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22 de diciembre de 2024
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El Vaticano tiende a ser el Estado más ecológico
2 de febrero de 2009
El Vaticano inició en el 2008 la carrera para ser el primer puesto mundial en energías renovables y protección del medio ambiente cuando inauguró un sistema de 2.400 paneles solares sobre el aula de las audiencias, con capacidad para 8.000 personas en la platea, diseñada por el gran arquitecto Pier Luigi Nervi en 1970.

La instalación, donada por la compañía alemana SolarWorldAG, ha costado 1, 3 millones de euros y producirá cada año unos 300 megavatios-hora de energía eléctrica limpia, ahorrándole a la atmósfera 225 toneladas de dióxido de carbono.

El Vaticano es ya el único estado neutral en emisiones de CO2 debido a la repoblación de un extenso bosque que recibió como regalo en Hungría, pero su objetivo es alcanzar el liderazgo europeo en energías renovables dentro de sus exiguas fronteras, situándose en el 20 por ciento del total antes del año 2020.

Aparte de utilizar los 5.000 metros cuadrados del techo del Aula Nervi, la única gran estructura plana en el pequeño territorio, el Vaticano ha instalado otro sistema más modesto sobre la cafetería de los empleados y colocará también paneles solares sobre una superficie de media hectárea bajo las antenas de Radio Vaticana, en las afueras de Roma.

Los paneles desplegados sobre el Aula Nervi son invisibles desde la calle, y tampoco resultan molestos al verlos desde lo alto de la cúpula de San Pedro. Como el techo es ondulado, el sistema combina paneles solares orientados al sur con paneles de aluminio orientados al norte, de modo que su reflejo de la luz aumenta el rendimiento total de la instalación. Para colmo de ventajas, la capa de paneles solares y de aluminio añade una protección térmica que disminuye el consumo de calefacción y de aire acondicionado en el edificio.

La primera «audiencia ecológica» a los peregrinos estrenó también un instrumento educativo: el panel que indica la cantidad de energía producida por los paneles solares junto con las cantidades de CO2 que deja de emitirse a la atmósfera y las toneladas de petróleo que no se han quemado.

El sistema tiene una potencia máxima de 221 kilovatios, que puede alcanzar en los tórridos meses de junio a agosto en el verano europeo. La energía producida como corriente continua va a un convertidor que la transforma en corriente alterna y la incorpora a la red eléctrica del Vaticano.

El Vaticano participó en la conferencia de Bali sobre cambio climático y ha firmado tanto la convención de Viena como el protocolo de Montreal sobre la protección de la capa de ozono.