Por Iván Damianovich
¿Nueva etapa en la relación Iglesia - Gobierno?
20 de noviembre de 2007
El recientemente declarado beato Ceferino Namuncurá parece haberse convertido en la intersección de los hasta ahora opuestos caminos de la Iglesia y el Gobierno. La beatificación del indiecito mapuche, además del fuerte significado que tiene en el firmamento religioso nacional, implicó en los hechos la puerta de ingreso para un vínculo que se presume gozará de mejor salud.
Fueron cuatro años de distancia y desconfianza. La puerta que separa ambos lados parece ahora entornada. Habrá que ver qué lado toma el picaporte y la abre definitivamente. La expectativa por encauzar el diálogo institucional está latente en los dos sectores, según dejaron trascender las fuentes de ambos lados.
La visita del número dos del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, fue clave en este proceso normalizador. Aunque en los hechos varios obispos afirmaron que “todo sigue igual”, ninguno de ellos ignora el mensaje conciliador y auspicioso para el gobierno de Cristina que dejó el secretario de Estado del Vaticano.
Más aún, poco días después de su visita al país, Bertone ofreció una entrevista a L`Osservatore Romano –el diario de la Santa Sede- donde expresó su confianza en el inicio de una nueva etapa en las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia.
El discurso que pronunció la presidenta electa la noche del triunfo había causado buena impresión entre los hombres de la Iglesia. En especial por aquello de “sin odios ni rencores” que propuso la futura mandataria de los argentinos. Pocas horas después, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, estampaba su firma en una carta dirigida a la senadora Fernández de Kirchner en la que se comprometía a rezar por ella y la futura gestión.
Pese a todo, la falta de respuesta oficial a la misiva del purpurado volvió a enfriar las relaciones. Con una celeridad poco común en estos casos, el jefe de Gabinete salió a aclarar que no conocía los motivos por los que no se había respondido la carta pero que ello no implicaba un desaire a la jerarquía católica. Para que no quedaran dudas, Alberto Fernández afirmó que la relación con la Iglesia no estaban peor ni mejor, sino “igual”.
No habrá hasta después de la asunción de Cristina declaraciones del Episcopado. El eventual pedido de audiencia a la nueva presidenta es analizado en secreto y es de esperar que, al cabo de su asunción, el vínculo institucional que debe existir entre el poder del Estado y los pastores de la Iglesia logre un curso más lógico y acorde a las demandas de la sociedad.