El Uruguay nunca se distinguió por defender sus bienes patrimoniales y hasta el día de hoy ha sido incapaz de luchar eficazmente para impedir la desfiguración o la demolición de edificios dotados de un valor histórico o un interés estético dignos de la preservación que sin embargo no tuvo lugar.
A pesar de que en Montevideo se gestó cierta conciencia colectiva al respecto, a partir de las campañas sensibilizadoras emprendidas por el Grupo de Estudios Urbanos en los años 80, se han cometido atentados graves contra el patrimonio arquitectónico determinados por el espíritu de lucro, desde el enmascaramiento del edificio de Vilamajó en 18 de Julio y Río Negro, hasta la sigilosa demolición de la estación de servicio diseñada por Lorente (padre) en la Rambla y Solano Antuña, por no hablar de grandes obras que también se borraron del mapa gracias a la ignorancia o la negligencia de las autoridades que auspiciaron esas desapariciones, para dar lugar a nuevas construcciones de una pobreza formal desoladora, como ocurrió en Juncal y Reconquista con el Mercado Central o en Sarandí y Juan Carlos Gómez con el Bazar Colón. Así estamos.
Ahora se produjo otro de esos atentados. El parador turístico Solana del Mar, en Punta Ballena, fue construido por el arquitecto catalán Antonio Bonet en 1946, como parte de la urbanización de una zona donde ese mismo creador fue responsable de algunas viviendas particulares.
Desde entonces se ha considerado a Solana del Mar como una edificación de diseño ejemplar, que enriqueció ese punto de la costa de Maldonado y que sobrevivió durante 62 años como un modelo del Movimiento Moderno, corriente arquitectónica de la que Bonet (junto a su célebre colega José Luis Sert) fue un representante magistral en España, hasta que la Guerra Civil obligó a ambos a exiliarse.
Entre las obras que Bonet dejó en el Uruguay figura por ejemplo la sede del Banco del Plata -luego Ministerio de Vivienda- sobre la calle Zabala, pero se destaca ante todo la Solana del Mar, como emblema de su sello personal y ejemplo de un movimiento renovador que tuvo pocas manifestaciones de similar interés y pureza formal.
Sobre Solana del Mar se está levantando un piso adicional que desvirtúa por completo la concepción de Bonet, a pesar de las protestas que ha despertado esta obra y que provienen de la Sociedad de Arquitectos, de la Unión Vecinal de Punta Ballena, de la propia hija de Bonet (desde Barcelona) y hasta del eminente arquitecto y teórico español Oriol Bohigas, que le dedicó a este caso una nota publicada en El País de Madrid, donde señala que "una de las obras que catapultaron a Bonet al prestigio internacional, fue la urbanización de Punta Ballena", que se mantiene "como testimonio de una aventura cultural en el paisaje y en la forma de vida", aunque "la degradación y la ausencia de una protección oficial están afectando el conjunto y sobre todo al edificio central", que es la amenazada Solana del Mar.
Fuente: Diario El País.