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Por Carina Barber
El consumo de agua mejora la salud y adelgaza
13 de agosto de 2007
Todos sabemos que el agua es el principal componente del cuerpo humano (dos tercios de su peso corresponden a este líquido). El organismo lo necesita para realizar numerosas funciones y, como se elimina constantemente, debe reponerse en igual cantidad y regularmente.

El agua mantiene la humedad de la piel, regula la temperatura corporal, transporta el oxígeno y otros nutrientes a las células y colabora con la formación de los músculos y otros tejidos (ayuda a su correcto funcionamiento y a la amortiguación de las articulaciones).

Favorece también la digestión de los alimentos. Se encuentra en todo el aparato digestivo y contribuye a la disolución de nutrientes, para que sean absorbidos en la sangre e incorporados a las células. Una buena hidratación también se refleja en el aspecto de la piel, que se vuelve más suave y elástica con su consumo regular.

Hay quienes creen que el agua engorda, pero es absolutamente falso. Por el contrario, ayuda a bajar de peso, porque el organismo desecha su exceso, y además la temperatura a la que se elimina es más del doble de la que tiene este líquido cuando se ingiere, lo cual obliga al cuerpo a realizar un consumo de energía mayor para calentarla. Además, ayuda a eliminar toxinas, mejorando de esta manera la celulitis.

El organismo elimina agua constantemente. Esta se incorpora al cuerpo a través de la absorción que se realiza desde el aparato digestivo, y sale en forma de la orina que expiden los riñones (a los cuales ayuda a eliminar toxinas y excesos de nutrientes) y de la transpiración que secreta la piel, por eso es necesario reemplazarla constantemente para que exista un equilibrio.

El cuerpo activa diferentes mecanismos para mantener este equilibrio, como el de la sed, si el organismo necesita más agua, en el cerebro se activan determinados centros nerviosos que provocan esta sensación.

Se ha demostrado que otro mecanismo funciona gracias a la glándula hipófisis, situada en la base del cerebro. Si el organismo presenta niveles bajos de agua, la hipófisis segrega una sustancia que se conoce como la hormona antidiurética, que es la que estimula a los riñones para que retengan la mayor cantidad de agua posible. Si el cuerpo registra un exceso de agua, desaparece la sed y la hipófisis produce una cantidad reducida de hormona antidiurética, para que los riñones eliminen el exceso de agua por medio de la orina.

Los seres humanos pueden vivir varias semanas sin alimentos, pero sin agua sólo unos pocos días. Una persona necesita aproximadamente 2 litros diarios. Si se produce pérdida de líquidos debido a esfuerzo físico, calor, o por otras causas, como por ejemplo: fiebre, vómitos, diarrea, etc, esta cantidad debe incrementarse.

Es fundamental ingerir suficiente cantidad de líquidos para compensar la pérdida de agua y así mantener el volumen sanguíneo y la concentración de sales minerales. Necesitan una hidratación mayor y constante los niños y las personas que realizan actividades físicas intensas, pero sobre todo se debe prestar atención en el caso de los ancianos, porque son proclives a la deshidratación debido a que tienen disminuida la sensación de sed (mecanismo de defensa).

El volumen de agua presente en el organismo está muy ligado a la cantidad de sales minerales. Para conocer los porcentajes, un buen indicador es la concentración de sodio en sangre. Cuando este nivel es elevado, el cuerpo retiene agua para diluir el exceso, la persona siente sed y se produce menos orina.

Cuando el cuerpo no recibe toda el agua que necesita se pueden producir mareos, calambres en los músculos, dolores de cabeza, presión arterial baja y puede influir en el rendimiento físico y mental. Una deshidratación leve (entre el 1 y 2% del peso corporal) puede incidir en la capacidad de concentración, y si es superior puede afectar a la capacidad de procesamiento del cerebro e influir en la memoria a corto plazo.