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Por Nino Fernández
El mecanismo de adaptación competitiva es más que un alivio
13 de febrero de 2006
El Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC), trajo algo más que alivio en las industrias que vienen perdiendo con la competencia brasileña. En esos sectores, casi todos ellos Pyme intensivos, entienden que el acuerdo es un nuevo capítulo de la apuesta ‘reindustrializadora’ de este gobierno y en consecuencia consideran que también es una oportunidad y un desafío.

Sus dirigentes creen que hay que aprovechar la posibilidad que abre este ‘paraguas’ sobre las actividades afectadas para ganar en eficiencia y ser más competitivos. Pero en la práctica el objetivo no parece sencillo para las Pymes de . varios sectores. En cambio, en la industria del calzado, uno de los sectores sensibles, afirman que el convenio permitirá consolidar el envión competitivo y ubicar a la Argentina entre los primeros productores del mundo en la materia, en pocos años.

Por otra parte hay economistas que advierten sobre la posibilidad de que aumenten los precios de los productos protegidos y se preguntan cuantas oportunidades más requieren algunos sectores para tornarse competitivos. Recuerdan que muchos de los rubros que podrían estrenar el MAC ya estuvieron protegidos en los primeros años del MERCOSUR y no descartan que dentro de cuatro años algunos pidan una prórroga del acuerdo.

Pero lo cierto es que, desde la devaluación a esta parte, salvo excepciones, no alcanzaron la protección del tipo de cambio local y la apreciación del real para frenar el ingreso de bienes manufacturados brasileños.

Según el Departamento de Estudios Económicos de ADIMRA, la balanza comercial de algunos sectores industriales es elocuente. Veamos: el déficit en ‘Pasta madera, papel y cartón’ pasó de 24 millones de dólares en noviembre del 2002 a 176 millones en igual mes del año pasado. ‘Metales comunes y sus manufacturas’, que acusaba un rojo de 38 millones en el 2002, en el 2005 llegó a 573 millones. En tanto que en ‘Máquinas, aparatos y materiales eléctricos’, en el 2002 se registraba un superávit de 55 millones, que en tres años se transformó en un déficit de 1649 millones de dólares.

“La realidad indica que el mecanismo fue una asignatura pendiente en el MERCOSUR durante más de diez años y buena parte de la industria nacional pagó las consecuencias”, dice Juan Carlos Lascourain, secretario general de ADIMRA.

Inversión y precios

Ricardo Castiglioni, economista de Orlando Ferreres & Asociados, afirma que “los brasileños son más competitivos porque nunca dejaron de invertir y hace tiempo que tienen política industrial. En este marco el instrumento de adaptación competitiva viene a proteger los sectores argentinos sensibles y darles un margen de tiempo para que inviertan y mejoren su competitividad”.

Para el especialista la idea del mercado común en la región está cada vez más lejos, porque llegado el caso, la aplicación del mecanismo implica aumento de los aranceles.

“Supone una distorsión de los mercados y del proceso integrador y sin dudas que una de sus consecuencias, puertas adentro, puede ser el aumento de precios en los sectores protegidos”, dice Castiglioni, que no descarta que el Gobierno haya comprometido a los empresarios involucrados a no remarcar precios.

Lascourain desestima la posibilidad de aumentos en los productos protegidos. “El acuerdo solo rige para las importaciones procedentes de Brasil, o sea que seguirá habiendo competencia con productos de extrazona, más allá de que no será fácil que se dispare el mecanismo”.

Por su parte, Alberto Sellaro, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado, asegura que “hay sobreoferta de calzado y como le explicamos a la ministra Miceli estamos vendiendo con los precios del año pasado: en la línea colegial, por ejemplo, que suele provocar alerta al comienzo de las clases, las operaciones de ventas se cerraron en noviembre pasado”.

En un mercado que consume 100 millones de pares por año, la producción argentina de calzado aportó el año pasado 78 millones y de los 22 millones restantes, 13 millones procedieron de Brasil, dos millones menos de los que se importaron en el 2004.

“Es que somos más competitivos que Brasil. Y eso que allá hay incentivos a la producción y a la exportación, llámese subsidios o créditos del BNDS por el 40% de los costos, y el salario básico está en 300 reales”, dice Sellaro.

Con todo, el comercio sectorial es altamente favorable a los vecinos. “Brasil no importa zapatos. Nuestro gran comprador en la región es Chile, que se lleva el 30% de los 2,3 millones de calzados que exportamos”, abunda Sellaro.

No pasa lo mismo en la industria textil. Aquí Brasil compra productos argentinos, pero bastante más es lo que le vende a la Argentina, al punto que el año pasado las importaciones de Brasil crecieron 15%, determinando un déficit en el comercio bilateral del sector del orden de los 300 millones de dólares.

“A causa de este desequilibrio, sólo el año pasado se dejaron de generar más de 15.000 puestos de trabajo. Pero en algunos subsectores la situación es alarmante. Por ejemplo, en confección de artículos del hogar, como sábanas, mantelería y ropa de cama, cada 24 dólares que los argentinos compramos a Brasil, los vecinos sólo compran 1 dólar de productos argentinos”, sostiene Aldo Karagosian, presidente de Fundación Pro-Tejer.

En textiles el déficit comercial está presente en toda la cadena. En el primer eslabón – ‘materias primas’- el rojo del intercambio asciende a 35,7 millones de dólares; en ‘hilados’ agrega otros 45 millones; en ‘tejidos’ 102 millones; 24,7 millones es el déficit en ‘prendas’ y 44 millones en el mencionado ‘confecciones de artículos del hogar’.

En el sector metalúrgico, por su parte, hace ya un par de años que preocupan las importaciones procedentes de Brasil.

“La gran diferencia son los salarios que están un 40% por debajo de los que pagamos nosotros. Y en segundo lugar influyen los costos de la materia prima, que a causa de los subsidios a ellos les sale 50 centavos de dólar por kilo, mientras que nosotros lo pagamos a 90”, dice Martín Becaas, titular de Tornillos Suipacha.

En el rubro tornillos también descartan ajustes de precios. “Los tornillos chinos entran a un dólar por kilo y prácticamente eso es lo que nos cuesta el alambre de hierro, que es nuestro insumo básico”, afirma Becaas.

Lo que vendrá

De cara al futuro el MAC plantea algunas dudas y otras tantas certezas. Por caso el mecanismo prevé que la primera instancia de solución pase por la negociación entre las empresas de uno y otro país. Una etapa que podría encontrar mil escollos, a partir de que los industriales brasileños quedaran con la ‘sangre en el ojo’ por considerar que el pacto fue una enorme concesión de Brasilia a Buenos Aires.

“No creo que sea fácil ponerle cuotas a las importaciones, por ejemplo, cuando las empresas brasileñas ya cuenten con una porción del mercado argentino, que a veces hasta ha sido consensuada con las empresas locales”, dice Lascourain.

Sellaro en tanto no descarta algunas dificultades, pero no tiene dudas que el sector del calzado capitalizará al máximo la situación. “En menos de cuatro años estaremos produciendo 115 millones de pares, y seremos muy competitivos en cantidad y calidad por efecto de las inversiones que ya se están haciendo efectivas”, dijo.

También Aldo Karagosian de Fundación Pro- Tejer, resalta las perspectivas sobre inversión y empleo que se abren en el sector, que “ya eran excelentes antes del acuerdo”, al que considera un hito de la política comercial argentina.

Pero como se sabe, no siempre la percepción de los dirigentes coincide con la de los pequeños y medianos empresarios. Para estos las señales políticas y la coyuntura pueden ser favorables pero no suficientes para decidir una inversión.

“Estamos trabajando con la capacidad instalada a pleno y considero valioso el mecanismo acordado con Brasil. Pero con la historia de nuestro país, ¿podemos hablar de certezas a largo plazo?. Y por otra parte: ¿hay crédito a diez años, como para financiar una inversión importante?”, se pregunta Martín Becaas, de Tornillos Suipacha.