Por Iván Damianovich
Un “papable” pondrá a la Iglesia a reflexionar
30 de mayo de 2008
El ex arzobispo de Milán, el prestigioso cardenal Carlo María Martini, fue considerado durante las últimas décadas como un hombre capaz de acceder a la Cátedra de Pedro y convertirse en Papa.
Su palabra es escuchada desde hace mucho tiempo pero pronto logrará seguramente una atención amplificada.
En septiembre se conocerá su último libro, una obra que promete poner a reflexionar a la Iglesia tanto por la riqueza de su contenido como por las sugerencias sobre temas siempre polémicos.
Su admiración por Lutero, padre de la reforma protestante, la necesidad de promover una apertura en temas sexuales como la utilización del preservativo o incluso el debate sobre la ordenación de mujeres sacerdotes lo colocarán en un lugar seguro de críticas y aprobación.
Las primeras aproximaciones de la obra (que se cree ya fue leída por el papa Benedicto XVI) se conocen horas después de que el Vaticano hiciera pública la sanción de excomunión para quienes osaran administrar el sacramento de la ordenación sacerdotal a mujeres o bien para quienes intentaran recibirla. Pura coincidencia.
En rigor, la postura de Martini en materia moral no es nueva. Considerado un hombre del ala progresista de la Iglesia, el cardenal lanzó años atrás la posibilidad de que la Iglesia revea la cuestión del preservativo como “el mal menor” para el caso de que en una pareja uno de los dos esté enfermo de VIH.
Ingenioso e intelectualmente brillante, Martini supo administrar durante años la diócesis más grande del mundo, la de Milán. Desde allí logró una fuerte conexión con los jóvenes, el mundo de la política y el de los medios de comunicación.
Tanto fue el grado de aceptación internacional de este jesuita que durante el papado de Juan Pablo II se especuló con su nombre en más de una oportunidad para sucederlo. De no haber sido por el mal de Parkinson (que también afecto al fallecido pontífice), Martini hubiera estado en favorables condiciones de disputar con Ratzinger el trono de Pedro.
El libro, titulado “Conversaciones nocturnas en Jerusalén”, no teme en adentrarse en cuestiones delicadas como la homosexualidad, la planificación familiar o la vinculación de la Iglesia con el poder político.
"Soñé una Iglesia en la pobreza y en la humildad, que no depende de las potencias de este mundo. Una Iglesia que concede espacio a la gente que piensa más allá. Una Iglesia que da coraje, especialmente a quien se siente pequeño o pecador. Una Iglesia joven. Hoy ya no tengo estos sueños. Después de 75 años he decidido rezar por la Iglesia", adelanta el cardenal en el texto que ya es visto como su testamento espiritual.