Las cataratas congénitas constituyen la causa del 20 por ciento de las cegueras en los chicos. Sin embargo, es posible evitar esta alteración visual mediante la detección y el tratamiento tempranos de esta enfermedad que, en buena parte de los casos, es hereditaria.
Las cataratas, más conocidas por su desarrollo en adultos mayores, se caracterizan por un cambio en el cristalino del ojo que, en los afectados, en lugar de ser transparente se encuentra opaco. Los especialistas definen al cristalino como “la lente que permite enfocar en la retina la luz y ver con buena definición las imágenes”. Si éste se encuentra opaco la visión será borrosa e indefinida. En los recién nacidos, las cataratas suelen identificarse por una pequeña mancha blanca que se forma en la pupila.
En territorio bonaerense, dos hospitales públicos cuentan con la tecnología necesaria para efectuar, en forma totalmente gratuita, la intervención de cataratas en los bebés: El Cruce de Florencio Varela y el Sor María Ludovica de La Plata.
Los expertos hacen hincapié en llegar al diagnóstico en el momento justo: ocurre que si las cataratas no se detectan y tratan entre el mes y medio y los dos meses de vida los problemas visuales serán graves e irreversibles.
“El tratamiento debe realizarse alrededor del mes y medio de vida por el desarrollo anatómico del ojo y no hay que esperar más porque si se la deja librada a su suerte, la enfermedad avanza y el niño sufrirá una disminución permanente en la visión”, advirtió Arnaldo Medina, director ejecutivo del hospital El Cruce.
Cómo se detecta
Las primeras consultas al pediatra son fundamentales para arribar a un diagnóstico temprano. “Para detectarlas, el pediatra o el médico de familia debe realizar un examen visual en busca de un reflejo rojo en el ojo del bebé al exponerlo a una luz potente. Ese reflejo es igual al que se observa en las fotos con flash y es un signo que permite suponer que la luz está llegando bien a la retina”, explicó Mercedes Leguía, jefa del servicio de oftalmología del hospital El Cruce, y agregó que si no se halla en uno o en ambos ojos, se debe solicitar la consulta al oftalmólogo.
La especialista contó que muchas veces son los padres los que consultan porque les llama la atención algunos síntomas de la enfermedad, entre los que figuran la pequeña mancha blanca en el ojo, espasmos de los músculos oculares que provocan movimientos involuntarios, estrabismo o bien una intolerancia exagerada a la luz.
Una vez diagnosticadas las cataratas congénitas, el tratamiento consistirá en retirar el cristalino enfermo, procedimiento que debe realizarse en quirófano con anestesia total mediante una microcirugía oftalmológica que requiere de un equipo profesional especialmente entrenado.
A diferencia de lo que suele hacerse en los adultos, “en estos casos no se suele aplicar una lente intraocular porque el ojo seguirá creciendo durante los dos años siguientes”, explicó Leguía y agregó que se debe rehabilitar el ojo mediante el uso de lentes de contacto externas y estimulación visual, motivo por el cual el compromiso de los padres con el tratamiento posterior a la cirugía resulta clave para el buen desarrollo visual del niños.
El resultado de la operación dependerá, en gran medida, del momento en que se realizó la intervención y “de la rehabilitación visual posterior, que incluye el tratamiento de la ambliopía que es la falla en el desarrollo de la visión por alteración en el estímulo, que produce menor agudeza visual”, completó Leguía.