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21 de noviembre de 2024
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Por Iván Damianovich
Tomás Moro tiene algo para decir
20 de junio de 2008
En tiempos de profundo desencuentro y enfrentamiento, el patrono de los políticos, santo Tomás Moro, recobra una renovada vigencia, capaz de echar algo de luz sobre una sociedad que necesita de hombres y mujeres que dedicaron su vida a pensar el mundo, sus tribulaciones y posibles respuestas a conflictos aparentemente insalvables.

Tomás Moro, de quien se cumplen el próximo 6 de julio 473 años de su decapitación, tuvo una visión de la vida profundamente religiosa y por eso mismo, marcadamente política. Abogado, historiador, y escritor, el santo fue eminentemente un humanista inglés que marcó el pensamiento de su época y descolló durante largos años con enseñanzas que llegan a nuestros convulsionados días para orientar a dirigentes y ciudadanos alejados de la brújula que tiene como norte el bien común de los argentinos.

Además de su obra más reconocida –Utopía- Moro nos ha legado unas peculiares y valiosas “bienaventuranzas” que, ante tantas acusaciones y definiciones crispadas de sectores involucrados en el conflicto entre el campo y el Gobierno viene bien recordarlas.

“Bienaventurados los que saben reírse de sí mismos, porque tendrán diversión para rato.
“Bienaventurados los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes”.
“Bienaventurados los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.
“Bienaventurados los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas. “Bienaventurados los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por los que les rodean.
“Bienaventurados los que están atentos a las necesidades de los demás sin sentirse indispensables: serán fuente de alegría.
“Bienaventurados los que saben mirar sabiamente a las cosas pequeñas y tranquilamente a las importantes: llegarán lejos en la vida.
“Bienaventurados los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: su camino estará lleno de luz.
“Bienaventurados los que saben apreciar benévolamente a los demás, aun en contra de las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero este es el precio de la caridad.
“Bienaventurados los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas tonterías.
“Bienaventurados los que saben reconocer a Dios en todos los hombres, habrán encontrado la verdadera luz y la auténtica sabiduría”.