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Por Nino Fernández
Mercosur: protección y después
19 de noviembre de 2008
A pesar de que el MERCOSUR se vería menos afectado por la crisis global que otros tratados de integración, es casi un hecho que el bloque deba reformular algunos de sus instituciones fundacionales y avanzar hacia una mayor coordinación de políticas económicas.

Así surge de las últimas negociaciones a nivel del Consejo del Mercado Común (CMC), que reúne a los ministros de Relaciones Exteriores y de Economía de los Estados miembros, y del parlamento del MERCOSUR (Parlasur), que funciona en Montevideo.

Por lo pronto se discute en estos días acerca de la tasa del Arancel Externo Común (AEC), que constituye la barrera comercial por excelencia del bloque, y se estudia la posibilidad de implementar otros instrumentos de protección, así como medidas de apoyo al intercambio regional.

El comercio intraregional se encamina a acusar un impacto que, dependiendo del grado de enfriamiento de la economía brasileña, podrá o no, ser de proporciones.

Para las Pymes locales se trata de una mala noticia. No solo porque la mayoría de estas empresas hacen sus primeras armas en comercio exterior en los países vecinos, sino porque además, en general y hasta ahora, han sido competitivas respecto a sus pares de la región.

Fiorisvaldo Fier, más conocido como Dr.Rosinha, presidente del Parlamento del MERCOSUR, dijo hace solo unos días que “la crisis financiera internacional amenaza el proceso de integración regional”.

El funcionario brasileño no dio mayores precisiones acerca de los riesgos que afronta el bloque en la actual coyuntura, pero antes había alertado sobre “la ausencia de instituciones económicas comunes, como un Banco Central y la complicación que supone el AEC”, en definitiva la columna vertebral de una unión aduanera, de por sí imperfecta.

El impacto en el mercado interno

El ex subsecretario de Comercio Exterior de la Nación, Fernando Martínez, dice que el mayor impacto viene por una derivación de la crisis, como “es la tasa de devaluación en Brasil y en Uruguay y si se quiere, también en Chile, como país asociado, que claramente superan la de nuestro país”.

Para Pablo Besmedrisnik, economista de Fundación Crear, el Real alcanzó una devaluación máxima del 52,5% en sólo tres meses, aunque luego se revaluó, con lo cual ha cambiado la relación comercial de Brasil con la Argentina.

“Con la inflación en Brasil en niveles mínimos, las Pymes argentinas que habían incrementado su capacidad instalada previendo vender en ese mercado con márgenes razonables han quedado virtualmente “fuera de mercado”. Al mismo tiempo la competitividad cambiaria de Brasil fortalecerá la posición de los industriales del país vecino en la Argentina”, dice Besmedrisnik.

Esta mayor competitividad cambiaria de la industria brasileña, junto con una menor demanda interna y externa de sus productos, son factores que generan preocupación en el entramado productivo argentino, porque es sabido que ante caídas en la demanda, Brasil ejecuta su liquidación de stocks en los mercados en los cuales tiene fácil acceso.

“El riesgo de que Brasil liquide sus inventarios a precios de remate en la Argentina no es menor y los efectos que generaría sobre el sector productivo nacional Pyme son nefastos”, señala el economista de Crear.

Martínez advierte que el panorama hacia el interior del MERCOSUR es más complejo que antes de la crisis. “Hay ramas en la industria brasileña, como la automotriz, la metalmecánica y siderúrgica, que van a afectar el comercio del bloque por la vía del libre comercio”.

Por su parte, el economista Ruben Ascúa, presidente de la Asociación Académica Red Pymes MERCOSUR, asegura que sectores productivos “dominados” por Pymes como los de la industria metalmecánica, manufactura de madera y textil de confección serán los más castigados por el impacto de la crisis.

“Tanto los productores de autopartes como los que se dedican a producir equipos y sus partes componentes, ya están recibiendo “bad-news” con caída de demanda, ajustes de precios y virtual desaparición del crédito”.

Ascúa asegura que “la política pública puede proteger el nivel de actividad generado en los últimos cinco años mediante política fiscal activa, ya sea vía reducción selectiva de impuestos e incentivos para el sostenimiento del nivel de empleo”.

En tanto que para Martínez la respuesta parece venir por instrumentos como los valores criterio y las licencias no automáticas. Y no descarta que se reglamente el Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC), una herramienta bilateral con Brasil, tipo salvaguardas como las previstas en el artículo 19 de la OMC (Organización Mundial de Comercio), que tiene sus bemoles.

“Es un paraguas con condicionamientos, porque el que apele al MAC deberá presentar un programa de ajuste competitivo estructural”.

En otras palabras esto significa que de reglamentarse el mecanismo, los sectores puntualmente protegidos tendrán que hacer algunos de los deberes pendientes, en términos de reducción de costos, innovar, añadir valor, etc.

Exportaciones y mecanismos de defensa

En este marco tampoco son favorables las perspectivas de exportación de bienes y servicios al bloque regional.

Enrique Avogadro, director General de Comercio Exterior del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires espera que los principales productos exportados por la ciudad - productos químicos y farmacéuticos, carnes y despojos y productos editoriales, entre otros- “se vean obligados a hacerse un lugar en un escenario de creciente competencia y retracción del consumo. Y no está claro, en cambio, el impacto de la crisis en la exportación de servicios”.

Un dato relevante en este sentido es el vinculado con el efecto empleo de las exportaciones argentinas a Brasil.

“Brasil es el principal comprador externo de nuestras producciones empleo-intensivas, que más allá del sector automotriz, están mayoritariamente a cargo de Pymes: instrumentos médicos, ópticos y de precisión; material naval; artículos textiles; harinas; y frutas y hortalizas”, dice Besmedrisnik.

Otro tanto ocurre con países como Chile, Venezuela y Uruguay que son mercados naturales para las exportaciones de muchas manufacturas. Pero el deterioro en los precios del cobre, el petróleo y soja, respectivamente podrían recortar la demanda de esos países.

Para Ascúa, con los niveles actuales de tipos de cambio y la revaluación internacional del dólar como espejo, es evidente que Chile y Brasil generan un fuerte desafío para la política económica argentina, que obliga a revisar los controles efectivos sobre la inflación doméstica.

Agrega que a priori, cualquier nivel de equilibrio de tipos de cambio en el futuro cercano para la economía local significará un valor nominal “menos cómodo” que el vigente hasta principios del 2008.

El economista de la Red Pyme MERCOSUR considera que es “vital tender a la coordinación de la política macroeconómica” para que las devaluaciones necesarias no ingresen en una espiral recesiva.

En este marco, que por cierto se aleja de la coordinación macro, los gobiernos de la región parecen decididos a adoptar algunos mecanismos de defensa.

Seguramente el más resonante y que gana consenso luego de algunas tensiones entre los socios mayores, es la de reducir la brecha entre el AEC consensuado en el bloque (promedio 20%) para algunos productos y la tasa aceptada por la OMC, que se ubica en 35%.

La reciente decisión de Brasilia de impulsar la demanda de automóviles en su mercado interno sin excluir los vehículos de origen argentino y otras medidas en estudio, como la de agilizar trámites aduaneros, por ejemplo, para la entrada de medicamentos uruguayos a Brasil; revisar el costo de los fletes en la región y relanzar el proyecto de una entidad de crédito supranacional, también están en aquella línea.

“Si bien es cierto que todavía no hemos aprovechado a fondo la ventaja de la cercanía física y cultural con nuestros socios, me inclino por pensar que el MERCOSUR y Brasil en particular, continuará siendo el principal socio de nuestras Pymes”, dice Enrique Avogadro.