En todo el mundo, la comunidad judía celebrará a partir de mañana el inicio del año 5768. Los festejos comenzarán con la salida de la primera estrella del miércoles, y continuarán el jueves y el viernes.
Según la Torá (el Pentateuco) el primer mes del año es Nisan, pero en la Mishná, una de las fuentes judías más reconocidas, se determinó que el año comience en el mes de Tishrei, y que Rosh Hashaná sea el primer día de ese mes porque ese fue el día -según la tradición-- en el que comenzó la creación del mundo.
Esta fiesta centra dos ideas: es el primer día de un nuevo año y es el del juicio, de introspección. Al comenzar un año se realiza el balance del anterior y se planean los actos para el nuevo.
Para el pueblo judío, esta celebración es sinónimo de días y noches de arrepentimiento, plegaria, comprensión, sensibilidad y balance de las acciones realizadas durante el año que se despide. El primero de los días de oración, penitencia y caridad es llamado también Día del Juicio o Día del Recuerdo, porque la tradición señala que ese día Dios juzga a los hombres abriendo tres libros: uno, donde figuran los malos (quienes son inscriptos para la muerte); otro, que incluye a los buenos (inscriptos para la vida); y otro, para quienes serán juzgados en el Iom Kippur.
Este primer día es también la "cabeza" del año (en hebreo, Rosh), y así como ésta gobierna al resto del cuerpo, se considera que en ese día se predestinan todos los hechos que ocurrirán durante los meses siguientes.
El último de los diez días de reflexión es el Día del Perdón, una jornada que invita a los fieles a pensar en el prójimo. La tradición señala que Dios perdona a todos quienes se arrepienten de aquellos pecados que hacen a la relación del hombre con Dios, pero no disculpa los pecados cometidos por la persona en contra de su prójimo: deben ser perdonados por el damnificado.
El símbolo central de la festividad es el shofar, cuerno de carnero cuyo sonido supone un llamado a la oración, la caridad y el arrepentimiento.
Durante las cenas de Rosh Hashaná la familia comparte un pan redondo que simboliza el ciclo de la vida. Sobre la mesa, iluminada con velas, se unta manzana con miel para que el año tenga dulzura. Una copa de vino dulce ritual es bebida, de a sorbos, por toda la familia.