Por Garbiela Granata
La necesidad de jugar obligado
17 de febrero de 2007
La convocatoria a elecciones porteñas para el 3 de junio coloca a los potenciales candidatos de la ciudad a jugar obligados. Ya no se trata de especulaciones sino de una fecha cierta, al alcance de la mano y contrarreloj cuando las decisiones a tomar son muchas y los armados precarios.
¿Esperará Mauricio Macri, tal como prometió, hasta mediados de marzo para decidir si juega en la ciudad de Buenos Aires o disputa la presidencial? ¿O seguirá los consejos de su asesor Jaime Durán Barba y volverá a recorrer territorio porteño, una campaña que le resulta conocida? Más aún, cuando los sondeos están mostrando que el empresario presidente de Boca Juniors ha conseguido reducir los umbrales de valoración negativa, el gran “techo-fantasma” para la segunda vuelta.
¿Cuánto tiempo esperará Daniel Filmus para perfilar su campaña? Hasta ahora, la suma lenta y constante de apoyos de dirigentes, espacios, sectores, funcionarios –cada una con su respectiva foto- ha alimentado el contorno de la fuerza política que impulsa su candidatura.
Pero el ministro-candidato dice y repite que es el postulante del presidente Néstor Kirchner en la ciudad, que busca una expresión amplia y plural, mientras los sectores del Partido Justicialista que quieren ser la columna vertebral del espacio, miran desde el costado y no han organizado todavía ninguna muestra de devoción militante. Los jugadores internos recién estaban orejeando las cartas y ya deben empezar una nueva mano.
Con el macrismo sin candidato definido y el postulante “oficial” del gobierno aún calentando motores, Telerman encontró el espacio para aprovechar las fortalezas construidas.
Hoy, el jefe de Gobierno tiene una gestión en la ciudad para exhibir, ha consolidado una coalición a la cual sólo le falta ponerle nombre, y se mantiene a prudente distancia de la Casa Rosada, pero a conveniente cercanía para ser identificado como un hombre que no va a construir un proyecto opositor. En un distrito como la ciudad de Buenos Aires, el equilibrio entre esos dos márgenes es un valor diferenciador que puede inclinar la balanza.