"Con una temperatura promedio de 16°, como la que venimos teniendo en el Area Metropolitana, las probabilidades de trasmisión del dengue van a bajar muchísimo", tranquiliza el investigador del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Nicolás Schweigmann.
Y destaca que los casos autóctonos recién confirmados, corresponden a pacientes que se contagiaron hace veinte días, cuando hacía más calor.
Especialista en ecología del Aedes ægypti, el doctor Schweigmann conoce en detalle cómo hacerle la vida imposible. Porque aunque los mosquitos adultos no sobrevivan al fresquito del otoño, quedarán sus huevos, listos para eclosionar apenas llegue la primavera. Por esa razón es necesario destruirlos ya mismo.
En primer lugar, hay que eliminar todos los recipientes inservibles que puedan juntar agua, desde neumáticos hasta chapitas de cerveza, pasando por latas, tapas, macetas vacías, frascos, juguetes rotos y residuos en general. Los recipientes que puedan ser útiles, como floreros o baldes, hay que cepillarlos bien, con agua -sobre todo en el fondo y los bordes-, y guardarlos vacíos. Vale lo mismo para el bebedero de las mascotas, cambiando el agua cada tres días.
"Si una familia tiene una pileta de plástico, la clásica Pelopincho, hay que lavarla bien, secarla, plegarla y guardar sin que quede la más mínima gota de agua", recomendó Schweigmann.
Respecto de las piscinas, aconsejó limpiarlas con cepillo, volver a llenarlas de agua y ponerle pececitos, como las llamadas "madrecitas", ya que "se alimentarán de las larvas de mosquitos que aparezcan en la pileta". Sino, deben mantenerse limpias (incluso de hojas) y con bastante cloro.
Si es preciso almacenar agua, los recipientes deben estar bien tapados. En cuanto a las rejillas de los patios, si no son muy grandes, basta con taparlas con trapo o mosquitero, o tirar una olla de agua hirviendo para matar a las larvas.
El repelente es necesario sólo a la intemperie, y cuando el calor permite vivir al mosquito. Hay que aplicárselo sobre la piel expuesta, desde 30 a 40 centímetros, por la mañana y por la tarde, que es cuando están activos. La frecuencia depende de cada piel, y de la mayor o menor transpiración. Por eso, Schweigmann sugiere bañarse seguido: sin sudor, con menor temperatura corporal y con olor a jabón, las hembras -que son las que pican- no se sienten atraídas.
El repelente es levemente tóxico, por lo que no hay que aplicarlo con frecuencia, ni tampoco a bebés menores de dos meses; en última instancia, deben mantenerlos bajo un tul mosquitero.