Por Garbiela Granata
Límites
31 de agosto de 2006
Con apenas quinientes metros de distancia quedaron en evidencia las dos puntas desde las cuales se planteó la discusión sobre una de las preocupaciones recurrentes en los últimos años. La seguridad no es patrimonio de grupos políticos, pero el debate quedó encerrado en un tironeo con discursos superficiales y sloganes de campaña.
El Gobierno hizo esfuerzos para encapsular el reclamo de seguridad. Asoció la figura de Juan Carlos Blumberg a la derecha, a las políticas de mano dura, a los resabios de la dictadura. Y puso al convocante de la marcha en Plaza de Mayo en la franja política en pie de igualdad con nombres de larga carrera. Y dejó correr la convocatoria a una movilización provocadora.
La pobre "contramarcha" que realizaron sectores kirchneristas en las inmediaciones del Obelisco liderada por Luis D`Elía desnudó más flaquezas que fortalezas. El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel se retiró disgustado por el tinte oportunista y hasta las propias organizaciones se dividieron por temas de cartel.
Otras organizaciones respetadas por su trayectoria en defensa de los derechos humanos como Madres de Plaza de Maya-Línea Fundadora y Abuelas, no convalidaron esa convocatoria. Nadie podría decir por eso que no están ubicados en la vereda contraria a la mano dura, a las políticas represivas y a las soluciones de derecha en materia de seguridad.
Entonces, fue evidente que el oficialismo volvió a apelar al juego de la polarización, al `nosotros o ellos`, frente al fortalecimiento de un sector que supo encarnar un reclamo no satisfecho. Pero dejó a muchos actores afuera.
Un tema de fondo, que marca rupturas sociales y que cruza causas económicas y culturales, merecería algo más inteligente que un contrapunto, una competencia discursiva que sólo demuestra límitaciones.