Por Nino Fernández
Claroscuros de la Aduana, clave para las Pymes
8 de febrero de 2007
Los industriales no tienen dudas: la Aduana debe cumplir un papel fundamental en esta fase del modelo económico.
Con una economía expandiéndose a ritmo sostenido, en el marco de un elevado grado de apertura, el organismo que controla el ingreso y salida de mercaderías del país tiene una responsabilidad mayúscula.
La importancia de la Aduana se potencia en momentos que arrecia la importación de muchos productos a precios irrisorios, que se transforma en una espada de Damocles para infinidad de micros y pequeños fabricantes locales.
Para colmo las limitaciones de la mayor parte de las firmas damnificadas les impide recurrir a mecanismos de defensa como las denuncias de dumping o pedidos de cupos o salvaguardias, cuyas implementaciones pueden demorar años.
La amenaza se hace sentir en una amplia gama de sectores: desde textiles y calzados, hasta bulones, cadenas y bienes de capital, en este último caso por partida doble, por el ingreso de máquinas y herramientas usadas.
Según algunas fuentes, el gobierno de Néstor Kirchner ha mostrado sensibilidad sobre el tema, pero se mueve con mucha cautela cuando se trata de preservar el intercambio comercial con ciertos países.
Es conocida en este sentido, la anécdota que circula entre empresarios afectados por la competencia externa, de una respuesta que alguna vez dieron funcionarios de segundo orden del Ministerio de Economía: “no se puede pretender proteger a cuatro fábricas nacionales de dudosa eficiencia, arriesgando las millonarias ventas de soja a China”.
Así y todo esta administración parece haber encarado cambios importantes en la Aduana, que para muchos están en la buena senda pero son insuficientes, sobre todo porque no erradican los nichos de corrupción en ciertos estamentos de la gestión.
Controles mas rigurosos, pero...
Después de mucho tiempo, el año pasado la fabricación local de máquinas y herramientas para metales superó el volumen de importaciones del rubro. Para algunos, el dato puede marcar un punto de inflexión, en el que mucho tendría que ver la Aduana.
En los 80 la producción nacional abastecía el 40% de la demanda interna y a principios de esta década apenas cubría el 10% de las necesidades del mercado local.
Según una fuente de la Asociación Argentina de Fabricantes de Máquinas, Herramientas y Accesorios (AAFMHA) que pidió no ser mencionada “hasta hace unos años la Aduana era tierra de nadie y ahora lleva a cabo controles mucho más rigurosos en la entrada de mercadería importada. Pero igualmente hay cosas que se escapan”.
Agregó que en la actualidad la atención está puesta en las llamadas Herramientas de Tecnología Difundida Convencionales, como tornos, fresadoras y agujereadoras, entre otras, que ingresan a menos de 2 dólares el kg, cuando en la Argentina sólo el kg de fundición, o sea la materia prima de esas herramientas se paga a 1,40 dólares.
Por su parte Ariel Benzacar, titular de la fábrica de perchas de madera Benrom S.A. dice que en la actualidad “se percibe un sistema aduanero menos dañino, porque algunos funcionarios están haciendo muy bien las cosas. Pero continúa el ingreso de mercadería a precios ridículos, que sólo se explica por la presencia de vistas de Aduana corruptos”.
El empresario asegura que las perchas tenían hasta el año pasado un valor de referencia de 50 centavos de dólar por unidad (ahora se mide por kg) y pasaban por la Aduana a 12 centavos.
“Se hacía muy difícil venderle el producto nacional a los supermercados, porque son los propios importadores. Por eso dejé de producir para el mercado interno y me puse a fabricar perchas de calidad para la firma Lacoste”, dice Benzacar.
El Despachante de Aduanas Juan Carlos Pereyra, sostiene que el establecimiento de valores de referencia es uno de los aciertos de la actual administración a cargo de Ricardo Echegaray.
“Los valores de criterio o referencia no inhiben la importación por debajo de los mismos, pero cuando eso ocurre el importador debe constituir una garantía por los impuestos que deja de pagar, lo cual actúa desalentando esa maniobra. Es una medida interesante, que si bien no logró erradicar la subfacturación, sí logró reducirla”, dice Pereyra.
En la misma línea, Aldo Karagosian, titular de Fundación Pro Tejer, advierte sobre una “incongruencia del sistema” que permite declarar precios hasta un 80% inferiores al valor criterio, de modo tal de aceptar que se subfacture hasta un 20% del valor real de la mercadería.
En Pro Tejer se espera que este año las importaciones textiles lleguen a los 1200 millones de dólares, cifra que superaría en casi 100 millones el récord de importaciones del sector de 1998
La situación está igualmente complicada para la industria nacional de tuercas, tornillos y bulones, que durante el 2006 enfrentó la importación de productos por 9 millones de dólares y para este año no se descarta un aumento del 50%.
“Si las importaciones llegan a 13 millones en el 2007, nos copan el mercado. Por eso no sorprende que se estén paralizando proyectos de inversión en la industria”, dice José Batista, vicepresidente 1º de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la Argentina (ADIMRA)
El empresario asegura que la subfacturación y la triangulación de productos chinos vía Brasil, siguen estando a la orden día, pero aclara que es difícil comprobarlo. “Las cámaras empresarias no estamos organizados ni preparados para comprobar estas irregularidades o presentar denuncias de dúmping”, dice Batista.
Los cambios
“Hay cosas para mejorar, pero no hay dudas de que la Aduana ha ganado en profesionalismo, en transparencia y en una mayor disposición a escuchar al sector privado”, dice Adriano De Fina, gerente de la Asociación de Importadores y Exportadores de la Argentina (AIERA), entidad constituida por pequeñas y medianas empresas que operan en comercio exterior.
Además de la implementación de la figura de los valores de referencia, De Fina pondera iniciativas como la obligación de pagar los derechos de exportación a través del Medio Electrónico de Pago (MEP) y la creación del Foro Pyme, un ámbito de consulta permanente entre el propio titular de la Aduana y representantes de las empresas.
Uno de los grandes temas que trató el foro en estos últimos meses tuvo que ver con una resolución del Poder Ejecutivo del año pasado que exigía una garantía bancaria o un depósito por 30.000 pesos, a todos aquellos operadores que no cumplieran con los requisitos de solvencia fiscal (un mínimo de 300.000 pesos de ventas o patrimonio por la misma cifra).
La exigencia causó escozor entre las cámaras empresarias porque su incumplimiento significaba lisa y llanamente la baja del padrón de importadores o exportadores y está de más decir, que los amenazados eran micro y pequeñas empresas.
Luego de algunas marchas y contramarchas, la entrada en vigencia de la medida se prorrogó hasta el próximo 1 de marzo y según fuentes del mercado, la resolución final tendrá un cambio importante respecto a la iniciativa original: las empresas sin solvencia fiscal podrán contratar un seguro de caución que, se asegura, es bastante más económico que una garantía bancaria.
Así las cosas, la Aduana, que recordemos no goza de buena fama, demuestra estar cambiando. Y transitar un saludable camino de superación y acercamiento a las Pymes, aunque como lo aseguran los testimonios, no es poco lo que falta recorrer.