El Papa no ahorra argumentos y súplicas para evitar una escalada impredecible en Medio Oriente. Para ello echó mano a su cuerpo diplomático, exhortaciones públicas y privadas, y su oración
Jorge Bergoglio, el papa argentino, se lanza por estas horas en abierto desafío contra los países más poderosos del mundo que baten parches de guerra y preanuncian una incursión bélica en la sangrienta Siria.
El Papa no ha ahorrado argumentos y súplicas para evitar una escalada de impredecible final en el convulsionado Medio Oriente. Y para ello echó mano a su cuerpo diplomático, sus exhortaciones públicas y privadas y su oración.
Entre las acciones que motivó el pontífice figura la jornada de ayuno y oración prevista para este sábado en todo el mundo. Se trata de una convocatoria que atraviesa el planeta y busca poner al pueblo de Dios, creyente o no, en estado de vigilia pacificadora.
Pero, ¿qué sentido tiene el ayuno en el mundo de hoy, en especial para los cristianos? El papa Juan Pablo II, en ocasión del Miércoles de Ceniza del año 2003, ensaya una aproximación a esta práctica tradicional en la Iglesia y refiere que se trata de un estado de “disponibilidad para obedecer a la voluntad divina y de afectuosa solidaridad hacia los hermanos”.
La guerra civil que desangra a Siria así como las noticias que llegan de ese país con relación a una eventual utilización de armas químicas provocan espanto y dolor en todo el mundo. La propuesta de Francisco es precisamente ofrecer el dolor por el pueblo sirio a modo de solidaridad de hermanos y rezar para que finalice ese calvario.
La oración no conoce fronteras ni banderas. Por esa razón, la convocatoria del Papa se extiende sobre todas las naciones, sus líderes y pueblos. Se trata de un llamado a permanecer vigilantes, atentos y listos para elegir siempre el camino de la paz. El mundo tiene otra vez esa oportunidad.