El "motu propio" del papa Benedicto XVI que dispuso la liberalización del rito de la misa tridentina (que rigió hasta el Concilio Vaticano II) entrará finalmente en vigor el viernes 14 de septiembre.
A partir de entonces, los sacerdotes que deseen o se vean requeridos por la feligresía, podrán celebrar la misa en latín sin permiso especial del obispo.
La medida trajo polémica dentro de la Iglesia porque sectores progresistas consideraron que se trata de una vuelta al pasado, que había quedado superado con el último concilio.
No obstante, el Vaticano aclaró que las celebraciones en las lenguas vernáculas continuarán realizándose con normalidad y que la nueva medida busca ofrecer la posibilidad de celebrar el rito a quienes prefieren el idioma oficial de la Iglesia, es decir, el latín.