Por Nino Fernández
Mercosur: ¿socio o dolor de cabeza?
6 de noviembre de 2004
A punto de cumplir diez años como Unión Aduanera, pocas dudas existen de que el Mercosur dejó ganadores y perdedores entres sus países miembros.
El mismo resultado se repite puertas adentro de cada Nación, donde hay sectores que se vieron fuertemente beneficiados con el proceso integrador y otros que se sienten por demás perjudicados. Sin embargo, resulta casi indiscutible que el socio mayor del bloque es el que menos se puede quejar, no sólo en términos de intercambio, sino también –y sobre todo– por transformarse en el imán de inversiones destinadas a capitalizar el mercado ampliado.
Desde el punto de vista comercial, la balanza marca que la Argentina obtuvo saldos positivos con la región en la mayor parte de los años comprendidos entre 1991 y 2003, lapso en que el Mercosur se mantuvo como el primer bloque comprador y proveedor del país.
Edgardo Figueroa, coautor del trabajo ‘Estudios de Competitividad Territorial’ de CEPAL, asegura que “las exportaciones al Mercosur pasaron de representar el 15% de las exportaciones totales en 1990, al 32% en el 2000, mientras que las importaciones precedentes de la región pasaron de ser el 20% de las importaciones totales en 1990 al 29% en el 2000”.
En la composición del comercio exterior argentino, los productos primarios prevalecen en las ventas y la mercadería con mayor valor agregado en las compras.
En esto, el Mercosur no es la excepción, pero muestra algunos matices que merecen tenerse en cuenta.
Comercio Exterior y empleo
Según una reciente investigación de Fundación Crear (*), el valor de la tonelada exportada a la Unión Aduanera -a precios constantes de 1997- pasó de 444 dólares en 1991 a 500,5 en el 2001.
En tanto, el precio de las destinadas al resto del mundo se redujo de los 454,3 U$S/Ton a 366,7, en el mismo lapso. Por su parte, las importaciones del Mercosur subieron de 530,6 U$S/Ton en 1991, a 726.3 en el 2001, y las de extrazona de 889 a 1.278 U$S/Ton.
La información, que supone una aproximación al grado de valor agregado incorporado en la mercadería transada, revela, en última instancia, el impacto del comercio exterior local sobre el empleo, que es una variable crítica en la Argentina del 91 a esta parte.
El 87% de las exportaciones nacionales está en manos de grandes empresas, básicamente comercializadoras de commodities, mientras que el 13% restante corresponde a Pymes, mayoritariamente productoras de manufacturas.
De esta forma se explica que la tonelada exportada por las chicas y medianas requiera el doble de puestos de trabajo que las ventas de las grandes empresas.
Ahora bien, ¿adónde van las exportaciones de las Pymes? Según el libro “Las Pymes argentinas frente al ALCA: ¿oportunidad o amenaza?”, de Virginia Moori Koenig y Fernando Porta -que se presenta el próximo 1 de diciembre- el 67% de las Pymes dirige más del 90% de sus exportaciones al Mercosur ampliado. Y sólo el 18% no tiene al bloque como principal destino de sus exportaciones.
El libro destaca, además, que “la inserción internacional más típica de las Pymes exportadoras comienza con el desarrollo de ventas hacia un mercado o país limítrofe”, que aporta el aprendizaje y la experiencia para luego incursionar en otros mercados más exigentes.
De ganadores y perdedores
No todos los sectores tienen motivos para sentirse entusiasmados y defender el acuerdo regional. Algunas actividades con fuerte presencia de pequeñas y medianas empresas, encabezan la lista de defraudados.
Son sectores que arrastran fuertes pérdidas y caídas en el empleo, por efecto de las ventajas competitivas de sus pares brasileños, logradas sobre la base de políticas activas.
El trabajo de la Fundación Crear incluye, entre los más golpeados en términos de balanza sectorial, a rubros como Instrumentos médicos, Calzados y Textiles.
Otros sectores, en cambio, se vieron beneficiados por la integración regional: Máquinas, equipos y sus partes, Productos de panadería y cacao, Productos medicinales, y Muebles y colchones, son algunos de los que más ganaron con el Mercosur.
Así como no todos están conformes, tampoco puede decirse que los diez años de unión aduanera hayan sido parejos. Ni que la foto de la década pasada se repita en los tiempos por venir.
“El Mercosur fue muy beneficioso para muchas empresas, mientras Brasil creció entre el 95 y el 98, pero la devaluación del 99 en ese país trajo la aparición y radicación de nuevas empresas y un fuerte proceso de sustitución de importaciones que afectó las exportaciones locales. Con la devaluación argentina las cosas se equilibraron bastante y la recuperación de la economía brasileña de este año abre nuevas oportunidades”, sostiene Ricardo Rozemberg, director del CEP (Centro de Estudios para la Producción).
(*) La cuestión del empleo en el Mercosur.