Por Iván Damianovich
La sorpresiva energía del Papa anciano
4 de enero de 2008
Cuando el cónclave resolvió en lo más íntimo de la Capilla Sixtina que Joseph Ratzinger sucedería a Juan Pablo II en el trono pontificio, el mundo entero advirtió que su avanzada edad lo ubicaría en un lugar de moderada actividad, más bien replegado en los aposentos vaticanos y dedicado a conducir el gobierno de la Iglesia con un ritmo diferente al que se acostumbraba.
Cuando falta poco para que inicie su tercer año de pontificado, el anciano Ratzinger sorprende al mundo con una energía inusual y desafía los achaques de sus casi 81 años con una cargada agenda de viajes y compromisos así como publicaciones que pronto conocerán la luz.
Lleva realizados ocho viajes dentro de Italia y siete fuera de ese país. Durante el año que acaba de iniciarse lo esperan Estados Unidos, Austria y, la cita más importante, Australia, oportunidad en la que presidirá los festejos por la Jornada Mundial de la Juventud. De no mediar nuevos planes, en enero de 2009 llegará a México, el país visitado por su antecesor en cinco oportunidades.
La avanzada edad del sucesor de Pedro así como el deterioro en su salud implicó que no pocos analistas presumieran el carácter “transitorio” del actual pontificado. No obstante, esa transitoriedad no le impidió hasta el momento a Benedicto XVI publicar dos encíclicas, una exhortación apostólica y cinco “motu propio” así como celebrar dos consistorios para la creación de nuevos cardenales.
En los últimos días trascendió que el Papa trabaja, además, en la segunda etapa de su libro “Jesús de Nazareth” y en la redacción de la tercera encíclica que estaría centrada en el don de la fe. Así, completaría el ciclo de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
La sorpresiva energía que exhibe el Papa contrasta con las especulaciones que inicialmente se tejieron sobre la figura de Ratzinger. Desde el comienzo, la sombra de Juan Pablo II se abatió sobre el octogenario pontífice pero, con el transcurrir de los primeros años, ha quedado en claro que Benedicto XVI tiene un estilo y un ritmo propio que lo impulsa hacia delante con acciones concretas capaces de seguir abriendo ventanas al futuro.