Por Nino Fernández
Buenas prácticas, una asignatura pendiente
3 de mayo de 2007
Una de las fotos más difundidas de las Pymes locales alude a ciertos vicios o malas prácticas de gestión, que tarde o temprano se traducen en ineficiencia competitiva.
Trabajar en negro, ubicar familiares no calificados en puestos estratégicos; ignorar normas de seguridad en el trabajo, son tal vez las más conocidas y están generalmente asociadas a la falta de gerenciamiento profesional, a la impericia para delegar funciones o a la renuencia por consultar a especialistas.
Es probable que en esa materia se hayan registrado avances a partir del crecimiento de la facturación y de cierta toma de conciencia de los empresarios acerca de la necesidad de pensar el negocio en términos estratégicos. De hecho se sabe que la evasión impositiva y la ausencia de cobertura en materia de riesgos de trabajo, se redujo en forma sustancial en los últimos años en este conjunto empresario.
Según los expertos esto se debió a la necesidad de estar en regla para acceder a créditos o subsidios, incursionar en comercio exterior o cualquier otra acción que requiriese visos de formalidad.
Por otra parte más de un estudio de los últimos tiempos sobre la comunidad Pyme ha referido una creciente tendencia a profesionalizar la toma de decisiones en estas empresas.
Sin embargo es mucho lo que falta por hacer en áreas vinculadas al control y a la gestión operativa. En infinidad de empresas, formales y de las otras, es común observar omisiones o fallas, generalmente derivados del desconocimiento de instrumentos o trámites, que terminan siendo un handicap a la condición competitiva.
¿Qué otra cosa es si no, contratar un seguro de alta mar cuando se exporta FOB o implementar un sistema de Códigos de Barras y no aprovecharlo para hacer gestión de stock?. ¿Cuántas ventajas da una empresa que debiendo importar insumos o partes para producir con el objetivo de exportar no utiliza el régimen de Admisión Temporal?
El punto es que hasta ahora, mal o bien, este tipo de defectos ha sido “disimulado” por los beneficios de la devaluación, que se sabe están en retroceso. Un dato que debería ser tenido en cuenta por las empresas con estas deficiencias.
Por los sectores
Aunque no es fácil encontrar estadísticas sobre el tema, se sabe que las fallas en los procedimientos es moneda corriente en buena parte de las Pymes.
Los especialistas en logística aseguran que es cosa de todos los días observar el uso de pallets o camiones inapropiados para el traslado de cargas, que provocan roturas en el packaging de la mercadería transportada.
Por su parte los consultores en Tecnología aseguran que es común encontrar Pymes con un alto grado de “subutilización” del software instalado, o que desconocen la posibilidad de tener las máquinas en red, o simplemente descuidan el tema de la seguridad en el acceso a Internet.
Si de sectores se trata, en la agropecuaria se advierten deficiencias muchas veces ligadas al sentido común que los productores recién reparan cuando se convierten en proveedores de grandes empresas o se enteran de las exigencias para exportar.
“El problema es que no estamos acostumbrados a cumplir con requisitos mínimos en materia sanitaria o ambiental, como usar productos autorizados, lavarse las manos cuando se va a cosechar o respetar el período de carencia, que es el plazo que debe pasar entre la aplicación de un funguicida o un insecticida y el momento de la cosecha. Esto es importante porque cuanto menor sea ese lapso mayor va a ser el residuo del producto aplicado en el fruto”, dice Enrique Kurincic, Jefe de Producto EureGap del IRAM.
Precisamente la norma EureGap es la llave de entrada al mercado europeo de los alimentos, por la vía de las grandes cadenas de supermercados y sus protocolos abarcan desde los más variados productos alimenticios, hasta temas como el empaque y el cumplimiento de las leyes laborales y de bienestar animal.
Un relevamiento hecho por IRAM entre productores de cerezas de Gayman y de peras y manzanas en el valle de Río Negro, demostró que allí sólo se cumplía en promedio con el 50% de las exigencias de la norma, dijo el experto, quien agregó que en general los productores frutihortícolas están mucho más cerca de certificar EureGap que los hortícolas, que apuntan más al mercado interno.
Algo similar pasa en la industria de los alimentos manufacturados con la falta de cumplimiento de las denominadas Buenas Prácticas de Manufacturas (BPM), un conjunto de recomendaciones que persigue asegurar las condiciones de inocuidad de los productos.
“No es común que la gente conozca esta normativa, a pesar de que consta en el Código Alimentario, que es obligatoria desde hace diez años y que prevé controles y sanciones a cargo de los municipios”, afirma Paula Feldman, titular de la consultora EJE- Centro de Información de Alimentos.
La experta dice que la lista de irregularidades que pueden presentar las firmas fabricantes de alimentos es larga . Detalla: materias primas e ingredientes junto con productos de limpieza; operarios con vestimenta sucia; encharcamientos en áreas de producción; ausencias de controles de temperaturas de cocción y refrigeración; lácteos transportados en camiones con sus puertas abiertas y panificados entregados antes de la apertura de los locales de venta, son solo algunos ejemplos.
Entre los que exportan
En materia de comercio exterior también se advierten llamativas deficiencias, que para los expertos impactan negativamente en los negocios.
Un reciente estudio dado a conocer por Red Global de Exportación (RGX) y Fedex Express, reveló que muchas Pymes exportadoras desconocen los términos de los contratos con empresas del exterior, así como la función del despachante de aduanas.
Otras utilizan metodologías erróneas en el cálculo de costos y precios de exportación y no son pocas las que formalizan los contratos a través de correo electrónico, cuando en la Argentina aún no entró a regir la ley de firma digital.
El trabajo determinó que el 27,8% de los entrevistados no conoce el Incoterm (International Comercial Term), que utiliza en sus embarques, esto es, la cláusula que determina los derechos y obligaciones de las partes en una operación de comercio exterior. El 53,5% de las empresas locales utiliza el FOB como Incoterm, a través del cual el exportador es responsable de la mercadería hasta que se deposita en el medio de transporte.
Lo curioso es que el 63% de los que aseguran la mercadería que exportan (que no son todos) toma una cobertura excesiva, sobretodo cuando al exportar FOB contrata un seguro puerta a puerta (26%).
Otro dato que llamó la atención es que el 34% de los exportadores calculan el precio de la exportación en base a la suma de costos y gastos, lo cual constituye una mala práctica para los expertos de RGX.
“Hay conceptos de los costos que se expresan en porcentajes sobre el precio de venta, como los honorarios del despachante de aduanas y por lo tanto no pueden sumarse al resto de los costos”, dice Mariano Mastrángelo, responsable de consultoría de RGX.
A propósito del despachante de aduanas, el 32% de los empresarios desconoce su función, lo cual “es particularmente grave dado que la normativa aduanera considera a la empresa y al despachante como solidariamente responsables”.
Por otra parte casi el 40% ignora la existencia del régimen de Admisión Temporal, por el cual se puede importar un insumo, parte o pieza sin pagar aranceles, siempre que esté destinado a formar parte de un producto a exportar.
“Son deficiencias que no pasan desapercibidas y tienen efectos negativos. Por un lado afectan la confianza de los socios del exterior y por el otro impactan en la rentabilidad del negocio, algo para tener muy en cuenta en momentos en que se deteriora el tipo de cambio real”, afirma Diego Frediani, director general de RGX.