actúa inhibiendo la liberación del neurotransmisor acetilcolina en las terminaciones nerviosas -que normalmente estimulan la contracción de los músculos-, produciendo la disminución de la fuerza del músculo inyectado. Generalmente, los beneficios del tratamiento comienzan a tener efecto dentro de los cinco a diez días después de la aplicación y se prolongan durante tres a seis meses, al cabo de los cuales el paciente debe ser reinfiltrado. Las inyecciones se aplican directamente sobre los músculos afectados y la dosis varía según el volumen y la fuerza de contracción del/los músculo/s comprometido/s”, explica el Dr. Gómez Arévalo.

Los resultados demuestran que BOTOX® mejora la calidad de vida del paciente porque disminuye la frecuencia e intensidad de las contracciones musculares anormales y el dolor, y mejora la incapacidad funcional. “Los porcentajes de éxito de la aplicación de BOTOX® varían de acuerdo con el tipo de distonía y oscilan entre el 70 y el 100% de los cuadros más frecuentes”, sostiene la Dra. Silvia García.