Contrariamente a lo que que se pensó siempre, beber cerveza con moderación podría ser beneficioso para la salud dado que esta bebida actuaría de manera positiva en procesos inflamatorios y en algunas enfermedades crónicas.
Así lo reveló un estudio difundido por la Facultad de Medicina de la Universidad de Innsbruck, Austria, que se conoció aquí.
En el estudio, presentado este año en la revista científica International Inmunopharmacology 6 (2006) 390-395, un grupo de investigadores demostró mediante ensayos in vitro sobre células, que los ingredientes de la cerveza tendrían propiedades antiinflamatorias y desempeñarían un rol importante sobre algunas funciones del sistema inmune.
Las propiedades de las tres variedades de cervezas analizadas (cervezas sin alcohol, lights y de trigo) tendrían un impacto similar al que se atribuye al té (verde y negro) y al vino tinto en el organismo, cuyo efecto es beneficioso para la salud, sobre todo en las enfermedades coronarias.
La asociación inversa entre el consumo de vino tinto y el riesgo cardiovascular es conocida como la paradoja francesa. La dieta de los franceses, alta en grasas, no se condice con el índice de enfermedades cardiovasculares de la población debido al moderado consumo de vino.
Según el estudio austríaco, la cerveza incrementaría el colesterol bueno y mejoraría la coagulación de la sangre, resultando ambos mecanismos favorables para la protección contra enfermedades coronarias. Además, la cerveza aportaría al organismo polifenoles que actúan como antioxidantes naturales, protegiendo a las células del daño oxidativo y colaborando en la prevención de la arteriosclerosis, la reducción del riesgo carcinogénico y la osteoporosis.
Los autores de la investigación aseguraron además que la cerveza favorecería la biosíntesis de la llamada "hormona de la felicidad", la serotonina, que ejerce un rol importante en los estados de ánimo de las personas, como el humor, la ansiedad, el sueño, el dolor y hasta el comportamiento sexual o alimentario.